Eduardo Gil: “la fotografía es una herramienta de la falsificación”

Eduardo Gil: “la fotografía es una herramienta de la falsificación”

Uno de los artistas referentes en el país propone cultivar la incertidumbre. Hubo cambios de estéticas en su extensa trayectoria.

“EL SILUETAZO”. La obra de Gil de 1983 quedó asentada al registrar una de las acciónes estético-políticas más importantes del país del siglo XX. FOTO DE EDUARDO GIL.- “EL SILUETAZO”. La obra de Gil de 1983 quedó asentada al registrar una de las acciónes estético-políticas más importantes del país del siglo XX. FOTO DE EDUARDO GIL.-

Fue piloto comercial, meteorólogo, ex estudiante de sociología y taxista, hasta que llegó a las imágenes. En ellas, de la estética de Henri Cartier- Bresson (del “momento decisivo”) pasó a una decididamente conceptual; y el blanco y negro se transformó en color.

Autodidacta, Eduardo Gil es un fotógrafo que enseña su arte hace más de 35 años. Es artista visual y curador y lleva participando en más de 200 exposiciones en distintos continentes, aunque aclara que la que inaugurará el jueves en Tucumán, será la más grande que hizo (exhibirá entre 80 y 100 obras).

Gil es uno de los invitados especiales a la edición de la Bienal de Fotografía Documental que se inaugura mañana en la provincia. Su ensayo sobre El Siluetazo (de 1983) dio cuenta de una realidad que visibilizó; una de las acciones estético-políticas más relevantes conjuntamente con Tucumán Arde, así como su ensayo sobre el Hospital Borda.

“La fotografía es eso que ha sido”; esa frase de Roland Barthes lo ayuda a transmitir su propia concepción de la fotografía al momento de responder de qué se trata. En un extenso diálogo con LA GACETA se cruzan nombres como Joan Fontcuberta, Barthes, Susan Sontag y Georges Didi-Huberman, entre otros. “El lugar de la certeza, de la comodidad, es letal para el artista -asegura-. Debe cultivar la incertidumbre”.

- ¿Qué es el desorden de las apariencias?

- Es una muestra que reúne buena parte de mi obra, de los 70 a la actualidad. No es un recorrido lineal ni cronológico. Tiene como eje mi percepción del mundo por un lado y del arte por otro lado. Pasé de Cartier- Bresson a lo conceptual, ahora trabajo mucho con las ideas. Se marca mucho la transformación en el color, en el formato. Mi obra está más cargada de ideas y de propuestas, por supuesto. Ese cambio comenzó a finales de los 90 y principios de 2000. Me han dicho que es un trabajo con el equívoco.

- Pero es el siluetazo lo que más te distingue.

- Sí, claro. El tema de las siluetas se sigue usando, aunque referidas a otros temas, como las cuestiones de género. El siluetazo fue una acción estético-política que logró simbolizar la desaparición y articular de manera emblemática el arte con una demanda social colectiva: la aparición con vida de miles de desaparecidos durante la última dictadura militar. La silueta es tan potente porque con un trazo habla de muchas cosas, habla de lo que fue y de las luchas que no han terminado. En las intervenciones públicas, que son políticas, ocupan espacios atípicos y eso tiene su eficacia.

- Volvamos a las apariencias...

- La fotografía es una apariencia, una herramienta, que da a aparecer pero engaña porque sugiere e insinúas cosas... Hoy es herramienta de la falsificación del mundo que nos rodea. En tiempos de posverdad, la foto falsifica. Barthes dice que “es algo que sucede, la foto es una herramienta muy potente sobre que eso sucedió”. Pero hay un tironeo entre “esto que ha sido” y “lo que ha sido solamente”, por lo que en un tiempo se la asoció con la verdad. Pero, todo puede editarse...

- La edición es una interpretación y llegamos a la postfotografía.

- Claro, así es. Yo sigo estudiando todos los días. Estoy de acuerdo con mi amigo Fontcuberta en toda esa concepción. Cuando hablo de mi obra con los jóvenes les digo que el lugar de la certeza para el artista es letal, que el artista debe cultivar la incertidumbre. No hay receta.

- Hoy cualquiera saca fotos...

- Pero eso es inherente a la fotografía. Sontag habla de polución visual en un tiempo en que no había redes sociales. Dice que ya a fines del siglo XIX casi todo ha sido fotografiado o eso parece. Todo está contaminado. La banalización, entonces, es otra de nuestras herramientas; algo con lo que se trabaja mucho en el arte contemporáneo.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios