“Una de las balas me pasó a centímetros de la pierna”, dijo el hijo del hombre acribillado

“Una de las balas me pasó a centímetros de la pierna”, dijo el hijo del hombre acribillado

Leandro Galván presenció el homicidio de su padre Ernesto Galván a manos de asaltantes

PELIGRO LATENTE. Leandro Galván, hijo de la víctima, se resguardó de la balacera detrás del portón de su casa.   la gaceta / fotos de diego aráoz PELIGRO LATENTE. Leandro Galván, hijo de la víctima, se resguardó de la balacera detrás del portón de su casa. la gaceta / fotos de diego aráoz
15 Octubre 2014
Le tiraron a matar. Esa es una de las conclusiones que arrojó la autopsia que se le practicó a Ernesto Daniel Galván, el vecino del barrio Los Tarcos II que fue asesinado el martes pasado al intentar evitar un robo.

Leandro Galván, uno de los hijos de la víctima, le contó ayer a LA GACETA que dos de los cinco tiros que recibió su padre fueron disparados a menos de dos metros de distancia. “Le tiraron a quemarropa. Cuando lo encontré, estaba tirado boca abajo. Tenía heridas en los brazos y en la espalda (a la altura de los pulmones). Me llamó la atención cómo dispararon porque no cualquiera tira con tanta precisión como hicieron estos tipos”, remarcó.

El homicidio ocurrió en el pasaje Payró al 4.600. Una calle formada por viviendas de familias de clase media dentro de un barrio de tapias y verjas bajas y jardines bien cuidados que, progresivamente, se van poblando de rejas y chapas para intentar estar a resguardo de la inseguridad. “Hace tres semanas habían querido entrar a robar en mi casa. Habían cortado una de las cadenas que le ponemos al portón, pero como no consiguieron romper la cerradura y el pasador que pusimos entraron a la casa de un vecino. Por eso con mi papá estábamos haciendo poner rejas en todas las ventanas de la vivienda”, agregó Galván.

El hijo de la víctima dijo que incluso piensa que una de las chapas negras que cubre la entrada del garaje, le salvó la vida. “Cuando escuché los disparos le grité a mi papá y quise salir a la vereda. Pero los ladrones tiraron hacia el portón en donde estaba parado. Me metí para adentro y una de las balas que pegaron en la casa me pasó a centímetros de la pierna. No me dieron un tiro porque no me pudieron ver por la chapa del portón”, analizó el muchacho, que tiene 20 años.

Robo y asesinato

El robo frustrado por la víctima ocurrió alrededor de las 17. Dos hombres armados con pistolas, según la versión de los testigos, merodeaban la casa de uno de los vecinos de la familia Galván. Al parecer, estos sujetos habían circulado durante la siesta por el barrio “fichando” la vivienda en la que pretendían entrar.

La víctima solía salir a cazar. Fue por esto que -al ver a los asaltantes- le pidió a su hijo que buscara una de las escopetas que tenían en su casa. “No lo tendría que haber dejado ir, pero él era así. Una vez volvíamos de trabajar y juntos evitamos que roben la moto a un almacenero que vive cerca de mi casa”, reflexionó Galván.

Los asaltantes a los que enfrentó la víctima estaban con la cara descubierta, mientras que sus cómplices, que acudieron al lugar cuando escucharon los disparos, circulaban en dos motos y usaban casco. Y, después de lanzar la ráfaga mortal de balas 9 mm y 11.25, huyeron por el pasaje hacia el oeste.

Cuando los ladrones se fueron, el joven Galván corrió hacia la vereda en la que había caído su padre. “Lo tenía en mis brazos y trataba de taparle las heridas. El quería hablar pero no podía. Le saqué la coca (el acullico) que tenía en la boca para que respirara mejor, pero la ambulancia demoró 25 minutos en llegar, a pesar de que tenemos un CAPS a pocas cuadras de acá. Yo le hablaba y se notaba que él me entendía”, agregó.

La víctima murió camino al hospital Centro de Salud. “Esto va mal y se nota que no están haciendo nada. Ahora voy a tener que ser aún más precavido de lo que ya era”, admitió Leandro Galván. Hasta ayer, no había una pista firme para dar con los asaltantes, admitió una fuente de la investigación.

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