Entró a una mina y tiró el mito de yeta

Entró a una mina y tiró el mito de yeta

Cada vez son más las mujeres que triunfan en profesiones que antaño eran patrimonio masculino. La géologa Ana Fogliata, y las biológas Carmen Reguilón y María Elena García demuestran que saben más que lavar platos.

PUNTILLOSAS. Ana Fogliata, Carmen Reguilón y María Elena García son tres investigadoras sobresalientes. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso PUNTILLOSAS. Ana Fogliata, Carmen Reguilón y María Elena García son tres investigadoras sobresalientes. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
08 Marzo 2015
Además de enfrentarse a un mundo que era propiedad de los varones tuvo que vencer los prejuicios que giraban en torno a la minería y las mujeres. Ana Fogliata es doctora en Ciencias Geológicas e investigadora del Instituto de Mineralogía y Petrografía de la Fundación Miguel Lillo (FML).

La primera vez que pudo entrar en una mina fue en Chile, en los años 90, en pleno auge minero. Durante su formación universitaria -cuenta- no había podido hacerlo porque en Argentina reinaba el mito de que las mujeres eran yeta en esas cuevas subterráneas. Una excusa que tenía como sustento científico la idea de que la Pachamama reinaba en las entrañas de la tierra y que por eso la presencia de otra mujer la pondría celosa. Suficiente para que las mujeres, que a mediados de los 80 eran contadas con los dedos de la mano, no pudieran acceder a sitios donde los varones entraban sin problemas. “En el 84 ingresamos 60 personas a la carrera de Geología, de las cuales solo 10 eran mujeres y al final nos recibimos 7”, recuerda Ana. No titubea al decir que esa frustración de no poder conocer una mina mientras era alumna universitaria la llevó a querer ser especialista en el tema.

Una vez recibida entró como auxiliar en la cátedra de Geología de minas, un plantel de profesores varones. “Me mandaban a hacer el café”, cuenta entre risas. A esta altura ya lo cuenta con relajo porque siente la satisfacción de saber que el tiempo puso las cosas en su lugar. Hoy es una investigadora reconocida y cada vez hay más mujeres en su ámbito que se destacan en empresas y en el mundo científico. Por ejemplo, en la cátedra de Minería de 27 cursantes, 20 son mujeres aporta uno de los becarios que trabaja con Ana.

Una ventaja

“Las mujeres somos más observadoras y detallistas, eso nos da una ventaja a la hora de trabajar en el microscopio”, apunta como alguna de las ventajas del género. Ella lleva adelante proyectos vinculados con el estudio de yacimientos de oro y plata epitermales (de baja temperatura) en Catamarca y en San Juan. “Son yacimientos más pequeños de exploración subterránea”, comenta. Esto la vinculó con empresas extranjeras que la consultan regularmente. “Nosotros ponemos nuestro conocimiento e informamos qué sitios son aptos a través de los papers o trabajos científicos. Ellos deciden si quieren invertir o no”, explica.

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