Ficción que respeta la complejidad de la realidad

Ficción que respeta la complejidad de la realidad

Historia bien construida que tiene a Tafí del Valle como trasfondo

EL REGISTRO. El paisaje vallisto no es sólo decorado en la obra de la tucumana Claudia Solans: enmarca la acción mostrando su fuerza y sunecesidad de respeto en una vinculación de mutuo beneficio con quienes lo ocupan. EL REGISTRO. El paisaje vallisto no es sólo decorado en la obra de la tucumana Claudia Solans: enmarca la acción mostrando su fuerza y sunecesidad de respeto en una vinculación de mutuo beneficio con quienes lo ocupan.
08 Octubre 2017

NOVELA

LA VISITANTE

CLAUDIA SOLANS

(Adriana Hidalgo - Buenos Aires) 

La génesis literaria de Claudia Solans –tal su seudónimo– se asocia con el taller literario del recientemente fallecido Abelardo Castillo, donde afinó su talento, como lo hiciera Paola Kaufmann, muerta tan joven, y a quien Solans dedica, entre otras personas, esta, su primera novela. La visitante revela a una autora que entra con paso firme en la narrativa actual, munida de valiosas herramientas: excelente manejo del lenguaje, tanto en el diálogo como en el discurso descriptivo o narrativo, incluyendo una feliz economía expresiva y un saludable, oportuno sentido del humor.

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La protagonista-narradora es Fátima Moran, ingeniera agrónoma especializada en clonación. Recién llegada a Tafí del Valle, se instala en este paisaje, nuevo para ella, y absorbe con avidez cada experiencia y cada contacto humano, amores incluidos. Joven de espíritu libre, se va informando de la historia del Valle, y allí está Solans manejando la narración para insinuar el tema que unifica, sin estridencias, el relato: las orfandades. Desde la primigenia orfandad del Valle, abandonado in illo tempore por ignotos cazadores-recolectores y vacío de habitantes hasta que la colonización española lo repoblara con nativos de otras zonas –que a su vez perderían a sus “padres”, los jesuitas–, hasta las diversas orfandades de los personajes, aludiendo sutilmente a quienes vivieron sus últimas soledades en los vericuetos fatales de la Historia misma. Con sencillez, la protagonista maneja orfandades propias: realista, responsable, sabe encontrar la huella perdida y reconocer sus errores, como alistándose para restañar orfandades ajenas cuando deje de ser “la visitante”.

Utopías restauradoras

El paisaje vallisto no es solo decorado: enmarca la acción mostrando su fuerza y su necesidad de respeto en una vinculación de mutuo beneficio con quienes lo ocupan. Y así como la autora elude discursos sobre posibles horrores en el Cerro Muñoz –Fátima sabe de huesos hallados en 1956, pero cree ubicarlos “a fines de los setenta”–, evita también insistir en el discurso ecologista, sobriedad que se agradece.

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El anticolonialismo tradicional aparece, digno, en Serafín, ingeniero de origen nativo: “Dominadores y dominados les llaman por ahí. Una realidad bastante más compleja que una simple división de razas. ¿O pensás que habría que restaurar el quechua como idioma oficial de los valles calchaquíes?” Y agrega: “La verdad es que estoy cansado de escuchar utopías restauradoras de una realidad que ya no existe.”

Bien, Claudia Solans. Podrías revelar con orgullo tu prosapia tucumana. Ese orgullo será también nuestro.

© LA GACETA

Eugenia Flores de Molinillo

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