Cartas de lectores
24 Enero 2018

De lo nuestro, lo peor

De regreso al lugar donde nací, después de un paseo por las tierras de mis ancestros, puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que es casi imposible encontrar un lugar más transgresor de las reglas o las leyes que Tucumán. Por ejemplo, sólo contados restaurantes cumplen con la “carta para celíacos”, a pesar de ser ley desde hace muchísimo tiempo. Quizás existan países más pobres e incultos que nos sobrepasen en ese indigno galardón, pero choca volver y comprobar que no existe prácticamente ninguna pared de la ciudad sin pinturas ni pegatinas. No hay ningún sitio en la ciudad o en el interior donde los ruidos molestos dejen de soportarse a cualquier hora, lugar o circunstancia. Y estoy completamente seguro de que difícilmente pueda hallar una provincia donde el vocabulario sea más soez que en la nuestra. Por último, aunque sea triste decirlo, todas estas características no son precisamente atributos para destacar, sino deudas sociales que resulta imperioso corregir.

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Miguel Ángel Sáez

Muñecas 616

San Miguel de Tucumán

Un lugar misterioso llamado SAT

En nuestra ciudad hay una nueva agresión que naturalizar (la necesidad de subsistir reclama ampliar esa capacidad). Luego de llamar al 0800 de ese misterioso lugar llamado SAT, cuyos empleados toman la queja y dan un número, todo pasa al olvido. Tener las onerosas boletas pagadas al día es irrelevante. El calor, la humedad, y el olor nauseabundo componen una mezcla letal que cada día debemos soportar. Sentir la vida es, básicamente, respirar. Pero hasta esa necesidad fue contaminada. No sé a quién dirigirme. No busco culpables. Quiero soluciones. La pérdida a la que me refiero nace en las calles Frías Silva y Crisóstomo Álvarez, baja en una fétida corriente y en cada esquina se formó un lago verdoso que el paso de los vehículos hace explotar. Diariamente camino por la zona y al llegar a Miguel Lillo y Crisóstomo Álvarez, bajo los ojos, dejo de respirar. La vergüenza (ajena) me invade.

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Rut Emilia Tomatis

Crisóstomo Álvarez 1.741

San Miguel de Tucumán

Los caprichos de los niños

En la crianza de sus hijos pequeños, muchos padres jóvenes recurren al psicólogo o a “la señora que cura” para ponerles límites a sus caprichos. Y, entre ambos polos, fluctúan los consejos de los abuelos que “más que por diablos, saben por viejos”. Pero he aquí, que muchas veces las opiniones de los abuelos son tomadas con desprecio. Porque “nos quieren manejar la vida”, porque “creen saberlo todo”, o porque “no nos dejan aprender por nuestra propia experiencia”, según afirman las jóvenes parejas. No voy a negar que a veces tienen razón por sus quejas. Pero sí voy a afirmar con contundencia que la mayoría de ellos carece de practicidad (no de sapiencia) para resolver los conflictos que se dan con los niños a raíz de sus caprichos. Y voy a citar un ejemplo: un niño llora porque quiere ir a jugar a la pelota con su amiguito en el patio de su casa. Pero sus padres no lo dejan, porque “pueden caerse y golpearse”, “pueden tirar la pelota a la calle”, o lo que es más grave, “pueden bajarse a la calle y ser atropellados por algún vehículo que pase”. Ante estas respuestas, el niño rompe en llanto y patalea una hora, cuando, según su abuelo, la solución práctica a este problema sería que el papá o la mamá se levanten de sus asientos y acompañen a los niños 20 minutos en su juego. De esta manera, el niño renegaría menos con su llanto, el más maravilloso acontecimiento de su vida, que es jugar, seguiría siendo un encanto… y colorín colorado.

Daniel E. Chávez

Pasaje Benjamín Paz 308

San Miguel de Tucumán

La propuesta de pago de la luz

El sistema propuesto para abonar la factura del servicio de electricidad en cuotas es una incertidumbre. En términos entendibles, pagar una boleta resulta imposible y no se ve una solución; los incrementos por el servicio repercuten de manera preocupante en el bolsillo de la gente y pagar en cuotas es solo un parche provisorio de la primera factura que llegó con un 20% de incremento. No se trata del pago anual el que se hará en cuotas; es la boleta bimestral o mensual. Es decir que a fin de año tendré un crédito, en términos hipotecarios, por el tiempo de la deuda. Basta con multiplicar el número de cuotas por el resto de los periodos, para darse cuenta de que el usuario va adquirir una larga financiación, que seguramente terminará el año que viene -con suerte-. Si la empresa encontró la manera de cobrar a futuro, de igual manera exigimos un servicio acorde al monto que se paga. Las interrupciones del servicio eléctrico, sumado a la falta de inversiones, hace prever que éste solo es un negocio.

Williams Fanlo

Azcuénaga 980

San Miguel de Tucumán

Límites al poder

Hace varios años el ex primer ministro inglés Tony Blair publicó un ensayo acerca del fin de la democracia como sistema que asegure la libertad del individuo. Básicamente, Blair afirmaba que en la actualidad muchos gobiernos electos legalmente adulteran los mecanismos democráticos para establecer regímenes totalitarios en las tinieblas: no llegan a ser dictaduras, pero distan mucho de ser democracias. De hecho, todos los gobernantes del “primer” mundo tratan de hacerlo constantemente, hasta que se les pone un límite. Creo que ha llegado el momento de establecer cuales son esos límites en la Argentina, antes de que se redefinan (nuevamente) el espíritu de la Ley, la Libertad, derechos humanos y otros conceptos universales mediante un falso relato o “newspeak”, como trató de hacer Cristina Fernández sin éxito. En mi opinión, hemos llegado al mismo punto por negación lógica: dos injusticias no hacen justicia.

Leonardo Peusner

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La montaña de las decisiones

Un lugar enmarcado por bosques de coníferas, donde sobresalen imponentes pinos de troncos gigantescos y armoniosos y colosales abetos, fue el elegido -como todos los años- para el Foro Económico Mundial, donde se revisará, habrá un balance y se determinarán proyecciones en torno a la macro economía global. Ese sitio placentero y confortable se llama Davos, una ciudad suiza situada en el cantón de los Grisones, en el valle del mismo nombre. Es famosa por sus deportes invernales y su belleza natural, pero fundamentalmente porque alcanzó notoriedad por la famosa novela del escritor Thomas Mann, “La montaña mágica”, un fresco de la Europa de comienzos de siglo XX y cuya escritura y vasta erudición lo convirtieron en el escritor clásico de la literatura alemana. Fue galardonado en 1929 con el premio Nobel de Literatura. Esta región rodeada por la majestuosidad nevada de los Alpes helvéticos y gélidas temperaturas, es el lugar indicado y privilegiado para la “cura de reposo” de los principales líderes mundiales. Claro, que los huéspedes del otrora Sanatorio Internacional Berghof, donde se desarrolla la novela, es decir, los de aquí arriba como se les llamaba a los pacientes debido a la altura del valle, estarían más atentos y concentrados al tratamiento de su diagnósticos y expectativas de cura que a los avatares económicos del mundo de las finanzas y el capital. Hoy, el convulso orbe abriga la ilusión y alberga una mejor y concreta perspectiva de ese Foro Mundial, donde la multiplicidad de intereses requiere un sensato equilibrio, sin recurrir a una raída expresión de deseos sobre temas tan candentes y urgentes como el cambio climático, el libre comercio, derivando en acercamientos comerciales libre de proteccionismo. En el tratamiento de esa agenda de vital importancia, pasan las esenciales decisiones de los potenciales países ricos. Apostar en un beneficioso y fructífero consenso y a una igualdad simétrica sin prejuicios. Los temas a tratar son de larga data, y esa medida de tiempo llamada semana tiende a esfumarse velozmente. Entre el nutrido desfile de personajes que pueblan la narración del escritor Thomas Mann, adquiere relevancia la dialéctica del italiano Lodovico Settembrini, literato y humanista, apologista del poeta Carducci, al despuntar su agudeza sin ambages: “En la montaña reina esta noche la magia del desvarío, y si algún fuego fatuo se brinda a mostraros el camino, mas vale que no confiéis demasiado en él...”.

Alfonso Giacobbe

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Embargo de cuentas sueldo

“El obrero fabril inglés entrega semanalmente su salario al tendero, que lo envía todas las semanas al banquero; éste lo devuelve semanalmente al fabricante, quien vuelve a pagarlo a sus obreros, y así sucesivamente”. LA GACETA cuenta que se modificó una norma que impedía embargar cuentas sueldos. Se podrá embargar la cuenta pero sólo cualquier excedente de dinero que esté encima de tres veces el salario promedio de su titular en los últimos seis meses. Antes se establecía que “la traba de cualquier embargo preventivo o ejecutivo que afecte el salario de los trabajadores se deberá instrumentar ante el empleador para que éste efectúe las retenciones que por derecho correspondan, no pudiéndose trabar embargo de ningún tipo sobre la cuenta sueldo”. No intervenía la institución bancaria. ¿Quieren convertir, ahora, al trabajador y al jubilado en prisioneros de los bancos? ¿El trabajador pierde su autonomía o soberanía de decidir cómo organizar su sueldo? ¿El banco es prioridad sobre las necesidades básicas como alimentar a una familia? ¿Valoriza su cartera de préstamos con ejecuciones inmediatas? ¿Se pretende salvarlos del tremendo proceso de especulación financiera en desarrollo? ¿Un “corralito” al salario para superar una posible crisis bancaria? ¿Retenciones al salario como las que se aplicaban, en el pasado inmediato, a las exportaciones? ¿Quieren embargar, también los bienes de familia? El salario es tan importante que todos los precios de lo que se compra y vende están determinados por un valor y una cantidad del trabajo. Esa fuerza de trabajo tiene un precio llamado salario. Para sostener ese valor debe consumir una determinada cantidad de artículos de primera necesidad, criar hijos para perpetuar la raza obrera y dedicar otras sumas de valores al desarrollo de su fuerza de trabajo y a la adquisición de una cierta destreza. Un banco trabaja con capitales producidos por salarios. También de ahorristas de las clases medias. El trabajo no debe ser embargado. Hoy, para sobrevivir, se usa el crédito. Para pagarlo no se debería devaluar la moneda y elevar tarifas que desvalorizan el salario. Tampoco imponer intereses usurarios y comisiones abusivas. A los bancos, con las “cuentas sueldos”, parece no alcanzarles. “El Banco Central aprobó la comunicación A6105 que habilita al Gobierno a tomar parte de los dólares depositados en los bancos para financiar el tesoro nacional, algo que estaba prohibido desde el corralito”. El salario y los ahorros no deben ser objetos de corralitos.

Pedro Pablo Verasaluse

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