Indiferencia a las normas ambientales en El Corte

Indiferencia a las normas ambientales en El Corte

En la antigua Grecia, existía un templo sagrado para efectuar consultas a los dioses. Una o más pitonisas, sentadas en un trípode, respondían las consultas una vez por mes. Eran respuestas a veces enigmáticas que el interesado debía descifrar. Una de ellas, atribuidas al oráculo de Delfos, quedó en la historia como una verdad de difícil refutación: “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. A lo largo de la historia, pueden recogerse miles de episodios que le dan la razón a esta expresión de sabiduría. En las últimas décadas, en nuestra provincia, se ha profundizado la depredación del medio ambiente, cuyas consecuencias suelen traer perjuicios económicos y sociales.

Yerba Buena es una de las ciudades, cuyo medio ambiente genera la preocupación de los ambientalistas. Las urbanizaciones que vienen realizándose en los últimos lustros vienen comprometiendo seriamente el piedemonte. Pese a la existencia de un código de planeamiento urbano, se continúa ignorándolo en muchos casos. Por ejemplo, en la paradisíaca zona de El Corte, se hace oídos sordos a la normativa, se están vendiendo terrenos con dimensiones que no son las establecidas.

En diciembre pasado, la Justicia hizo lugar a una medida cautelar presentada por vecinos, y le ordenó a la Municipalidad que se abstuviera de seguir habilitando lotes. A poco de iniciar su gestión, el actual intendente suspendió por 180 días los desarrollos inmobiliarios situados en el piedemonte. La medida se refería a los emprendimientos con documentación técnica que se hallan en proceso de aprobación. Un comité de estudio debía elaborar un anteproyecto de ordenanza para la regulación de las edificaciones. De acuerdo con lo que señala nuestra crónica de ayer, el fallo de la Sala II de la Cámara en lo Contencioso Administrativo se produjo luego de que, durante el gobierno del ex intendente Daniel Toledo, los pobladores descubrieran que se habían habilitado fraccionamientos que contravenían el Código.

La destrucción de los bosques ocasiona serias consecuencias, tales como la destrucción del suelo debido a la erosión; la pérdida del hábitat de la vida silvestre y de la biodiversidad; la alteración del ciclo del agua; la modificación del clima. La deforestación causa el 18,12% de las emisiones de carbono del mundo, casi el total de las emisiones de anhidrido carbónico del sector del transporte mundial. La tala de árboles en el piedemonte ha sido particularmente dañina en la geografía tucumana, a tal punto que los especialistas la consideran como una de las principales causantes de la creciente de los ríos y las inundaciones que deslavan cerros y campos y provocan graves daños en las propiedades, incluyendo tragedias humanas.

En el caso de Yerba Buena, la situación es compleja porque los emprendimientos que fueron autorizados anteriormente por el Estado, difícilmente puedan inhabilitarse ahora sin evitar acciones legales de los afectados, lo cual generaría un mayor perjuicio al municipio. Por otro lado, se ubican aquellos que transgreden el Código de Planeamiento y siguen loteando en el piedemonte, mostrando un desprecio por la naturaleza y por la vida futura de los yerbabuenenses. Y si lo hacen es porque, a juzgar por la realidad, los controles del Estado distan de ser eficientes. Pero todo este proceso tiene responsables que autorizaron en su momento emprendimientos que atentaban contra naturaleza. La ley provincial N° 8.304 sobre el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos es una herramienta útil para evitar la deforestación y proteger el medio ambiente. Es obligación de la autoridad hacerla cumplir, pero la política de excepciones y los intereses económicos, en desmedro del bien común, parecen haber rendido sus frutos.

Cuando la naturaleza reaccione no habrá dinero que pueda impedir el desastre ambiental, del cual seguramente nadie se hará cargo. La realidad está demostrando que el Oráculo de Delfos no se equivocó con los tucumanos. “El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor”, afirmaba Confucio.

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