La inseguridad vial y los puentes peatonales

La inseguridad vial y los puentes peatonales

A comienzos de este mes, la comunidad universitaria de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT se conmocionó cuando un estudiante que aspiraba a ingresar a esa casa de estudios murió atropellado en la puerta de su sede sobre la avenida Benjamín Aráoz. Es un lugar con gran afluencia de alumnos y profesores porque además, al frente se halla la Facultad de Educación Física. El cuerpo del joven de 20 años permaneció tirado en el asfalto durante dos horas.

Desde hace mucho tiempo, el cruce de esa avenida es peligroso, merced a la irresponsabilidad de los conductores. Ni siquiera los semáforos instalados en las inmediaciones han podido detener la histeria de la velocidad que padece una buena parte de los tucumanos que están al volante.

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En 2012, en una carta de lectores publicada por LA GACETA, la entonces decana de esa casa había advertido al intendente Domingo Amaya sobre el peligro que corrían los miles de alumnos que transitaban la avenida. Días después del accidente, el actual jefe municipal dijo que estaban diseñando el proyecto de un puente peatonal que tendría características similares al de la calle Jujuy al 2.100. “En los próximos días se van a tomar acciones inmediatas para mejorar el tránsito vehicular”, dijo afirmó tras reunirse con autoridades universitarias.

En nuestra edición dominical, le dedicamos un amplio espacio a los siete puentes peatonales de la ciudad. Según un ingeniero civil y ex funcionario municipal, las pasarelas son necesarias pero inútiles, como consecuencia de la falta de educación vial de la gente. “En la autopista hay, pero nadie las usa”, afirmó.

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Muchas personas prefieren atravesar las avenidas a pie, antes de cruzar por el puente que está a pocos metros. “Sé que es útil y seguro, pero estoy apurada y cansada. Es viernes”, dijo una vecina que iba con su pequeño hijo de su mano, cuando los vehículos circulaban a gran velocidad por la avenida Mate de Luna frente a la escuela Patricias Argentinas, donde hay una pasarela.

El ex funcionario municipal aseveró que “los puentes peatonales son baratos y no dan para que paguen una coima”. Esa sería la principal razón por la que no se hayan hecho otros, según su opinión. Si una buena parte de los peatones no los usan, tal vez sea porque con frecuencia están sucios o son inaccesibles para personas que presentan alguna discapacidad o para una madre que lleva a su niño en un cochecito. Deberían diseñarse con rampas, como el puente que se inauguró recientemente en el Mercofrut. También influye la escasa educación vial tanto de los conductores como de los transeúntes.

Si los conductores respetaran al peatón y las normas viales, la existencia de pasarelas sobre las avenidas no sería necesaria; bastaría con poner semáforos y los controvertidos lomos de burro para que se viesen obligados a reducir la velocidad, Pero el analfabetismo vial no sólo es de muchos de los que se suben a un vehículo, sino de los mismos transeúntes, poco afectos a cruzar una arteria por donde se debe y no hacerlo tampoco cuando el tránsito tiene vía libre.

No se trata sólo de controlar, sancionar o persuadir, sino de educar. Si desde temprana edad se nos educara para proteger la vida, creceríamos con una mayor conciencia sobre la importancia de preservar no sólo la propia, sino también la del prójimo. Sin control, sin penas onerosas y sin educación, difícilmente mermarán los accidentes y las muertes viales.

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