ANTESALA. Los simpatizantes del “millonario” decoraron el Monumental con globos y cintas. Cuando salió el equipo a la cancha lo recibieron con una lluvia de papelitos. fotos de télam
Un ciclo se cierra y otro se abre. River vivió en el Monumental el último capítulo de sus 40 días de festejos por la obtención de la Libertadores. En la previa del superclásico, sus hinchas celebraron a lo grande la condición de dobles verdugos de Boca en las recientes copas internacionales. Pero después, con el gol de Nicolás Lodeiro y sellada la derrota 1-0, quedó expuesto el fin de fiesta. Ahora, Marcelo Gallardo, sus jugadores y los simpatizantes deberán mirar hacia adelante. El pasado ya fue.
“Mala leche, vos sos mala leche”, bajó el cántico desde la tribuna Centenario apenas Agustín Orion tomó su lugar para precalentar bajo los tres palos: el recuerdo de la lesión de Carlos Bueno. Y 5’ después, fue el turno de Marcelo Barovero, que subió al escenario levantando los brazos cual estrella de rock, “Trapito, Trapito”, sonó desde los cuatro costados.
Para recibir a los campeones de América, hubo cotillón al mayor. El estadio tapizado con cintas rojas y blancas desde la bandeja superior a la inferior; la bandera de Japón “dibujada” por los hinchas en la San Martín.
“Borombombón, borombombón, el que no salta, abandonó”, fue el hit de la jornada y El “Muñeco, muñeco” como grito preponderante. Un avión con un piloto osado atraviesa los fuegos artificiales. “Tiraste gas, abandonaste” es una frase que se entona con orgullo, mientras los jugadores exhiben sobre el pecho de sus camisetas, las copas que supieron conseguir.
“El que no salta, abandonó”, volvió a atronar cuando Gago cayó fulminado a los 24 segundos. Claro que luego se comprobó que la mano venía cambiada: hubo silencio y miradas desconcertadas cuando Lodeiro marcó. E impaciencia ante los errores del pobre Milton Casco, el recién llegado, la liviandad de Martínez y la inédita flaqueza de Sánchez y Mora.
Cuando la noche ya estaba largamente instalada sobre Núñez y Herrera pitó el final no deseado, nadie se sorprendió demasiado con ese puñado de hombres extraños, vestidos de azul y amarillo, festejando como un racimo en medio del campo. Hacía un tiempo que no sucedía, pero nada dura para siempre. Y los hinchas de River se fueron silbando bajito.
“Mala leche, vos sos mala leche”, bajó el cántico desde la tribuna Centenario apenas Agustín Orion tomó su lugar para precalentar bajo los tres palos: el recuerdo de la lesión de Carlos Bueno. Y 5’ después, fue el turno de Marcelo Barovero, que subió al escenario levantando los brazos cual estrella de rock, “Trapito, Trapito”, sonó desde los cuatro costados.
Para recibir a los campeones de América, hubo cotillón al mayor. El estadio tapizado con cintas rojas y blancas desde la bandeja superior a la inferior; la bandera de Japón “dibujada” por los hinchas en la San Martín.
“Borombombón, borombombón, el que no salta, abandonó”, fue el hit de la jornada y El “Muñeco, muñeco” como grito preponderante. Un avión con un piloto osado atraviesa los fuegos artificiales. “Tiraste gas, abandonaste” es una frase que se entona con orgullo, mientras los jugadores exhiben sobre el pecho de sus camisetas, las copas que supieron conseguir.
“El que no salta, abandonó”, volvió a atronar cuando Gago cayó fulminado a los 24 segundos. Claro que luego se comprobó que la mano venía cambiada: hubo silencio y miradas desconcertadas cuando Lodeiro marcó. E impaciencia ante los errores del pobre Milton Casco, el recién llegado, la liviandad de Martínez y la inédita flaqueza de Sánchez y Mora.
Cuando la noche ya estaba largamente instalada sobre Núñez y Herrera pitó el final no deseado, nadie se sorprendió demasiado con ese puñado de hombres extraños, vestidos de azul y amarillo, festejando como un racimo en medio del campo. Hacía un tiempo que no sucedía, pero nada dura para siempre. Y los hinchas de River se fueron silbando bajito.








