El deterioro jaquea a la estación Tacanas

El deterioro jaquea a la estación Tacanas

A 56,3 km al sudeste de la capital Tucumán se encuentra la última estación ferroviaria de la provincia, correspondiente a la línea del ex Ferrocarril Mitre. El edificio no puede disimular el abandono que padece. La zona, que era maderera, hoy es sojera, productora de granos y ganadera.

GEMELA. El mismo modelo de Ranchillos y Aráoz se utilizó para la centenaria estación de Tacanas, en el límite este de Leales con Santiago del Estero. LA GACETA / FOTOS DE osvaldo ripoll GEMELA. El mismo modelo de Ranchillos y Aráoz se utilizó para la centenaria estación de Tacanas, en el límite este de Leales con Santiago del Estero. LA GACETA / FOTOS DE osvaldo ripoll
25 Agosto 2014
El viento cálido de agosto es implacable. El guadal enceguece tanto al forastero como al paisano. Tampoco el sol atenúa su presencia. El paisaje oprime el ánimo y obnubila la vista. Sólo gramillas, tuscas, alguna que otra especie arbórea y una traza de ripio, que desde Estación Aráoz hasta Tacanas, está colmada de baches, pozos y una agresiva polvareda. Son casi 17 km de la ruta provincial 302, que siempre quedaron relegados de cualquier gestión de gobierno y hoy dificultan la salida de la producción agroganadera de la zona, después de que en 1994 se cerrara la estación del otrora Ferrocarril General Mitre.

Un tramo olvidado
“Al camino de Aráoz a Tacanas, según entendidos en el tema, dos veces lo hicieron figurar como asfaltado. Incluso hasta se percibe la sensación que hasta Dios se olvidó de este tramo de la 302, que fue condenado al olvido”, comentó con cierto escepticismo el último mandamás de la estación ferroviaria Tacanas, René Eduardo Ruiz. Lo concreto es que desde la capital tucumana hasta el límite con Santiago del Estero hay 56,3 km. Y otros 17 km, desde Tacanas, hasta la primera población santiagueña: El Bagual, transitando por la santiagueña ruta 8. Por esta última hay que encarar hasta la intersección con la 130, para continuar por ella y desembocar en la ruta nacional N° 34, a la altura de Pozo Hondo.

Pórtico original
Un triángulo conforma el área que contiene al trazado urbano y rural de Tacanas. En la primera bifurcación de acceso. A metros de donde se encuentra el pórtico de acceso a la localidad, en el frente de una de las columnas -la de la derecha, rumbo a Santiago- pintaron un mural de un tren en reconocimiento a este medio de transporte, que en 1892 dio origen no sólo al pueblo, sino que también se convirtió en una importante estación de carga para el transporte de madera. Ya sea para postes, muebles, durmientes, carbón, para combustible de las calderas de ingenios o para otros menesteres, ya sea industriales o domésticos.

Primera y última
La última estación tucumana, en sentido suroeste, de la línea de trocha ancha Tucumán-Retiro (Buenos Aires) y la primera de esta provincia, después de atravesar Santiago del Estero, hacia el noroeste padece un grave deterioro edilicio. Si bien es cierto se mantiene en pie, los tirantes, los largueros y las tejas del techo que está sobre el andén se encuentran en estado de precariedad y próximos a derrumbarse.

Entre dos avenidas
El extenso predio ferroviario de forma rectangular está delimitado por dos amplios bulevares. Uno de ellos, ubicado al oeste de la estación, se denomina Próspero Mena -el abogado, político y gobernador de Tucumán en el período 1898-1901-. La otra avenida, situada al este de la parada ferrocarrilera, lleva el nombre de Angel Posse, por el hijo de otro ex gobernador e industrial y comerciante tucumano, Wenceslao Posse. Si bien es cierto que ambas arterias no están asfaltadas ni pavimentadas y son de ripio, lucen bien iluminadas y con cordones cuneta terminados, a lo largo de más 300 metros.

Nueve hermanos
Al frente de la estación de Tacanas -rebautizada Superintendente Ledesma, pero nunca asumida como tal-, sobre la calle Angel Posse viven las hermanas Ruiz, cuyo padre fue uno de los pioneros de Tacanas “junto a los Alcorta, los Cajal, José Zapolio, Fortunato y José Amado y David Daura”, según contó Ramona Angelina Ruiz de Noriega, de 87 años de edad. “Si bien es cierto esta localidad despegó cuando el ferrocarril de trocha ancha llegó aquí, ya tiene más de 150 años. Antes se la conocía como Suárez”, describió doña Ramona.

Mañana y noche
Por su parte, Azucena Rosa, de 60 años, aclaró que eran nueve hermanos (seis mujeres y tres varones) pero ahora quedan siete, ya que dos murieron. “El único medio de transporte, por muchos años -añadió-, fue el tren. Aquí la gente se iba a la ciudad en El Mixto que iba y volvía todos los días. A la mañana llegaba del sur hacia la estación Sunchales y por la noche, pasaba por aquí rumbo a la Capital Federal. Los comerciantes traían en el tren la mercadería. También venían las revistas, los diarios, la leche. De acá se mandaba y trabajaba con mucha leña. Acá al frente de casa en la playa de la estación había pilas inmensas de leña, postes, madera y carbón, que se transportaban en los vagones”.

Otros tiempos
Cada mañana y cada noche que arribaba el tren la fisonomía de la parada ferroviaria de Tacanas era una romería. “Oficialmente la estación está cerrada. Sólo funciona una habitación, que también está bastante derruida y en ella se encuentra la radio de la concesionaria (NCA) que explota el servicio de carga y pasajeros”, precisó René Eduardo Ruiz, de 74 años de edad, y que también se desempeñó como el último jefe de estación.

Ruiz informó que en 1994, además de cerrar la estación Tacanas también debió repetir tan lamentable tarea con Estación Aráoz y Delfín Gallo, en Wenceslao Posse. “Durante los 37 años que fui ferroviario trabajé en esas tres paradas -agregó-. La actividad en Tacanas era intensa. Se transportaba mucha madera para aserraderos y leña para las fábricas azucareras”.

Don René, que se autodefine como auténtico habitante de Tacanas, ya que nació a dos cuadras de la estación y actualmente vive al frente, sobre la vereda oeste, en el boulevar Angel Posse, destacó: “cuando el ferrocarril se privatizó ya se había ido mucha gente de aquí. La falta de caminos adecuados acobardó a los lugareños. Aún hoy nos siguen debiendo una buena ruta”.

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