Los reclamos por el servicio de agua y cloacas

Los reclamos por el servicio de agua y cloacas

Desde hace años, se han convertido en postales tucumanas que más que orgullo provocan vergüenza. Las pérdidas de agua potable y de líquidos cloacales son una constante no sólo en la capital, sino también en otras poblaciones provinciales. En muchísimos casos, estos derrames suelen extenderse por varios días y hasta meses, lo cual provoca diversos perjuicios. Hace pocos años, en el ranking de reclamos de la Dirección de Comercio Interior los reclamos por esta causa ocupaban el segundo lugar, detrás de las empresas de telefonía y delante de la de energía.

A menudo nuestras secciones de cartas y LA GACETA en WhatsApp se hacen eco de las denuncias de los lectores. Por ejemplo, en nuestra edición del 24/5, una lectora se queja porque la calle, a la altura de la manzana “I”, en el barrio 103 viviendas de Villa Carmela, está intransitable, producto de la pérdida de las cañerías. El 17/5, una vecina de Monteros se queja porque desde hace seis meses tiene pérdidas cloacales en la vereda de su casa en el barrio Mutual. “Vecinos de este barrio realizamos notas y quejas verbales ante las oficinas de la SAT; nunca nos die6ron solución al problema”. Pero el problema no suele terminar cuando se lo soluciona, sino que prosigue con la reparación posterior de la calle o vereda. El 24/5 un vecino se quejaba por estado en que la Sociedad Aguas del Tucumán había dejado la calle Santa Fe al 400. “Luego de efectuar un trabajo, dos operarios de la SAT se limitaron a arrojar tierra sin compactar”, dijo. Algo similar ocurre en la ochava nordeste de Ayacucho y Lavalle.

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Roturas de cañerías, pérdidas de líquidos cloacales, falta de presión en el suministro de agua potable para consumo, escasez de obras en barrios y pueblos, destrucción de pavimentos o daños en calles y hasta en viviendas por problemas sanitarios y de desagües, son los reclamos más comunes de los ciudadanos. Así, podría señalarse que amplios sectores de la comunidad de usuarios evidencian un hartazgo con la prestación de un servicio fundamental para sostener la calidad de vida.

Se trata de un servicio estratégico a cargo de una compañía regulada por un ente estatal, que requiere inversiones importantes y un plan sistemático de trabajos de restauración, mantenimiento y ampliación de una red que durante años sólo fue atendida de manera superficial. Es verdad que la empresa viene encarando trabajos y poniendo energía para mantener a flote el servicio al tiempo que se reconoce que ha invertido en reparaciones en muchos lugares, pero no es menos cierto que la actual gestión ya lleva un largo período al frente de la SAT; es decir que sumó experiencias y capacidades para enfrentar situaciones como las que se denuncian, pero que no ha conseguido revertir el cuadro con soluciones suficientes.

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Frente a esta situación generalizada de deterioro del servicio y al rechazo ciudadano a la prestación correspondería formularse algunas preguntas y considerar algunas alternativas de respuesta ante la problemática. ¿Cuánto dinero se necesita para encarar un programa profundo de inversiones para atender los servicios que presta? ¿Están encaminados o en marcha los préstamos que se solicitaron a organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo para hacer frente a esta realidad? El Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento, el organismo que gestiona y desarrolla programas para facilitar la construcción y la operación de las redes de agua y cloacas, ¿debería tener un involucramiento mayor en el impulso de medidas más profundas para atender la creciente demanda de los usuarios? A esta altura del siglo XXI no termina de entenderse que el Estado provincial no pueda remediar o emplearse a fondo para resolver la crisis que golpea a una de las infraestructuras básicas, especialmente porque su persistencia puede derivar en daños y perjuicios sociales, sanitarios y medioambientales graves.

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