Cartas de lectores
27 Diciembre 2017

La frecuencia de los colectivos

Muchos tucumanos padecimos (esta es la palabra correcta) el lunes 25 la mentira de las empresas del servicio público de pasajeros de San Miguel de Tucumán. Como ese día generalmente no hay controles, hicieron lo que quisieron; nunca pensaron en los pasajeros. Ese día no circulaban las unidades ni con la frecuencia de los días domingos. No mientan: lo comprobé en carne propia. Algunas unidades comenzaron el recorrido después de las 15 (se anunció para las 14), y a la noche esperé desde las 20.30 hasta la 1.30, y nunca pasó el colectivo de la línea 130. Tampoco las unidades de la línea 6 ni de la 100. Ninguna empresa. Sólo la Tessa, en la zona de la Plaza San Martín, pasaba cada 20 minutos. También comprobé que circulaba la línea 141. La Municipalidad y la Dirección de Transporte deben exigir a las empresas que cumplan con los servicios, primero, y las frecuencias, después. Y si no van a hacerlo, que informen con tiempo para que los usuarios tomen sus recaudos. Espero que en la fiesta de fin de año mejore la prestación del transporte público y no nos mientan de nuevo. ¿Así quieren un aumento en el boleto? Es pésimo el servicio que prestan.

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Judith Gilda Lilián Ismaín

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Sistematización de ríos del Valle

He leído en LA GACETA (24/12) sobre la tragedia que ocurrió en el Río Tafí hace 50 años, cuando un camión fue arrastrado por las aguas. Agrego a lo publicado que en enero de 1987 el desborde del Blanquito, que se dividió en tres brazos, destruyó varias casas y obligó a evacuar a numerosas personas. Los ríos que discurren por el Valle de Tafí, tienen paleocauces, características aluvionales y representan amenazas y riesgos hídricos geológicos para las poblaciones y el ambiente. A pesar de ello, la cuenca nunca fue sistematizada ni es controlada. Por lo expuesto, no entiendo por qué la Dirección de Medio Ambiente (DMA) y el Consejo Provincial de Economía y Medio Ambiente (CPEA) aprobaron el Certificado de Aptitud Ambiental al proyecto Planta de Separación y Tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos (RSU), del Municipio de Tafí del Valle, sin haber ponderado los peligros y riesgos vinculados o asociados al mismo. La planta está prevista instalarla en el cono de eyección de tres ríos de montaña: Las Puertas, el Tafi y el Blanquito. Un aluvión podría destruir esas instalaciones y contaminar el dique La Angostura. A través del expediente 708/620 solicité a la DMA y a la CPEA que revean lo aprobado y que se tenga en cuenta los cuestionamientos, por el bien del ecosistema Tafí del Valle y de su población.

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Juan Francisco Segura

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Pedido de un jubilado transferido

A través de este espacio quiero dirigirme al gobernador Juan Manzur en mi condición de jubilado transferido, para solicitarle un acto de grandeza: que cumpla con el fallo de 1996 de la Cámara en lo Contencioso Administrativo, que intima a la Provincia -como garante- a pagar todos los aumentos en los haberes del personal en actividad a los jubilados transferidos, haciendo abstracción de que si tienen o no descuentos previsionales. Seguramente no esperará la finalización de su mandato para “esquivar” el compromiso legal que debe cumplir, mientras nosotros los jubilados seguimos esperando este acto de justicia social y avanzando en nuestras vidas con los años “que no perdonan”.

Julio E. Arias

Pasaje García 863

San Miguel de Tucumán


La reforma del secundario

La reforma al secundario está conformada por varios aspectos. Uno de ellos, la reformulación de los contenidos curriculares de la escuela media, fue analizado, en la misma sección, el 26 de junio pasado. Otra de sus aristas es el denominado Instituto de Evaluación Educativa que “analizará en una primera etapa el desempeño de los alumnos, y avanzarán en un mecanismo de regionalización del salario de los maestros para que no haya tantas diferencias entre provincias”. “La creación del instituto será primero por decreto y luego enviará un proyecto al Congreso”. Al querer “alinear los currículos -contenidos- con el mercado laboral”, el aprendizaje no estará centrado en los contenidos sino en “el enfoque por capacidades necesarias para desenvolverse en la sociedad del futuro” ¿Qué son esas capacidades? “En un sentido amplio, un conjunto de modos de pensar, actuar y relacionarse que los estudiantes deben tener, para sus oportunidades de desarrollo”. Dicho en criollo: trabajar como cajero en un supermercado no necesita de un saber leer y escribir y de operaciones matemáticas de maneras sistemática y compleja. Bastan “capacidades” elementales. Eliminar el “aprendizaje de contenidos” significa suprimir las 14 asignaturas que tiene la actual secundaria. Cambiarlas por tres áreas en las que se disuelven las citadas: ciencias sociales y humanidades (historia, geografía, etcétera.), Científico Tecnológica (matemática, biología, entre otras) y Comunicación y Expresión (Lengua y Literatura, lenguas adicionales, etcétera). Todas ellas tendrán orientaciones de acuerdo a los saberes socialmente productivos de cada localidad y hasta de cada escuela. Devalúan los conocimientos de nuestros hijos, convirtiéndolos en trabajadores baratos. Entrenados en las llamadas “habilidades blandas” para aceptar sumisamente la incertidumbre del despido. En esta escuela que cosifica a nuestros alumnos por medio del entrenamiento laboral, sobran los maestros y los profesores. ¿Cómo organizar la enseñanza? Los docentes son reemplazados por “facilitadores del conocimiento”, abandonando la “clase” organizada en fundamentos, estrategias metodológicas, objetivos, contenidos, procedimientos, actitudes, actividades, trayectorias, recursos y evaluación. El docente, ahora, pasa a ser un “guía”, un articulador de un proceso de trabajo autónomo y colaborativo donde el alumno aprende sólo o en grupo con los docentes como facilitadores y orientadores, mediados por la tecnología. Desaparece el quinto año y pasa a llamarse “año integrador y formativo del más allá de la escuela”. Transforman la escuela, de esta manera, en formadora de mano de obra barata y de la recalificación gratuita de la mano de obra en actividad. Hace un tiempo el jefe de gobierno de la CABA había señalado que los homo sapiens pudieron derrotar a los dinosaurios porque “estaban más organizados” (tenían equipo). A la educación y a la mano de obra, de la mano de los últimos gobiernos, la están llevando a la fase de los picapedreros.

Pedro Pablo Verasaluse

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Inflación, deuda externa y letras

El 23 de octubre pasado, durante una conferencia de prensa, al presidente Macri le preguntaron si el Gobierno seguirá tomando deuda o no después de las elecciones (22/10) y su contestación fue la siguiente: “de esto ya hemos hablado bastante; mientras la Argentina tenga déficit fiscal como tiene va a seguir teniendo que tomar deuda porque tenemos un compromiso central”. Y agregó: “el primer camino para reducir la pobreza es bajar la inflación, que es lo que más afecta a aquellos que menos tienen, con lo cual si uno no va a financiar el déficit con inflación lo tiene que financiar con deuda; seguir avanzando en esta reducción gradual del déficit fiscal que es un compromiso que asumimos desde el primer día y parte de lo que vamos a hacer de acá a fin de año, es aprobar en el Congreso un presupuesto que comprometa una reducción del déficit, que el año que viene debería ser menor al 3,2% (se refiere al porcentaje sobre PBI). Estas declaraciones de Macri plantean muy discutible la interpretación sobre la relación entre deuda y pobreza ya que, según ese razonamiento, la deuda pública se necesita para cubrir el déficit fiscal y este endeudamiento, a su vez, sería parte de un objetivo central de reducción de la pobreza a través de una menor inflación. La teoría de la necesidad de la deuda para sufragar el déficit del Estado argentino es tan inconsistente como contradictoria. Por un lado dice “la deuda es también causal de inflación (por sus efectos directos como el gasto público y por el aumento del piso de las tasas de interés del mercado)” y por otro lado, omite decir que el problema de la refinanciación de los vencimientos de capital y el pago creciente de sus intereses son la principal causa de ese déficit, que se cubre y retroalimenta justamente con más deuda. La Argentina no paga un centavo por vencimientos de la deuda por capital, sino que renueva íntegramente sus compromisos y además aumenta en forma sistemática su stock con nuevas deudas que no tienen demostración alguna de capacidad de repago. De modo que el saldo de la deuda total aumenta indefinidamente y cada vez se pagan más intereses. Además, el Banco Central mantuvo la tasa de interés de las Lebac en 28,75%, no renovó un cuarto de los vencimientos y las compañías de seguros compraron Letes. El Banco Central, a cargo de Federico Sturzenegger, nunca pudo reducir las altas tasas de interés de las Lebac e incluso, tras un intento de moderar los rendimientos en el primer trimestre del año, tuvo que volver a elevarlas del 24% a más del 28%. Es decir, el Gobierno no disminuye sino que aumenta en valor absoluto el monto del déficit del Estado. Esto revela que tenemos un “Estado deudor” que no solamente no puede pagar y refinancia íntegramente las obligaciones de capital a su vencimiento, sino que ni siquiera puede cubrir la totalidad de los intereses respectivos. Si eso fuera poco, el 21 de diciembre el Gobierno amplió la emisión de deuda por más de $ 25.000 millones. La decisión fue tomada a partir de una resolución del Ministerio de Finanzas y amplió la emisión de una Letra con vencimiento el 16 de marzo de 2018, originalmente emitida el 13 de diciembre último, por hasta $ 8.689 millones, y se amplió la emisión de otra Letra que fue emitida en igual fecha (con vencimiento el 14 de septiembre próximo) por hasta $ 6.148 millones. Queda en evidencia que el aumento del gasto público y el déficit fiscal, así como el incremento de la inflación y la pobreza, no son la causa determinante de los problemas económico-financieros de la Argentina. Son el producto de un sistema de deuda perpetua que se mantiene como política de Estado. El gobierno de Macri no disminuye sino que aumenta en valor absoluto el monto del déficit del Estado.

Julio A. Gómez

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