Adiós a un ícono de la danza posmoderna

Adiós a un ícono de la danza posmoderna

Bailarina, coreógrafa y teórica, Trisha Brown lideró los escenarios del baile durante décadas.

ETÉREA. Brown, la improvisación y la apropiación del espacio dancístico.  ETÉREA. Brown, la improvisación y la apropiación del espacio dancístico.
22 Marzo 2017
Un día le dieron una escoba, le pidieron que improvisara y ella simuló que volaba por todo el escenario. Trisha Brown se dio cuenta, después, de que había desafiado la gravedad. Esa rebelión contra las leyes físicas marcaría sus coreografías.

A los 80 años, falleció en San Antonio (Texas, EEUU) la gran bailarina, coreógrafa y teórica de la danza posmoderna norteamericana. Desde 2011 padecía demencia senil, que se agravó con un accidente vascular, informa La Nación.

Artista posmoderna, visionaria, influyó en la concepción contemporánea del ballet. En sus inicios en Oakland (California) adquirió una variedad de estilos que iba del ballet, la acrobacia y el modern jazz a las técnicas de Graham y Limón.

En 1959, junto a Anna Halprin dan inicio a la improvisación coreográfica. En Nueva York frecuenta el estudio de Merce Cunningham y en el atelier de Robert Ellis Dunn adquiere los principios de John Cage sobre la indeterminación y la constante interrogación alrededor del proceso creativo, publica El País.

“Planes” (1968) es su primera pieza antigravitacional. Brown rechaza el teatro como espacio convencional y lucha por llevar la actividad dancística a museos, galerías de arte y espacios urbanos. Pero el sistema teatral la absorbe, y con su compañía recorre Norteamérica y Europa, en una exitosa carrera mundial que la lleva hasta la Ópera de París y otras compañías francesas. En 1990, la Bienal de la Danza de Lyon la entroniza con un programa de sus dos clásicos: “Set and reset” (1983, con música de Laurie Anderson y diseños de Robert Rauschenberg) y “Line up” (1977).

Trabajó junto grandes artistas plásticos y durante una época investigó y se apoyó en el silencio. Artista prolífica, creó más de 100 coreografías de ballets y seis óperas, pero deben citarse sus performances, que forman parte de la historia del arte: “Rulegame 5” (1964), su improvisación “Yellowbelly” (1969), “Man walking down the side of the building” (1970) y “Walking on the wall” (1971). Otras obras importantes son “Discs” (1973); “Locus” (1975); “Water motor” (1978); “Son of gone fishin’” (1981); “Foray forêt” (1990) y “Twelve ton rose” (1996, sobre piezas breves dodecafónicas de Anton Weber). En 1996 bailó “You can see us”, a dúo con Mikhail Baryshnikov.

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