Una pelea entre un municipal y un ambulante generó tensión en la peatonal de Tucumán

Una pelea entre un municipal y un ambulante generó tensión en la peatonal de Tucumán

LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO

El inspector aseguró que le pegaron un cabezazo. Hubo reclamos y entredichos.

01 Septiembre 2017
Una discusión entre un vendedor ambulante y un inspector municipal causó revuelo esta mañana en la peatonal Mendoza y terminó con la intervención de la policía. 

Según explicaron los protagonistas, todo ocurrió minutos después de las 10 cuando el empleado municipal Daniel Juárez le reclamó a un hombre que había desplegado un toallón blanco para vender alfajores, en el acceso de la galería Paseo Norte, en Mendoza al 600. Siguiendo el relato de Juárez, sin mediar palabra, el ambulante le pegó un cabezazo. "No le pegué, pero intenté defenderme", explicó el municipal con visibles rastros de sangre en sus fosas nasales y el pómulo derecho apenas inflamado. 

Mientras que la versión del ambulante, que evitó identificarse, y de algunos testigos es opuesta a la del inspector. "Me agarró de la campera y me pateó la caja", reclamó el hombre que también tenía en su cara las marcas de la pelea.  



Lo concreto es que la venta ambulante está prohibida en las peatonales de la capital tucumana y la discusión se desencadenó, aparentemente, por las formas en las que le reclamaron levantar el toallón sobre el que pretendía sentarse con dos cajas de alfajores: una de tres tapas blancos y otra de tres tapas negros. 

Toda la escena fue seguida por decenas de curiosos y, con el correr de los minutos, se llenó de compañeros de Juárez, que fueron increpados por otros peatones. 



La situación se descomprimió cuando el ambulante levantó sus cosas en una mochila celeste. Lentamente alzó la imagen de la Virgen del Valle, después una de la Virgen de Guadalupe, dobló la manta y al último guardó un recipiente de plástico, en el que recoge limosnas.  Las caja de alfajores le entró en una bolsa blanca de una casa de deportes. Con la campera debajo del brazo y después de tirar la colilla del último cigarrillo, se fue sin terminar de entender por qué no podía vender alfajores. De espaldas quedaron los inspectores, que planeaban denunciarlo en la Comisaría 1°. 

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