Tragedia de Ranchillos: “¿Por qué lo hizo? Destruyó a la familia”

Cada vez que actuaba Carlos “La Mona” Jiménez en el carnaval de Ranchillos, Hugo Daniel Barrera iba al baile. La última vez fue el 14 de febrero, cuando murió atropellado por un automovilista, al igual que otras dos personas. Ahora su madre camina por Tribunales en busca de justicia.

El ministro Fiscal, Edmundo Jiménez, recibió ayer a Fátima Sotelo en su despacho. Allí también estuvo Diego López Ávila, el fiscal que lleva adelante la investigación del caso. Ambos le informaron en qué situación se encuentra la causa y Jiménez le expresó su apoyo. “Estoy muy agradecida”, dijo la madre de Barrera después de la reunión.

Sotelo estaba acompañada por su hija, Roxana Barrera. Las dos contaron que pudieron reconstruir el momento del accidente cuando se pusieron en contacto con las jovencitas que resultaron heridas y continúan internadas: Lucía Micaela Ayala y Antonella Tarascio. Fue la única manera de entender lo que había pasado ya que, pese a que varias personas presenciaron el hecho, sólo una de ellas accedió a declarar como testigo.

Cada vez que Barrera iba a Ranchillos volvía en colectivo o en taxi. Pero esa noche los ómnibus habían dejado de prestar servicio a causa de un incidente protagonizado por un grupo de jóvenes, que pretendían viajar sin pagar el boleto. Al salir del baile, Barrera y sus amigos tampoco consiguieron taxi, por lo que no tuvieron más opción que empezar a caminar. Y no eran los únicos: decenas de personas hacían lo mismo.

“Había varios grupos de familias y jóvenes que venían caminando. Ni cuenta se dieron cuando ya tenían el auto encima”, contó la mamá de Barrera. El auto era el Renault 9 azul perteneciente a Jorge Alberto Sánchez, apodado “Chupa Dedo”. Según informaron los investigadores, tras trepar a la banquina y embestir a varias personas, el Renault chocó contra un árbol y ocasionales transeúntes se acercaron a auxiliarlo.

Estas personas lo dejaron a la orilla de la ruta. “Mientras Sánchez simulaba estar inconsciente o muerto para aprovechar la situación y subir corriendo a su vehículo, arrancándolo nuevamente y con la intención de causar la muerte de personas aún no determinadas, que pretendían impedir su fuga”, dice la acusación formulada por López Ávila.

El desastre

Mientras Sánchez escapaba, una vez más a toda velocidad, la gente intentaba ayudar a las víctimas. Sol Maribel Álvarez, que tenía 13 años, estaba muerta sobre el asfalto. Ramona Marcela Giménez, de 40, llegó con vida al hospital Padilla, pero murió dos horas después. En cuanto a Barrera, que tenía 25 años, sus amigos comenzaron a buscarlo porque no lo veían. “Mi hijo murió ahí, el impacto lo hizo volar y fue a parar al medio de los cañaverales. Sus amigos lo encontraron agonizando -relató su madre-. Estaba todo golpeado, tenía una pierna quebrada y el golpe le había reventado la cabeza”.

De Sánchez, que tiene 31 años, no se supo ni su nombre hasta cuatro días después. El jueves a la tarde, la Policía descubrió que había enterrado el auto en el patio de la finca de sus abuelos, en La Tala, comuna de El Naranjo. En ese momento quedaron detenidos por encubrimiento sus cuatro hermanos: Edgar, Hugo, Carlos y José. Al día siguiente, el prófugo se entregó en Tribunales, acompañado por su abogado, Pablo Cisneros.

“Creo que (Jorge Sánchez) no es una persona loca, estuvo consciente cuando lo hizo y tuvo la capacidad de planear cómo iba a hacer para ocultar el auto; cavó, lo escondió, lo tapó y pasaron bastantes días hasta que se entregó. Tuvo la capacidad para pensar y ser consciente de lo que hizo, no creo que sea una persona fuera de sus cabales”, insistió Sotelo.

A la mamá de Barrera le gustaría hacerle una pregunta al conductor del Renault 9. “¿Por qué lo hizo? Destruyó a toda la familia”, lamentó.

Su hija también quiso cuestionar a Sánchez. “¿Por qué circulaba a esa velocidad con toda la gente que salía del baile? ¿Por qué no ayudó a la gente si lo hizo sin intención?”, reprochó la joven. En ese sentido, remarcaron que hay dos niños de seis y ocho años que se quedaron sin padre a causa de ese accidente.

López Ávila acusó a Sánchez de triple homicidio con dolo eventual y requirió su prisión preventiva. Sus cuatro hermanos, en tanto, están imputados por el delito de encubrimiento. Ninguno de los cinco accedió a declarar cuando fueron citados por el fiscal. La querella está representada por el abogado José del Río y la letrada Mónica Ibáñez.