Cartas de lectores
21 Febrero 2018

¿Qué es esto?

En LA GACETA del 9/2 se muestra un video en el cual se ve a un grupo de personas (entre 30 y 40) en un estadio de fútbol, rindiendo homenaje a un delincuente muerto en un hecho delictivo. En dicho video se escuchan cánticos, amenazas y disparos al aire. Estas personas, “armadas y transportando el ataúd de un delincuente muerto, llegaron y se fueron circulando sin ninguna dificultad por las calles de San Miguel de Tucumán. ¿Qué es esto? No lo puedo entender. Me cuesta creer que esto esté sucediendo en las calles por donde circulan mi familia, mis amigos, gente que va a trabajar, a estudiar, etcétera. Apelo a los ciudadanos tucumanos. Todo esto no es un hecho más, sino algo contrario a la civilización. Es necesario tomar conciencia; se trata de la salud y la vida de las personas de esta ciudad. Necesitamos vivir en una sociedad civilizada. Debemos exigir explicación y cambios urgentes; de lo contrario seguiremos con marchas y panfletos para pedir justicia (al desierto) por la muerte de un ser querido. No puedo entender cómo es posible que una horda, es decir un grupo de gente armada que no pertenece a niguna fuerza de seguridad, pueda circular como dueños y señores con total impunidad por las calles. Esto sólo puede ocurrir en lugares donde literalmente no existe la ley. Pero aquí no sólo existe la ley como letra muerta, sino que además existen tres instituciones responsables de la misma. Por eso me pregunto ¿qué es esto? La existencia de estas hordas es la más clara evidencia de que las personaas que deben hacer cumplir la ley en diferentes instituciones del Estado lisa y llanamente no lo hace, o no saben hacerlo, o no quieren hacerlo. Por eso me dirijo a ellos; a sus excelencias, al señor gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo; a sus excelencias, los señores de la Corte Suprema de Justicia; y a las excelencias de los legisladores. Sus excelencias: la ciudadanía les paga un sueldo (más que importante) para que ustedes “trabajen” generando, manteniendo y desarrollando una sociedad que funcione con un mínimo de civilización. Por lo tanto, no lo digo de manera metafórica, ni como una expresión de deseo; literalmente ustedes tienen el deber y la obligación de explicar qué es esto. ¿Por qué se permite esta anticivilización en las calles?

Publicidad

Enrique Fernando A. Celario


[email protected]


INSEGURIDAD

Nuestra provincia está en llamas con el tema inseguridad. Cada día que pasa, estamos más vulnerables y expuestos ante el grave flagelo de la delincuencia. Estamos peor que en el propio Buenos Aires. Todos los días tenemos asaltos agravados a cualquier hora y en cualquier lugar, los motochorros actúan con total impunidad, sin importarles si son niños, adolescentes o personas mayores. Salimos a la calle con el Jesús en la boca, ni a los policías se los respeta. Tucumán se ha convertido en “tierra de nadie”. Esto es el colmo, no tenemos justicia, el Código Penal existente no sirve, únicamente favorece a los delincuentes. Señor ministro Fiscal: esto no da para más. Usted sabe que la ciudadanía está pendiente que el hilo se corte, y las consecuencias pueden ser más graves aún. El Gobierno debe frenar este flagelo, el pueblo necesita urgente una solución.

Publicidad

Daniel Francisco Leccese

Calle10 N° 582
Villa Mariano Moreno


Violencia

¿De qué violencia hablas? Me preguntaron. De la que existe dentro y fuera nuestro, en nuestra sociedad y en todo ser humano, lastimando nuestros corazones. La que nace de valorar y ejercer toda discriminación negativa, sea social, o humana. Nuestro sistema social es violento y no tiene justicia, porque si la hubiera, no existiría hambre ni miseria en el mundo, porque como muestran las cifras, todos tendríamos derecho a vivir dignamente. Esa violencia que se disimula y se confunde con leyes que solo abarcan la diversidad de los poderosos que nos manipulan. Esa violencia que lastima no solo al agredido sino también al agresor. Que destruye y confunde las formas de lo que podía llegar a ser equitativo para todos. Lo cual se destruye como utopía, aunque utopía sea en realidad lo imaginario posible. Como la crisis sigue avanzando sobre todos, parecería importante que se medite un poco sobre ello, para lograr apartar esta violencia que nos va destruyendo.

Javier Astigarraga


[email protected]


Alberdi, la ciudad de los canales

Igual que Venecia, pareciera que ciudad Alberdi está llamada a ser conocida por la construcción de sus canales. Durante los años 2015-2016, se ejecutó en la zona de pie de monte el llamado “canal de cintura” -de nombre rimbombante- con el fin de conducir las aguas de lluvia que, provenientes del sector de altura, inunda varios barrios de la ciudad. Esta construcción a medias, que hoy luce en estado de abandono, con cárcavas y malezas de variado tipo en su cauce, costó según presupuesto $ 38,50 millones (U$S 4,60 millones al tipo de cambio de entonces). El beneficio ha sido prácticamente nulo para la comunidad de Alberdi, a la que venía a aliviar en época de fuertes lluvias. No hubo debate sobre la necesidad de su construcción, que se hizo entre gallos y medianoche, y por tanto, dejó de tenerse en cuenta que el enclave de ciudad Alberdi y de la zona de piedemonte pertenece a la cuenca del Río Marapa, y es hacia allí donde debieron orientarse los canales de desagües. Erróneamente, su traza se orientó con dirección norte, donde no existe ningún río ni arroyo de importancia para recibir estas aguas, salvo el arroyo Matazambi, que después de atravesar la ruta 38 hacia el este, deja de existir. Otro canal, que empieza a llamar la atención de los vecinos, es el construido a la vera de la ruta 308 a Escaba, frente a barrios muy poblados de la ciudad, por el que se advierte que no circula ni baja ningún caudal de agua de lluvia. La percepción de los vecinos atribuye como causa de este fracaso, que el canal ha sido construido con un nivel por encima -casi un metro- del nivel del terreno, lo que determina que las aguas tengan que discurrir desoyendo el proyecto humano, para hacerlo conforme la ley natural de las cosas. Tratemos de hacer cosas con eficiencia, y que los pocos recursos con que cuenta actualmente nuestra sociedad lleguen en soluciones verdaderas.

José Luis Díaz Robín

[email protected]


NEGLIGENCIA MUNICIPAL

Me cuento entre aquellos que estamos hartos de que no se tomen decisiones inteligentes referentes a organizar el caótico tráfico que caracteriza a nuestra ciudad, sea cual fuere el aspecto del mismo que analicemos. Dentro de estas consideraciones, quiero detenerme en la confusión que producen ciertos letreros luminosos, de considerable intensidad lumínica, en todo conductor que llega a un semáforo. Como casos emblemáticos, cito las cruces verdes que algunas farmacias colocan a la misma altura que el semáforo. Esto es fácil de comprobar en Laprida y Corrientes y en Santiago y 25 de Mayo. Esta última es muy enceguecedora por su luminosidad y tamaño, además de resultar perturbadora por su permanente titilar. Debiera haber alguna reglamentación que disponga la forma de colocar este tipo de publicidad.

Humberto Hugo D’Andrea

[email protected]


FUTBOLISTAS DE INFERIORES

Tengo un hijo clase 1994 que ya no practica el fútbol, pero jugó cuatro años en el CEF 18. Al salir de allí, fue a probarse a San Martín, donde no lo aceptaron porque había chicos mejores que él. Luego fue a Atlético Tucumán, a donde yo lo acompañé. Allí le dijeron que había jugadores de más, y por esos días, tenían también una clase ‘94 campeona. Pero igualmente lo iban a probar. Mi hijo jugó 35 minutos como atacante, metió dos goles y dio un violento pelotazo en el travesaño. Finalizada la práctica, el técnico le dijo: “Estás desocupado, muchacho”. A todo esto, quiero aclarar que no escribo con resentimiento, porque en ambos lados lo vieron; acertados o no en su decisión final respecto a él, no puedo negar que fueron atentos al dejarlo practicar. Lo que sí quiero preguntar a los dirigentes de ambos clubes, aún cuando Atlético desde hace varios años pasa una hermosa luna de miel con el éxito, es ¿qué fue de la vida de todos esos pibes clase ‘94, que integraban la formación campeona cuando mi hijo fue a la prueba? Y de los pibes que se hallaban en mejores condiciones que mi hijo el día de su examen en San Martín, ¿podrían también decir qué fue de ellos y de sus compañeros de equipo, ya que año a año, el “santo” renueva casi completamente sus alineaciones con jugadores foráneos? Luego de ambos intentos fallidos, mi hijo aprobó un examen en la Escuela Sagrado Corazón, de Rosario (Santa Fe), bajo la mirada de Juan José Urruti -ex futbolista internacional-, pero no pudo volver por carecer de recursos económicos. Y para finalizar, quiero decirles a los dirigentes “santos”, especialmente, cómo actúan clubes de otras provincias, como Belgrano de San Francisco, donde fue la última prueba que afrontó mi hijo (cuando ascendió a la “B” Nacional). Allí lo hicieron jugar un jueves y un viernes y, al final de la práctica, le dijeron: “Chico, eres un muy buen jugador, estás muy bien físicamente, pero nosotros no tenemos las condiciones económicas necesarias para hacerte quedar, por lo que solamente apostamos a los jugadores de este lugar”.

Daniel Chávez

[email protected]

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios