Confianza es lo que sobra
CONFIADOS. Los colombianos hinchas de Atlético Nacional piensan que eliminar al “Decano” de la Copa es un mero trámite. LA GACETA / FOTO DE LEO NOLI (enviado especial) CONFIADOS. Los colombianos hinchas de Atlético Nacional piensan que eliminar al “Decano” de la Copa es un mero trámite. LA GACETA / FOTO DE LEO NOLI (enviado especial)

El playón enorme que sirve de ruta hacia la catedral San de Basilio tiene un sector en altura ideal para inmortalizar tu imagen con las coloridas cúpulas en forma de bulbos como atracción principal del templo ortodoxo, de fondo. Entre todos los cholulos, uno completamente tatuado, sobresale del resto de los turistas. La tinta que lleva en su cuerpo impacta. El que tatuó a este colombiano es un artista. Real.

Entre tanto mural hay algo que se diferencia del resto, como salidos del contexto de la obra, el escudo de Atlético Nacional de Medellín, el futuro rival de Atlético en los octavos de final. “Claro que le ganamos, no son rivales para nosotros”, le confía a LG Deportiva este amigo misterioso que prefiere seguir adelante con la sesión que luego imprimirá quizás en un book personal. Arriba las manos, bandera en alto, torso al desnudo, y siga disparando con el celular, amigo. Esa es la orden principal hacia su compadre, Juan, también nacido en Medellín y dueño de una confianza similar a la del pelilargo. “Vamos a ganar, sí, hermano…”. Tanta fe suena a vanidad ya, a una soberbia deportiva a la que el “Decano” ha estado acostumbrado a domar en la Libertadores. Opciones de recuerdos le sobran.

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Juan hablaba tan rápido y para sus adentros que ni él se entendía. Pise el freno, amigo, no se atragante de tanta saliva y lujuria. Juan entra en razón, quizás en sus cabales. “Los equipos argentinos son todos complicados, y más el Atlético que lo tiene al Luis ‘Pulga’ Rodríguez ese, un tipo peligroso, goleador”, apa, la cosa no le pinta tan de pase y siga a Juan. Suenan las alarmas en ciudad que forma parte de la capital de Antioquía.

Colombia hizo la gran México del domingo, este lunes en Moscú. Han llegado a la capital rusa a hacer barullo sus hinchas. Por unas horas. Les espera un largo viaje hacia Saransk, hoy tierra del debut de su seleccionado ante Japón, por el Grupo F. Alrededor de 10 horas en tren los separan del debut, y unos días largos a los paisas para vérselas con los “decanos”.

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“Papi, les vamos a ganar al Atlético. Claro que lo conocemos. Vamos a ganarle al ‘Pulga’ Rodríguez, ni va a tocar el balón”, Andrés Santiago Fajardo tira la chicana con un paréntesis para un posible llamado de atención. A Rodríguez, al goleador de Simoca, al de los goles importantes en 25 de Mayo y Chile, lo respetan. Y como saben lo que puede hacerle Rodríguez a la defensa de Nacional, por las dudas sus hinchas juegan al terrorismo psicológico. “Ya les ganamos… El ‘Pulga’ no va a salir a jugar del miedo que tendrá, je”, le echa más leña al fuego de la polémica Andrés Santiago, un divino. Y casi como si el Déjà vu entre los cafeteros se heredara de escena en escena en esta película en movimiento, Fajardo reconoce el peligro que puede ser “Pulguita” y también Atlético. “Nada es fácil contra los equipos argentinos, son duros y te complican mucho cuando saben que tienen menos posibilidades. Todos los goleadores son peligrosos”.

Andrés Santiago va en un grupo de casi ocho, él es el más fanático de Atlético Nacional entre su grupo. Despidió con honores a Franco Armani, su ídolo, su arquero campeón de la Copa y que ahora hace banco en la Selección. Andrés Santiago muere por estar en el partido de ida en Tucumán, el próximo jueves 9 de agosto en el Monumental. “Me encantaría, pero después de este Mundial no queda pa’ nada, hermano, solo deudas”. Su confesión le abre la puerta a los otros paisas. “Esta vida y otra tengo empeñada, pero no importa. Estamos en el Mundial”, se suma a la charla Gustavo. “Nos endeudamos, tomamos créditos. Nos vamos a quedar apenas para comprar la entrada para la revancha, ja”, mete la cuchara un tercer comensal. Se refiere a la Libertadores. Días sobran, hasta el martes 28 de agosto. A producir moneda, muchachos.

Jimmy no hay llegado hasta la zona del Kremlin aún. Viene de buenas migas y caminando a paso veloz con un compadre. Los intercepto pasando la puerta de acceso, donde la policía oficia de embudo y los detectores de metales de primer filtro. Jimmy es veneno de Atlético Nacional y se manda en contra del “Decano”. Es duro. “Al Atlético no lo conoce ni la madre ni el papá en Colombia. Tucumán es un pueblo chiquitico en Argentina, donde salen muy buenos jugadores”, eso sí le reconoce al Jardín de la República. Habla de un tucumano Jimmy. No es el “Pulga”, es Sergio Galván Rey, nacido en Concepción y nacionalizado colombiano. “El Rey del Gol” defendió la camiseta del “Verde” durante tres temporadas, de 2006 a 2009. Jimmy lo adora.

Jimmy no tiene idea quién es Rodríguez, tampoco está al tanto de las hazañas del “Decano” en la Copa. Debería chequearlo, piensa. Ya no le parece un trámite lo que viene, expresa su mirada. Pero insiste. “Tiene más chance Argentina ahora de ganar el Mundial que Atlético de ganarnos”, ojo con el doblete, amigo.

Leonardo es más sensato en sus conceptos. “Todo rival es complicado, más en una Copa Libertadores. Siendo honesto, por historia Atlético Tucumán es el equipo más débil de esta llave”.

Mario viene hecho un fuego por el metro. Está apurado. ¿De Medellín? ¿De Atlético Nacional? “Claro, hijo. Hace 20 años que voy a la cancha y tengo 25 a cuestas, je”, Mario largamente supera los 50, de ballenato, birra y peñas en su Medellín natal, la ciudad de la “Eterna Primavera”. Hablemos de la Libertadores. De su rival. “No sé mucho de Atlético Tucumán, pero nosotros somos campeones de la Copa y eso nos una ventaja”, cuando menciona campeones, Mario medio que se quiebra. Lo decía por el título de 2016 y no por este presente. “Perdimos la final del torneo colombiano con Deportes Tolima, 1-0. Quedamos subcampeones”, patalea. Por las dudas, Mario reza para no quedar zapatero en agosto próximo. Su Atlético rival, el de Tucumán, tiene un doctorado en hazañas. “Eso no lo sabía”, traga despacito la novedad y ahora sí, se va silbando bajito. Preocupado.

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