Falta en esta capital un “Museo de la Ciudad”

Falta en esta capital un “Museo de la Ciudad”

San Miguel de Tucumán tiene varios museos dentro de sus ámbitos. Sin embargo, llama la atención que falte uno: el “Museo de la Ciudad”. Es decir, un local donde pueda apreciarse todo lo que constituyó el ajuar cotidiano de sus viviendas y de sus habitantes.

El primero de ese tipo fue instalado en Buenos Aires en 1968, por aquel renombrado experto en patrimonio que era el arquitecto José María Peña (1931-2015). Lo ubicó en un viejo inmueble esquinero de la calle Defensa, en el barrio sur, y desde entonces constituyó uno de los repositorios más visitados por porteños y turistas, dados el atractivo y la calidad de su material.

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En Tucumán, en 1973, hubo un intento municipal de instalar un museo similar, en el llamado “castillo” del Parque Guillermina (ver LA GACETA, 12 de noviembre de 1973). Por la razón que fuera, la iniciativa se fue luego desdibujando. Acaso influyera en eso la ubicación, lejana y a trasmano de la zona frecuentada por los turistas. Una década más tarde, en julio de 1978, la Dirección General de Cultura de la Provincia encaró la tarea. Con material proveniente de compras, de muchas donaciones y de préstamos, inició un “Museo de la Ciudad” en la céntrica Casa Padilla. Realizó varias exposiciones (recordamos, por ejemplo, “La vieja ciudad”, “Los locos años XX”, “El periodismo”) todas diseñadas por la calificada museóloga Sara Peña de Bascary. Sin embargo, la valiosa iniciativa fue también dejada de lado y no se volvió a hablar de ella.

Nos parece que sería hora de ponerla de nuevo en marcha. Un museo de ese tipo tiene, sobre otros, la ventaja de que su material es relativamente más sencillo de conseguir que el que requerirían, por ejemplo, un Museo Histórico o un Museo de Bellas Artes. El referido a la ciudad exhibe elementos de la vida cotidiana, cuya obtención no es nada costosa, por lo general. Desde un par de viejos azulejos decorados hasta un trozo de moldura; desde una olla de hierro hasta una antigua cerradura; desde una plancha de carbón hasta una manija de puerta, hay mil objetos utilizados en los años que pasaron, que pueden mostrarse de modo interesante, acondicionándolos con buen gusto y con buen criterio.

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Lo que sí parece necesario en estas instituciones, es que al visitante se le muestre la mayor cantidad de objetos posibles (que es, en definitiva, lo que va a ver) y no que, como quiere cierta tendencia actual, se sustituyan los objetos por carteles y fotografías.

Existen múltiples posibilidades de reunir las piezas de gran interés para un centro de esta índole. Se las puede obtener con una inteligente recorrida por las demoliciones y por los corralones, esto aparte de los que podrían llegar por vía de donación. Pensamos que, además, el área de Cultura de la Provincia tiene que haber guardado, en sus depósitos, el material que se exhibió en la Casa Padilla entre 1979 y 1982, y que bien podrían ser incorporado ventajosamente al nuevo centro.

Por cierto que tiene que localizarse en un inmueble adecuado a su prpósito: pensamos, por ejemplo, en la ex Dirección de Rentas restaurada, o en la Casa Sucar, para citar sólo dos posibilidades. En suma, el “Museo de la Ciudad de Tucumán” es perfectamente posible y no especialmente costoso. Vendría a revalorizar nuestro patrimonio, además de aumentar considerablemente los atractivos de esta capital.

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