Entre semáforos y lomos de burro

Entre semáforos y lomos de burro

IMPRUDENCIAS. Aunque hay semáforos, algunos no los respetan. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL.- IMPRUDENCIAS. Aunque hay semáforos, algunos no los respetan. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL.-
11 Septiembre 2016
Susana Palacios recuerda esa mañana de agosto de 2013, cuando estaba desayunando y su esposo entró a la cocina con el rostro desencajado. “Te dije que los lomos de burro iban a ser buenos para algunos y peligrosos para otros. Una mujer se cayó de la moto y murió”, le contó.

La noticia conmovió a los vecinos de la la zona cercana al parque histórico de Famaillá, en la ruta 301 (a metros de convertirse en 38). Aunque no es el acceso principal, por allí ingresan cada día cientos de vehículos que se dirigen al centro la ciudad. Y es el sector que según los vecinos presenta mayor inseguridad: la ruta es un sendero estrecho transitado por infinidad de rodados, desde camiones cargados hasta bicicletas. No hay mucho espacio para hacer maniobras, ya que habitualmente las banquinas están ocupadas por colectivos de larga distancia que paran allí para que los turistas puedan fotografiarse junto a las réplicas del Cabildo y de la Casa Histórica.

“El problema es la imprudencia. Circulan rastras cañeras sin luces, motociclistas sin protección y ciclistas. Si bien hicieron una ciclovía no pueden usarla porque es insegura”, dice.

En el hospital de Famaillá sostienen que los lomos de burro sí están dando buenos resultados, al igual que los semáforos ubicados en el otro ingreso importante a la ciudad, por avenida Soberanía Nacional. “Disminuyeron los accidentes”, dijo la directora del hospital, Mónica Lazarte.

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