Tres libros para asomarnos a la oscuridad

Tres libros para asomarnos a la oscuridad

Después del reconocimiento internacional a escritoras como Samanta Schweblin y Mariana Enríquez, nuevos títulos y una reedición dan cuenta de un fenómeno que entusiasma a las editoriales: hay un terreno fértil para los libros de ficción que se animan a incursionar en el lado oscuro

LA SENSACIÓN DEL EXTRAÑAMIENTO. La literatura oscura traspone el límite que el común de las personas no se anima a cruzar: ¿qué puede ocurrir si lo absurdo se vuelve real? LA SENSACIÓN DEL EXTRAÑAMIENTO. La literatura oscura traspone el límite que el común de las personas no se anima a cruzar: ¿qué puede ocurrir si lo absurdo se vuelve real?
27 Agosto 2017

Por Karina Ocampo - Para LA GACETA - Buenos Aires

El escritor cordobés Federico Falco, que fue preseleccionado para el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez 2017, por su libro Un cementerio perfecto, escribió La hora de los monos en 2010, que ahora es reeditado por Eterna Cadencia. La literatura de Falco se caracteriza por el manejo de cierta tensión, que por momentos se torna opresiva, hay monotonía y encierro aun en espacios abiertos, las cadenas van por dentro. Al igual que en su antecesor, 222 Patitos, los cuentos cambian de locación, de la ciudad a un pueblo, de la selva al escenario de un teatro, y dan marco a un ambiente que juega con lo fantástico, en donde pareciera que nada importante pasa, hasta que se mira mejor y lo trivial se enrarece.

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Una anciana aburrida investiga movimientos sospechosos en el zoológico de enfrente, familias itinerantes irrumpen con su circo y modifican la rutina de un pueblo, adolescentes con pocas expectativas se entregan a tendencias suicidas, hombres y mujeres bordean la locura o se abrazan a ella. Situaciones absurdas son naturalizadas por el narrador que puede tener una mirada omnisciente, atravesar la primera persona, o alejarse como mero observador, lo que acrecienta la sensación de extrañamiento.

Tomás Downey es guionista, trabaja en un juzgado y fue finalista del mismo premio que ahora mantiene en vilo a Federico Falco. Aunque la distinción de 2016 no fue para su libro Acá el tiempo es otra cosa, sino para el colombiano Luis Noriega, Downey ganó en visibilidad, lo que se sumó al premio que ya le había entregado el Fondo Nacional de las Artes y allanó el camino para su segundo libro de cuentos.

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El lugar donde mueren los pájaros, de Editorial Fiordo, contiene descripciones cinematográficas con la compresión de la poesía. Los cuentos son breves y las imágenes potentes se suceden en un tren de emociones que se insertan en nuestras células como las buenas historias. Lector apasionado de Raymond Carver y Lydia Davis, su escritura tiene algo de catarsis y gira alrededor de los vínculos cercanos: quienes nos aman pueden hacernos daño, transformarse en seres siniestros o volver en forma de fantasma. El futuro es un lugar sombrío en el que tal vez nadie nos espere.

En sintonía con este tema, Los mantras modernos, de Editorial Sigilo, la segunda novela de Martín Felipe Castagnet construye una historia de realismo costumbrista en un futuro distópico en el que la gente desaparece por su propio deseo. Primero deja de verse, después deja de estar y se va a otro tiempo, un espacio al que llaman la “fosforescencia”.

Casi como continuación de su novela Los cuerpos del verano, el autor construye una ciudad -Embarcación-, en un contexto apocalíptico en el que sus personajes deben salvarse sin saber demasiado cómo hacerlo pero con tecnología que se vuelve imprescindible: no hay celulares sino bindis, el estado natural es la conexión, hay buscadores que predicen hechos, las personas pueden escuchar lo que piensan las cosas y usar el tacto para determinar lo que todavía nos hace humanos.

La lectura de la novela no es sencilla pero atrapa, se plantea con una estructura similar a la de un videojuego en el que vivimos lo que ve cada uno de los personajes de dos familias relacionadas entre sí. Por eso el paso de una segunda persona a una tercera produce un breve desajuste hasta saber quién es el que narra, el efecto es tan buscado como el hecho de resignificar la palabra “desaparecidos” en un sitio en el que los golpistas tomaron el poder. La mentira es necesaria para afrontar la vida. En palabras del protagonista que bien podría representar el pensamiento del autor: “Trabajá y recordá los mantras que nos repetimos todos los días para autoengañarnos y no derrumbarnos: quiero y me quieren, todavía tengo expectativas, existe un futuro y es luminoso”.

© LA GACETA

Karina Ocampo - Periodista cultural.

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