Malvinas, libros y deportes

Malvinas, libros y deportes

Algunos cuentan sobre futbolistas argentinos ovacionados e insultados a la vez en Inglaterra, durante la guerra del 82. Otro destaca la mirada de los ex combatientes y habla de un partido como ensayo de una revancha que nunca lo será. No faltan los que cuentan cómo vivió la sociedad argentina, siempre a través del deporte, aquel conflicto. La literatura deportiva, y aquí van ejemplos, sirvió para reflejar un país, un tiempo y su gente. Testimonios de John Carlin, Klaus Gallo, Ezequiel Fernández Moores y Ezequiel Burgo

02 Abril 2017

Por Alejandro Duchini - Para LA GACETA - Buenos Aires

“La temporada 1981-82 fue la más exitosa de los Spurs en la era de Villa y Ardiles. El equipo logró retener la FA Cup, fue finalista en la League Cup, semifinalista en la Recopa europea y terminó cuarto en la liga, la mejor ubicación desde la llegada de los argentinos. Sin embargo, y más allá del excelente nivel de ambos durante esa temporada, tuvo un sabor agridulce para ellos por la guerra de Malvinas, invadidas por la Argentina un día antes de que Spurs disputara la semifinal de la FA Cup ante el Leicester City. Fue el último partido de Ardiles de esa temporada. No por motivo de la guerra, sino porque había sido convocado a la Selección argentina por César Luis Menotti, quien quería a sus jugadores concentrados dos meses antes de que comenzara el Mundial de España. En esa última participación de Ardiles, el Tottenham derrotó 2 a 0 al Leicester (...). El partido se jugó en el estadio Villa Park de Birmingham, y se oyeron silbidos y el tradicional ‘boo’ de los hinchas del Leicester cada vez que tocaba la pelota alguno de los dos argentinos”.

Este párrafo se lee en el recientemente publicado Las invasiones argentinas (Planeta), del historiador argentino Klaus Gallo. Apasionado del fútbol y el rock, y doctor en Historia Moderna por la Universidad de Oxford, Gallo tiene una interesante cantidad de libros sobre la relación Argentina-Inglaterra. Este último refiere a los futbolistas que juegan en ese país desde fines de los 70 hasta hoy. La historia de Osvaldo Ardiles -quien perdió en Malvinas a un primo, el aviador militar José Leónidas Ardiles- y de Ricardo Villa en el fútbol inglés durante la guerra es central.

En diálogo con LA GACETA, Gallo cuenta que “el ‘tiempo de Malvinas’ fue puntualmente muy corto, el par de meses que duró la guerra, donde Villa y Ardiles, en el Tottenham, empezaron a ser silbados por las hinchadas contrarias. Es cierto que después, y en gran parte por efecto de esa guerra, hubo un período de más o menos 10 años donde no hubo ingreso de jugadores argentinos a la liga inglesa. Hoy es raro oír hostigamiento de hinchas a jugadores argentinos por la cuestión Malvinas”.

John Carlin, periodista británico que vivió parte de su infancia en Argentina, también recuerda el simbolismo de esos dos futbolistas argentinos. “Lo de Villa y Ardiles es fantástico porque ocurrió en plena guerra de Malvinas. Su equipo, el Tottenham, llegó a la final de la Copa Inglesa en Wembley y estaba la Reina y tenías casi 100.000 aficionados cuando el conflicto llevaba mes y medio, porque era mayo del 82, y el tema importante era si los héroes argentinos iban a estar en el partido. ¡A los hinchas del Tottenham les importaba un carajo que fuesen argentinos! Porque era el club. ‘¡No me vengas con el país. Es mi club, es el equipo!’, decían. Pero finalmente se decidió que no jueguen, aunque fueron a ver el partido. Estaban ahí, con traje. Cuando terminó el encuentro, los miles de hinchas del Tottenham clamaron para que salieran Villa y Ardiles al campo para ovacionarlos. ¡En plena guerra! Fue tremendo, maravilloso. Me encantó. Fue una de las cosas más grandes que vi en mi vida: en plena guerra con Argentina miles de ingleses clamando por dos argentinos”, cuenta en una entrevista hecha por quien esto escribe para el libro La palabra hecha pelota (Galerna).

Agrega Carlin: “Una de las cosas que más me gusta de mi historia como futbolero es esa lealtad incondicional de los aficionados del Tottenham hacia Villa y Ardiles en medio de la guerra de Malvinas. Estaban por encima de las idioteces que suele hacer la gente. Afirmaron lo humano. Eso es algo que me encanta, es una historia fantástica, que demuestra cómo el fútbol puede triunfar sobre las pendejadas de los políticos y esas cosas. Te repito: es una de las mejores historias que he visto en mi vida. Esas son las historias tan lindas que hacen que el fútbol cruce esas barreras de nacionalismo pendejo que tenemos metido en la cabeza. (...) ¡A la mierda con las banderas y el nacionalismo!”.

En la cancha

Acentuado por Malvinas, Argentina-Inglaterra se convirtió en uno de los choques más importantes en cualquier actividad deportiva. Por convicción o por marketing. El encuentro del Mundial de fútbol de México, en 1986, fue tan histórico que jamás se olvidará el 2 a 1 en favor de los de Maradona. Un análisis exhaustivo de esos 90 minutos, pero sobre todo de la época, es el que hizo el periodista Andrés Burgo en su El Partido (Tusquets), en el que dedica un importante espacio a los ex combatientes.

“Siempre me hizo ruido que se mezcle el triunfo de la Selección fundiendo imágenes de chicos muertos de frío en la guerra. Quería saber quiénes eran esos pibes. No podía llegar a todos, entonces me metí con los futbolistas. Sus historias fueron paralizantes, fuertes. ¿Cómo hacés para que se te curen las heridas? No lo sé. Hay gente que lucha con eso todos los días. Algunos después de Malvinas no pudieron seguir jugando. Son tipos muy agradecidos de que se acuerden de ellos. Sentí mucha emoción al hablar con algunos de ellos”, le cuenta Burgo a LA GACETA.

Mi Mundial. Mi verdad - Así ganamos la Copa (Sudamericana) se titula el libro que Diego Maradona escribió junto con el periodista Daniel Arcucci al conmemorarse los 30 años del título de México. Refiere al choque ante Inglaterra: “En la previa, el tema de la guerra no pasaba desapercibido. ¡No podía pasar! La verdad es que los ingleses nos habían matado a muchos chicos, pero si bien los ingleses son culpables, igual de culpables habían sido los argentinos que mandaron a los pibes a enfrentar a la tercera potencia mundial con zapatillas Flecha. Uno nunca pierde el patriotismo, pero uno habría querido más que no hubiera habido guerra”. “No jugué el partido pensando que íbamos a ganar la guerra, pero sí que le íbamos a hacer honor a la memoria de los muertos, a darles un alivio a los familiares de los chicos y a sacar a Inglaterra del plano mundial… futbolístico”, comenta Maradona.

Se va a acabar...

Al hablar del Mundial de España del 82, Eduardo Galeano escribió para su clásico El fútbol a sol y sombra (Siglo XXI): “En la primera jornada, el equipo argentino, campeón mundial, cayó derrotado en Barcelona. Pocas horas después, muy lejos de allí, en las islas Malvinas, los militares argentinos fueron vencidos en su guerra contra Inglaterra. Los atroces generales, que en varios años de dictadura habían ganado la guerra contra sus propios compatriotas, se rindieron mansamente ante los militares ingleses”.

La derrota bélica aceleró el final de la dictadura. “Estamos en octubre de 1982. Pos Malvinas. La gente hace oír su voz: ‘Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar’. El coro, unánime dentro del estadio, fue tremendo. Se terminaba una noche larga para la democracia argentina. ‘Después de tanto tiempo de represión, la gente, gracias al vóleibol, pudo expresar algo que necesitaba’”, le dijo el voleibolista Waldo Kantor al periodista Ezequiel Fernández Moores para su libro Breve historia del deporte argentino (Editorial Ateneo). Fernández Moores cuenta: “En abril de 1982, cuando la dictadura estaba en plena aventura de Malvinas, deseosa de reconquistar apoyo popular, se inauguró una pileta en el Parque Sarmiento, de Buenos Aires. Había militares en la pileta, la gente cantaba enfervorizada el Himno y gritaba ‘Argentina, Argentina’”.

En esas mismas páginas se hace un resumen del fútbol en tiempos de Malvinas. Recuerda al hoy guionista Edgardo Esteban y al periodista Marcelo Rosasco, ambos combatientes a sus casi 20 años. Aparece José María Muñoz -el relator de América, como se le decía- hablando de un día histórico por el debut del Seleccionado en el Mundial de España, mientras los soldados argentinos morían de frío. Sin embargo, el gol de Bélgica los amargó. Fernández Moores nos recuerda que el torneo Metropolitano de entonces se llamó, primero, Malvinas Argentinas; y Soberanía Argentina en las Islas Malvinas, después.

Y que en los estadios argentinos se quemaban banderas inglesas, se entonaba que el que no canta es un inglés y que durante el Mundial no se mencionaba la palabra Inglaterra.

En el libro Decíamos ayer (Colihue), de Eduardo Blautein y Martín Zubieta, se cita a Clarín del 26 de abril del 82: “Un hecho inédito se registró en la cancha de Estudiantes de La Plata. En momentos en que el visitante -Quilmes- atacaba denodadamente en busca del empate, el árbitro suspendió el partido. Corrían los 37’ del segundo tiempo. Por los altavoces se dio lectura al comunicado N° 29 de la Junta Militar, que informaba del ataque británico a las Georgias y anunciaba que ‘los efectivos argentinos resisten el intenso cañoneo de las unidades británicas’. La respuesta no se hizo esperar: a voz en cuello las tribunas corearon ‘El pueblo unido jamás será vencido’. A continuación surgió de los altavoces la marcha de las Malvinas”.

Fútbol argentino (Planeta), de Osvaldo Bayer, es uno de los mejores libros de la historia de este deporte en nuestro país. Se lee sobre Malvinas: “1982 será otro año de pruebas para la sociedad argentina. La dictadura militar, para salvarse de su total desprestigio, utilizará una causa justa -la recuperación de Malvinas- para iniciar una guerra absurda que costará la vida de centenares de humildes soldados conscriptos, la mutilación y la ceguera para otros tantos y la rendición del pabellón nacional. Además de un costo de millones de dólares que habrían podido ser utilizados en fuentes energéticas, hospitales, escuelas, viviendas y esclarecer con la palabra, en el mundo entero, el acto de piratería inglés al ocupar por la fuerza el archipiélago en el siglo pasado”. Escribe además: “Un día antes de que los generales argentinos se rindieran ante los ingleses, juega en España la Selección Argentina su primer partido del Campeonato Mundial de 1982. En ese clima de tristeza, duelo e impotencia, el equipo de Menotti, con los mejores -Maradona incluido- pierde 1 a 0 con Bélgica”.

Sin olvido, 35 años después el mundo es otro. El intercambio cultural entre argentinos e ingleses se acentuó en todos los ámbitos. Hoy, como cuenta Gallo en Las invasiones argentinas, los deportistas de nuestro país son bien recibidos en Inglaterra. Hasta alcanzan la idolatría y el respeto, como el futbolista Sergio Agüero. “En lo referido a los argentinos que juegan en la liga inglesa, creo sin duda que el hecho de que los ingleses no le dan tanta trascendencia a ese conflicto los ayuda a desentenderse un poco de esa cuestión”, me dice Gallo. Y después ejemplifica con la música: “Acá se da una situación de fuerte empatía entre las bandas de rock inglés cuando visitan nuestro país y sus apasionados seguidores argentinos. Puntualmente, en los recitales, donde a veces hasta se ven banderas inglesas en el público y se aprecia un fuerte afecto mutuo. Me parece que es en esa instancia que se puede trazar una analogía con lo ocurre a la inversa en el fútbol inglés, con la actitud de los hinchas de aquellos equipos donde son ídolos jugadores nuestros”.

© LA GACETA

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