Alejandro Molinuevo: “hay que saber decir basta”

Alejandro Molinuevo: “hay que saber decir basta”

“Cacano” abandona el seleccionado para priorizar su familia y su trabajo.

 LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
07 Diciembre 2014
Por festejar, pocos advirtieron que entre despedidas y mantos de duda, en la “naranja” se terminaba un ciclo. Si hay que decir adiós, qué mejor que hacerlo en la cúspide. No obstante, Alejandro Molinuevo asegura que otra suerte no hubiera cambiado su decisión de dejar su cargo de entrenador principal. Sus razones son mucho menos circunstanciales que el éxito o el fracaso.

- ¿Cuándo y por qué tomaste esta decisión?

- Antes del inicio del Argentino. Fue un honor entrenar al seleccionado, pero hay que saber decir basta. Por supuesto, no me alejaré del rugby, que para mí es una fuente de energía, sino que bajaré un poco la intensidad y priorizaré otros aspectos de mi vida.

Esos otros aspectos son su trabajo como abogado y, principalmente, su familia. Su madre, Silvia Menéndez, sus hermanos Tristán, Silvia, Alejandra, Valeria, Josefina y Soledad. En casa lo esperan su esposa “Leny” y sus hijos: Juan Pablo (17), María Luz (14), Solana (8) y Alejandro (4). Este último perpetuará la tradición del nombre, que nació con el bisabuelo de “Cacano” en Burgos, España. “Él y mi abuelo eran hinchas del Atlético de Madrid”, comenta.

- ¿Te gusta el fútbol?

- Me encanta. El otro día leí lo de Juan Novillo (”Corazón de León futbolero”, publicado en la edición de LG Deportiva del martes) y me sentí identificado. Amo el rugby, pero me divertía más jugando al fútbol. Hasta que empezaron a coincidir los horarios. Mi viejo me decía que yo jugaba mucho mejor al fútbol, pero me incliné hacia el rugby por el club y los amigos. El “Gringo” Meschwitz es uno de los que me llevó para ese lado. Y hoy no me arrepiento para nada.

- Deportivamente te fue bastante bien...

- La verdad que sí. Tuve el privilegio de formar buenos equipos como jugador y como entrenador. Me retiré en 2001 y al año siguiente estábamos varios en la pileta del club pensando en quién iba a entrenar a la Primera. Surgió el nombre de Daniel Hourcade, que quería entrenar y estaba libre. Él respondió que aceptaba si yo entrenaba con él. Fuimos campeones en 2003. Yo siempre lo jodo al “Huevo” con que él era ayudante mío, y de que si no fuera por Huirapuca, nunca hubiera sido campeón acá.

- ¿Cómo llegaste al seleccionado la primera vez?

- Cuando Hourcade dejó para irse a Portugal, Ricardo Le Fort le pidió consejo sobre quién podría acompañarlo a él para dirigir al seleccionado, y “Huevo” le dijo: “’Caco’ es el tipo ideal, tiene la misma idea de juego que yo. Aparte es joven y tiene proyección”.

- Se venía un proceso largo...

- Bastante. Juntos entrenamos al seleccionado entre 2005 y 2008, hasta que él se fue al Pladar y yo seguí un año más con Julio Paz, en 2009. En esos cinco años, fuimos campeones en 2005 y después perdimos las cuatro finales siguientes. Una cosa increíble. Cuando fui a los Pumitas, el “Yankee” (Rolando) Martin y otros amigos siempre me gastaban: “ahí está Cebollita”, ja ja. Me había quedado esa bronca, y sentía que algún día me tenía que desquitar.

- Y finalmente lo lograste...

- Sí. Salir campeón es algo especial. Son días que no te olvidás más, como cuando nace un hijo, o te recibís. Igual, aclaro que no me gusta el exitismo. Me parece que el verdadero éxito pasa por el camino. El título es sólo la consecuencia. Lo más importante es armar un buen grupo. En el rugby es imposible lograr algo solo. Hace muchos años aprendí a reemplazar el “yo” por el “nosotros”. Por suerte, tuve un staff maravilloso.

- Sobre Diego Ternavasio y José Macome, tus laderos, ¿por qué los elegiste?

- A Diego lo conocía por haberlo entrenado y sabía cómo sentía el juego. En él, yo tenía un entrenador adentro de la cancha. Es apasionado, ordenado y de una moral intachable. Fue él, y Pablo Acuña, quienes me sugirieron “Homero”. Yo tengo buena intuición con las personas, y supe que ésa era la persona que quería: un tipo piola y limpio de los vicios que tiene el rugby tucumano. Yo quería forwards duros en la batalla, pero que también jugaran al rugby. Y él lo entendía así también.

- ¿Hablaste con ellos sobre si van a seguir o no?

- Sé que “Homero” tenía ganas de descansar, pero me encantaría que los dos siguieran, ya sea ellos dos solos o con otro más. Les sobra personalidad y capacidad; son jóvenes. Tienen mucho para darle todavía al rugby tucumano.

- ¿Qué es lo mejor que te llevás?

- Un montón de amigos, recuerdos y anécdotas.

- Regalanos una.

- El año pasado, cuando íbamos en el colectivo a la cancha de Jockey de Rosario para jugar la final. Un tipo se pone a discutir con el chofer, nos cruza el auto para cortarnos el paso y se baja y le rompe el retrovisor al colectivo. “Teje” (Roberto Tejerizo) se quería bajar a atenderlo. Yo no quería que eso los desconcentrara a los jugadores, así que les pedí a los managers Orlando Ferreyra y Pablo Pérez Toranzos que intervinieran. “El Búho” Elías le dice al tipo: “chango, que preferís: que nos vayamos a jugar la final o que se bajen los muchachos que van adentro”. Cuando supo quiénes iban, el tipo cambió el tono de voz y nos pidió disculpas, ja ja.

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