Federer le ganó a Nadal, su rival de toda la vida

La mejor noticia fue el primer punto del partido. Ese que marcó la vuelta de la rivalidad en los hechos, dentro de la cancha, allí donde Roger Federer y Rafael Nadal han escrito varias de las páginas más importantes de la historia del tenis. Extrañábamos el duelo y en ese primer punto, pudimos largar el suspiro contenido durante los últimos 21 meses, desde aquella lejana semifinal de Australia 2014. Nunca antes, yendo hasta la primera vez, en Miami 2004, habían estado tanto tiempo sin enfrentarse. Por eso el suspiro y los nervios descargados.

La final de Basilea, el escenario que los puso otra vez frente a frente, significaba coordenadas de tiempo y espacio favorables a Roger. La de espacio porque es su ciudad, un torneo que había ganado seis veces, una cancha rápida y bajo techo. La de tiempo pues, más allá de la edad de cada uno, 2014-2015 es un lapso tenístico claramente mejor para el suizo.

Sin embargo, había que esperar y ver cómo jugaban. Y en el juego, hubo una lógica paridad, y una también lógica supremacía. Federer fue quien llevó el desarrollo del juego a su lugar Mucha velocidad, resoluciones rápidas, subidas a la red y presión permanente. Enfrente Rafa puso algo de tenis y mucho de tenacidad, una mezcla que en estos tiempos alcanza contra tantos pero es insuficiente frente a unos pocos. En este grupo está Federer, que pudo haber ganado en sets corridos pero lo hizo por 6-3, 5-7 y 6-3.

No fue un partido más. El triunfo puede leerse también como el 7mo título en Basilea, el 6to del 2015, el número 88 de su carrera. Pero también, y quizá aún más destacado porque no lo conseguía desde Indian Wells 2012, se traduce en el dulce sabor de una victoria frente al rival de toda la vida.