El reclamo de Coros y Orquestas del Bicentenario

El reclamo de Coros y Orquestas del Bicentenario

PEATONAL MENDOZA. El Coro del Bicentenario se instaló en la peatonal Mendoza para exigir la continuidad de la orquesta. PEATONAL MENDOZA. El Coro del Bicentenario se instaló en la peatonal Mendoza para exigir la continuidad de la orquesta. LA GACETA/ CAMILA CARCELLER

Cuando la música sale de los teatros y va lugares abiertos, genera la adhesión espontánea de la gente, aunque no se trate de su género favorito. Con más razón cuando su enseñanza se proyecta hacia barriadas, donde viven comprovincianos con pocos recursos económicos. En 2008, se inició en Tucumán el Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles para el Bicentenario, cuyo objetivo es mejorar el acceso de los niños y jóvenes a los bienes y servicios culturales; tender puentes hacia la reinserción de los jóvenes en la escuela; colaborar con la retención escolar y estimular el contacto y el disfrute de la música.

Desde hace ya unos años, la historia se repite. Los docentes de este programa que se debaten entre la precariedad económica y la falta de contratos, tratan de hacer escuchar su queja saliendo a la calle con las orquestas cuando no son escuchados por las autoridades. El sábado pasado, en la peatonal Isauro Martínez, profesores y alumnos -acompañados por padres- reclamaron con música por la continuidad del programa, que cobija a nueve orquestas y 11 coros, a 80 profesores y a 1.500 chicos de sectores vulnerables. En una nota que elevaron al Ministerio de Educación de la Provincia- solicitan el pago a los docentes en carácter de urgente; que se acrediten insumos para la continuidad de las orquestas y de los coros; que se firmen los contratos de aquellos educadores que están trabajando en el aire; que se establezca una mesa de trabajo y de gestión para analizar la figura de relación laboral de los docentes, y su pase a planta permanente, así como la cobertura de los cargos actualmente vacantes. También pidieron que se contemplara la seguridad de los docentes y los alumnos, y espacios que reúnan la confortabilidad necesaria para el dictado de clases.

El surgimiento de orquestas y coros en escuelas insertas en barriadas con situaciones en conflicto ha mostrado que la música es un vehículo que contribuye a la socialización de los chicos. “Fue un cambio en mi vida porque jamás había visto ni tocado un instrumento. Con la orquesta aprendí a leer la música. Ahora sí que mi vida tenía un poco más de emoción, porque a veces no tenía nada para hacer y me aburría mucho. Entonces decidí formar parte de este proyecto”, dijo en una oportunidad un chico que ingresó a los 12 años a uno de los conjuntos. La directora de la orquesta de la escuela “Maestro Arancibia”, surgida en el barrio 260 Viviendas, contó en una ocasión, que los chicos habían aprendido a trabajar en equipo, a entender que cada parte del conjunto es importante y que si no se aprendían bien su partitura, toda una fila sonaría mal. La experiencia les mostró la importancia de la concentración, la disciplina, el esfuerzo, el respeto y la cooperación con el otro. Sobre el aspecto social, la directora dijo: “Aquí vemos todo tipo de casos: abusos, maltratos, padres que se desentienden de sus hijos, que no los alientan o que no van nunca a los conciertos. En medio de eso, nuestro trabajo es hacerles ver que lo que los rodea es simplemente eso, lo que les rodea, no ellos mismos. Que son importantes y que valen mucho”.

Es penoso que cada año los integrantes de este programa que busca la inserción social a través de la música, cuyos resultados son positivos, deban soportar momentos de incertidumbre y angustia, como consecuencia de la burocracia y la insensibilidad de las autoridades.

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