Encuestan a los médicos sobre las agresiones que sufren

Encuestan a los médicos sobre las agresiones que sufren

El Colegio busca la opinión de sus 3.700 socios antes de presentar un proyecto común de seguridad con la Federación de Buenos Aires

10 Julio 2017

Si bien la Legislatura promulgó hace más de dos meses una ley de contravenciones contra agresores de médicos o docentes, que todavía no fue reglamentada, para el Colegio Médico esto no basta. “Es un paso. Los trabajadores de la Salud estamos aún muy desprotegidos. Cualquiera llega, muy suelto de cuerpo, y le pega una patada a la puerta de una guardia”, advirtió el secretario general de esa institución, Héctor Sale. Por eso mismo, comenzaron a encuestar a sus socios con el objetivo de crear un protocolo que pueda protegerlos.

“Se está trabajando, haciendo encuestas vía correo electrónico a los 3.700 socios para presentarlas en Femeba (Federación Médica de Buenos Aires) para trabajarlo a nivel nacional, por lo de público conocimiento: situaciones de violencia que hay en los sectores públicos y privados. Desde la Subcomisión de Médicos Jóvenes les preguntamos si vivieron hechos de violencia y cuáles fueron. Femeba está armando un proyecto, que se trata fundamentalmente de la protección del personal de Salud. Esto aún está en pañales, va a haber una reunión en octubre donde se van a volcar nuestros resultados”, anticipó el médico.

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La ley se aprobó luego de que el médico Federico Dürig fuera atacado a golpes en el Sanatorio Norte por varios familiares de un paciente que había fallecido. Una semana antes, algo similar había sufrido su colega Juan Alud en el Centro de Salud; tres mujeres lo arrinconaron y comenzaron a golpearlo y a arañarlo. Estos casos -sobre todo el de Dürig- tuvieron especial repercusión, pero en el sector se explicó que casi a diario existen episodios de violencia verbal que no se conocen, y que tienen la atención del Colegio.

“No están terminados los números como para hacer una lectura correcta, pero evidentemente, cualquier solución tendrá que ver con un abordaje multidisciplinario, en el que actúen instituciones como la nuestra, pero también el Estado”, observó Sale, quien se encuentra temporalmente a cargo de la institución, por la licencia del presidente Carlos Fernández.

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“Protocolo mejorado”

Ante las situaciones de violencia, LA GACETA consultó a Federico Jordán, encargado del área de seguridad del Ministerio de Salud, qué se estaba haciendo desde el Gobierno. “Seguimos con el protocolo originario, que se instauró en enero de 2016, pero mejorado. Hemos intentado poner énfasis en las normas de convivencia, tanto en el ingreso como en la permanencia en los hospitales”, comentó. El prototipo comenzó a ser probado en los hospitales Padilla, Avellaneda y Maternidad, aunque se espera que pronto se pueda aplicar en los 11 centros de atención de referencia que tiene la provincia.

Jordan -quien lamentó que aún no fuera reglamentada la ley de contravenciones- explicó que existen restricciones mayores a la hora de ingresar a un hospital. “Obviamente, de ninguna manera puede entrar un familiar ebrio o drogado. Por otro lado, a raíz de un episodio que se vivió en el hospital de Niños con un Policía -según las denuncias, sacó su pistola reglamentaria para que lo dejaran entrar a ver a su hija-, los efectivos que pertenezcan a la fuerza deben identificarse en la guardia policial y dejar ahí sus cargadores. Cuando ingresan, son familiares”, señaló. En este sentido, se labra un acta en el que la policía deja constancia de que queda custodiando una pieza que pertenece a un arma reglamentaria.

“Tampoco se puede ingresar con el rostro cubierto, ya sea con una gorra o un pasamontañas. Por otro lado, se exige que en ciertos lugares, como las terapias, los celulares estén apagados para evitar que se interfiera con los aparatos. Y en algunos sitios está restringido el paso para quienes tengan menos de 15 años, por los riesgos de contagio”, agregó, en cuanto a las limitaciones de los ingresos.

En cuanto a la permanencia, existen algunas prohibiciones similares. “No se puede consumir alcohol y tampoco tener una gorra o algo que oculte el rostro. Además, sólo se puede filmar o fotografiar algún sector si es que se cuenta con el permiso de las autoridades. Por supuesto, el horario de visitas debe ser cumplido a rajatabla: ese es otro de los puntos conflictivos. Y por último, se hicieron una serie de capacitaciones a los profesionales. En la actualidad, en materia de seguridad, estamos a la altura de los hospitales de la provincia de Buenos Aires”, comparó.

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