Una tesis exhibe cómo podría quedar la Primera Confitería

Una tesis exhibe cómo podría quedar la Primera Confitería

La arquitecta Natalia Cerasuolo propone integrar galerías, pérgolas y un anfiteatro. Dos estacionamientos.

EL PROYECTO. Cerasuolo apunta a recuperar lo mejor de la estructura original, sumándole una nueva formulación del espacio en el cerro. EL PROYECTO. Cerasuolo apunta a recuperar lo mejor de la estructura original, sumándole una nueva formulación del espacio en el cerro.
28 Noviembre 2017

Quién hubiera pensado que el esplendor iba a acabarse. Quién lo hubiera dicho. Si las crónicas de la época dan cuenta de que era un lugar concurrido; exitoso. Sin embargo, en 1990, el bullicio se convirtió en abandono. Hoy, a dos décadas del cierre, la Primera Confitería, es, también, indiferencia. Eso plantea la arquitecta Natalia Cerasuolo en el proyecto final con el que, días atrás, obtuvo su título de grado.

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En esa tesis, la joven propone una revalorización del edificio. “¿Cuál fue el motivo de su cierre y decadencia? -se pregunta-. No existen respuestas claras -prosigue-. Pero lo que sí existe, es el deseo de que vuelva a ser lo que fue”. Además de contemplar la reconstrucción de lo que se ha venido abajo, en su prototipo Cerasuolo modifica y agrega otros sectores.

“El inmueble se encuentra en un estado de máximo abandono. Los techos se han derrumbado. Arrancaron los pisos, las puertas y las ventanas. El arroyo Muerto ha socavado parte del terreno. Y la selva está cubriendo la estructura. A medida que pasan los años, la confitería se aleja cada vez más de ese pasado idílico”, razona.

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Así las cosas, entre las ampliaciones se destacan unas terrazas con desbordes, galerías con pérgolas, accesos vehiculares y dos estacionamientos, puesto que uno de los principales problemas de las décadas en las que funcionaba es que no había espacio para dejar los vehículos. También ha planteado la construcción de un anfiteatro al aire libre y unos merenderos en las cercanías del arroyo.

Para efectuar su tesis, la estudiante conversó, entre otras personas, con Osvaldo Castillo, gerente del hotel Sol San Javier. En un pasaje de la charla, el entrevistado se pregunta si esta es la forma en la que los tucumanos defienden su patrimonio cultural. “Creo que los organismos que deberían haber cuidado este edificio han contraído una deuda importante”, opina.

La estudiante también habló con una vecina, Lucía Nougués de Iramain, quien le contó cómo era la concurrencia, años atrás. “Ir a la Primera Confitería era como meterte en la selva, con las orquídeas que colgaban de todas partes”, se oye decir a la mujer en otro pasaje de la tesis, en su versión audiovisual. Cerasuolo aprobó su tesis con un puntaje de 10. Ahora, anhela poder ponerla en práctica. Tiene pensado alcanzarle su trabajo a los funcionarios del Ente Tucumán Turismo.

La Primera Confitería se encuentra en la ruta 338, en el camino hacia San Javier. Fue inaugurada el 22 de mayo de 1938. Le pusieron de nombre Parque Aconquija. Pero la gente la llamaba primera confitería, puesto que era la escala inicial hacia la Hostería de San Javier. Formó parte del programa de obras públicas de los gobiernos de Miguel Campero y de Miguel Critto. El objetivo -en aquellos tiempos- era la conquista de la montaña. Cuando las preferencias del público declinaron, la construcción se deterioró. Actualmente, se encuentra abandonada y bajo el amparo de la ley de patrimonio, número 7.535.


ABANDONADA. Así se encuentra hoy la Primera Confitería.

En su último informe, la Comisión de Patrimonio -que depende de la Dirección de Patrimonio Cultural de la provincia- consignó que la construcción es representativa de la arquitectura pública que se realizó en Tucumán entre las décadas del 30 y 40. Además, se trata de una versión del estilo arquitectónico californiano. Tejas españolas, muros blancos, carpinterías de maderas rústicas y los infaltables porches formaban parte de esa corriente. Por eso -dijeron- sólo serán bienvenidas aquellas ideas que estén en armonía con la conservación. En concreto, esa armonía implica que se restaure el chalet original y que no se construya más de lo permitido por el factor de ocupación del suelo, para mantener el equilibrio con el verde circundante.

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