Mujeres a prueba de nervios se esconden detrás de esa voz en el teléfono

Mujeres a prueba de nervios se esconden detrás de esa voz en el teléfono

Detrás del personaje caricaturesco, las operadoras de radiotaxi ejercen un oficio estresante. Entre las urgencias y el chamuyo del tachero.

TODO UN MUNDO. El oficio de operador requiere capacidad de reacción, dicen los expertos. la gaceta / fotos de inés quinteros orio TODO UN MUNDO. El oficio de operador requiere capacidad de reacción, dicen los expertos. la gaceta / fotos de inés quinteros orio
22 Junio 2014
- ¿Comprendido 24?

- Le dije que sí

- Usted me dice comprendido y después me pregunta la dirección.

- Comprendido, comprendido.

La voz áspera de Mónica, la operadora, es más áspera durante el primer turno de la mañana. Dice que se la heredó a su mamá y que el cigarrillo no tiene nada que ver. Sin embargo, en estos 25 años que lleva siendo operadora (ronda los 50 de edad) varias veces la han confundido con un caballero.

“Tome nota 56”, le habla a un micrófono que se activa cuando aprieta un pedal que tiene en el piso. En ese momento, los 180 móviles que tiene a su cargo la pueden escuchar. Esto es un arma de doble filo. Cuando los reta -y ella asegura que los tiene que tener bien cortitos- todos escuchan. “Si no le paso un pedido es porque no tengo. ¿O quiere que le invente uno?”.

La frase logra subirle la temperatura al grado infierno es: “repítame el numerito”. “No es sentarse detrás del volante caballero y nada más. Usted me ha dado el comprendido”, lo manda al frente sin piedad.

Según Elsa Medina, de 48 años, ellos creen que sos su Google. “Dónde está el hotel Premier”, me han llegado a preguntar argumenta Mónica. La “mocosada”, así le llama Mónica a la nueva generación de taxistas. Esos que se caracterizan por tener pocos modales y a los que les cuesta ubicar una dirección aunque sea dentro de las cuatro avenidas.

Desde esa guarida secreta, ellas dan las directivas, son las que mandan. Si alguno se hace el pícaro y mienta su posición, o demora con los pedidos, les cortan la transmisión un par de horas. Y a chistar a otra parte.

Cosa de chicas
Ellas ya aprendieron a tener la cabeza divida en mil, esa es la primera virtud de la operadora. Por eso, asegura que un varón jamás podría quitarles el trabajo. No es solo pasar el pedido que recibe la telefonista. Lo de ella es pura estrategia. “Si me piden alguien para el barrio Soeme busco un móvil que esté cerca o bien que conozca esa zona. No mando a cualquiera porque demora más o se pierde”, argumenta.

En este trabajo los minutos cuentan, ya que los clientes son impacientes, explica Roxana Jiménez, la telefonista. Cinco minutos y vuelven a llamar. Nadie espera nada hoy en día. Sobre todo durante la mañana. Los teléfonos arden hasta las 9 porque los pasajeros necesitan llegar a tiempo.

Con el nuevo sistema de computadoras, ahora muchos pedidos los toma una máquina y luego se derivan a la operadora. Los números de teléfono van quedando registrados con la dirección. Además de aliviar la locura de rings sonando y sonando, otra ventaja es que sirve para detectar bromistas. Esos que piden autos y los mandan a cualquier dirección. “Hubo veces que tuve que llamar y pedir por un adulto para decirle: ‘señora fijesé, que su hijito está pidiendo autos’”, recuerda Roxana.

Los pasajeros y sus peculiares exigencias son un capítulo aparte. Llaman para pedir un auto amplio para trasladar un lavarropas, cochecitos de bebé, perros, percheros de ropa para locales comerciales o muchas valijas. “Cuando se puede le decimos que sí, otras veces le explicamos que el taxi no es un flete”, aclara Roxana entre risas. Muchos cuelgan indignados.

Por un agujerito en el vidrio que divide el cubículo de la operadora del de la telefonista se pasan un mate. Fundamental compañía para aguantar las ocho horas que dura el turno. En las paredes cuelgan planos de la ciudad. Esta dividida como torta en 18 zonas. “29 queda segundo en zona 11”, es el lenguaje cifrado que comparten operadoras y taxistas.

Historias de taxi
Los taxistas tienen fama de picaflores, de lanceros, de tener un amor en cada parada. Ellas lo saben y, sin embargo, en su historia de operadoras han tropezado varias veces con la misma piedra. Como novios, amigovios, amantes o esposos, a todas un “tachero” les ha robado el corazón.

Mónica estuvo en pareja 18 años con uno y tuvo dos hijos. Lo conoció cuando un día pidió en la empresa que le enviaran un taxi porque llegaba tarde.

Maribel Sánchez debutó como operadora cuando tenía 16 años y, hoy tiene 38. Está casada con uno y tienen cuatro hijos. Lo conoció cuando un día la fue a buscar. Roxana se ríe y confiesa que ella también tuvo alguna historia. El colmo de la operadora se cumple como una promesa.

Siempre existe el “chichoneo” sobre todo los días se semana durante el turno de la noche. Cuando la cosa se presenta tranquila, algunos aprovechan para lanzar sus dardos envenenados de seducción. “Te hablan por la radio y para identificarlos les decís: ‘demé su número’. Ellos contestan: ‘y usted el suyo’”, se ríe Mónica.

También están los que ven que la noche es propicia para confesarle a su operadora un desamor. “Uno me contó una vez que se había separado y que tenía hijos”. Tampoco falta el remate: “la paso a buscar”.

Pueden pasar años hasta que se conocen cara a cara. La voz lleva a imaginar, de un lado y del otro, rostros, dimensiones, tonos de piel.

- Lo que pasa es que usted no me quiere- le reclama un chofer a Mónica.

- No. Yo no vengo a sentarme aquí para quererlo. Usted es un número para mí- le responde sin anestesia.

“Creen que yo vengo todos los días de malhumor, pero no es así”, se ríe Mónica bien plantada en su maléfico personaje. Le encanta, lo disfruta porque ella es “La Operadora”.

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