Dios vive

Dios vive

Pbro. Dr. Marcelo Barrionuevo

20 Abril 2014
Celebramos hoy la cumbre del misterio de nuestra Salvación, que conmemoraremos también cada uno de los 52 domingos del año. El triunfo de Cristo sobre la muerte y el comienzo de una Vida Nueva para Jesús y para nosotros. La consumación del plan salvador de Dios. “Nosotros somos testigos”, dirán los Apóstoles en su primera predicación (1ª lect). Por eso la Iglesia rompe a cantar en la Vigilia Pascual: “Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo... Goce también la tierra inundada de tanta claridad y que, radiante con el fulgor del Rey Eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero”. (Pregón Pascual). Nuestra alegría es grande porque entendemos que, incorporándonos a esa “Vida Nueva” que nos llega por los Sacramentos, resucitaremos también con Jesús. La Resurrección de Jesús es un hecho histórico y un acontecimiento único. Un suceso que los discípulos del Señor comprendieron que estaba llamado a cambiar la vida humana. Jesús no regresó a nuestra condición terrenal como Lázaro, hijo de la viuda de Naím. Jesús entró corporalmente en la eternidad y abrió las puertas a todo el que crea en Él y viva su vida. Su Resurrección no es un retroceso a nuestra forma de vida, es una promoción hacia adelante y ya irreversible: Cristo Resucitado vive glorioso en el Cielo. La Resurrección de Cristo es la prueba más clara de que Él es la Vida, vida que se reveló más fuerte que la muerte. Ella nos recuerda que el amor siempre puede más que el odio; la verdad que la mentira; la entrega y el servicio desinteresado a los demás sobreviven a todos los egoísmos; que el bien y la buena conciencia triunfan sobre los que extorsionan a los demás. Por todo esto podemos gritar ¡Dios vive! Y seguiremos diciéndole al mundo y a la historia que aquella afirmación de Friedrich Nietzsche “Dios ha muerto” no tiene sentido ni realidad. Dios vive para siempre entre nosotros y nos ha dado la vida para hacer de ella un don en el desarrollo de la historia. La Resurrección nos llama a comprometernos con la historia presente. Los cristianos no podemos estar ausentes de la realidad; estamos seriamente obligados a llevar vida a tanta estructura de muerte social, familiar, humana, política, económica, de pobreza y adicciones, signos de muerte que exigen compromiso.

Compromiso: el camino Pascual de la Iglesia está inserto en la dinámica de compromiso con Dios y con la humanidad. La resurrección nos llama a mirar el cielo y también a la tierra, a comprometernos en la tierra sabiendo que la Vida nos espera en el cielo. Pascua es “paso” de la muerte a la vida y a ese “paso” estamos llamados como argentinos y tucumanos. ¡Cristianos salgamos a cambiar la historia! Dios vive y nos da su Vida para ser sembradores de Vida permanente en la historia de nuestra existencia. ¡Felices Pascuas de Resurrección!

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