Betty: con o sin el aval del zar, y aun en contra de él

Betty: con o sin el aval del zar, y aun en contra de él

Pasan los días y las noches y el gobernador, sumido en hondas cavilaciones, demora la definición de su sucesor. Deshoja margaritas, sin decidirse por nadie. Los candidatos de su propio escaparate no lo convencen del todo. Ni Manzur, ni Jaldo, e incluso su cónyuge. Ella, ansiosa, no soporta más la desgastante espera y decidió por su cuenta y riesgo auto propulsarse, en reemplazo de su marido. Se lanzará a la arena con o sin su aval. Y aún con él en contra. Es el rumor persistente que se desprende de su círculo íntimo. La determinación es inamovible. Lo que a Rojkés le falta de formación política, le sobra en carácter. La aventura está en marcha con Edmundo “Pirincho” Jiménez como timonel.

Su obsesión de ocupar la poltrona de Lucas Córdoba se cuece a fuego lento en su intimidad, desde hace tiempo y a lo lejos. Nunca la escondió. Viene andando y desandando caminos en la provincia. Con tal propósito armó la Red de Mujeres Solidarias (algo así como Las Manzaneras, de “Chiche” Duhalde) mirando al palacio. Con recursos del Estado, claro. A la senadora la subyugó la incandescencia del poder y las mieles que derrama a raudales. Cree que es un bien ganancial y reclama su parte. En rigor, se trata de nepotismo conyugal explícito subtropical. Desde la granja avícola familiar donde se crió hasta hoy, recorrió un largo camino. ¿Pensó en lo voluble que es la opinión pública? Puede tropezar con sorpresas.

La separación del lado de Cristina fue un mandoble durísimo para el connubio, pero mucho más para ella. De su depresión, aún no pudo salir. El matrimonio dinástico quedó notificado de que perdió los favores de la viuda. Los dejó colgados de la brocha. Ahora, vuelca sus mimos a Gerardo Zamora y su esposa. El revés recibido redobló en Betty Rojkés su bulimia de poder, entreverándose en la puja por la gobernación vacante. Le aceleró el reloj electoral a su marido. Es de imaginar la conmoción que le provocó al César.

Alperovich se encuentra arrinconado contra la pared, sin margen de movimientos. No tiene otra opción que respaldar la aventura de su mujer, que no le garantiza la victoria. Él fue quien le abrió la tranquera de la política y la encumbró hasta los cargos a donde llegó. Demasiado tarde para arrepentirse. Conoce como nadie a su esposa y particularmente sus limitaciones, sabidas también por la sociedad. De ahí, el temor de entregarle el mando de una provincia indómita donde lo que sobran son problemas. Se cansó de decir para quien quisiera oírlo que no era su delfín. Siempre prefirió a Juan Manzur. Sin embargo, el “Tío Yamil” ya es una nostalgia borrosa. Jaldo, siempre listo, tendría que conformarse de partenaire, a pesar de haber embadurnado de elogios al patrón.

Con un peronismo hecho trizas, es una empresa riesgosa en la que se zambulle la zarina. Su nombre es resistido dentro del PJ y la sociedad la mira de reojo. En el cuadro de situación diseñado en la arena, se olvidaron del intendente capitalino. Domingo Amaya cada día que pasa, está más lejos de Alperovich y viceversa. El diálogo no existe, pese a lo que diga el mandamás. Éste, sin advertir que es una pieza fundamental, lo ningunea y le retacea apoyo financiero que le corresponde por el Pacto Social. Sin él, en una alianza interna del PJ, la victoria se torna un espejismo. Son las propias voces del peronismo las que alertan del peligro de llegar al choque en soledad.

Alperovich, con su terquedad, empuja a Amaya a buscar socios fronteras afuera del PJ. Si, además, se reconoce que la Capital y Yerba Buena son distritos perdidos a manos de la oposición, la chance de la senadora de arribar a palacio se reduce al borde de la derrota. Se ve difícil un acuerdo entre ella y el alcalde. La pata de Sergio Massa en la aldea peleará también por su porción de poder. Son factores que restan y que Alperovich se niega a admitir. Está en el fin de ciclo, debilitado, y si no negocia va perdido.

Se suma, ahora, el escándalo que reflotó el chimentero Jorge Rial, por la TV farandulera a la hora de la siesta. El caso de Marianela Mirra dormitaba en la memoria de la gente. De pronto, se metió de lleno en la política, tocando el sayo del mandatario. Rial inundó el país destapando las relaciones que hubo de haber habido entre la modelo y el mandatario. El caso dentro del hogar detonó fuerte. El culebrón recién comienza. También, salieron a la luz los nombramientos de su madre y de un hermano de Marianela en la municipalidad de Yerba Buena, hechos por el intendente Daniel Toledo, a petición “de arriba”.

Al final, de mala gana, Alperovich tendrá que apuntalar el auto izamiento de Betty. Manzur quedaría en la banquina, junto con toda la tribu legislativa adicta, que veía en él la posibilidad de sobrevivir. Ahí se amontonan Sisto Terán, Antonio Ruíz Olivares, Roque Álvarez, Regino Amado, sólo para citar algunos popes. Juegan en contra de ella y ella lo sabe. Se desesperan ante la certeza de que se acaba la dulce pitanza de los sospechosos gastos sociales. A Rojkés la empuja el clan familiar, con su hermana Silvia a la cabeza, su hija Sarita y demás parentela, junto con los legisladores de su comunidad. Su marido tendrá que sumarse. No le queda otra.

El caso Carlos Eduardo López levanta cada vez más polvareda. ¿Se extiende al infinito la potestad constitucional del gobernador de ejercer el veto serial, sin expresión de causa, contra un postulante a juez, propuesto por el Consejo Asesor de la Magistratura? José Alperovich, como señor medieval, acaba de vetar, por séptima vez consecutiva, a López, segundo en la terna elevada por el CAM para cubrir la vocalía en la Fiscalía de Instrucción de la 1a. Nominación del Centro Judicial de Concepción. En la Judicatura argentina jamás ocurrió un caso semejante de arbitrariedad.

Esa facultad discrecional, repetida tantas veces seguidas contra un aspirante a la toga, ¿no suena a persecución, ensañamiento y discriminación? En rigor, es una vendetta con las implicancias del término en la lengua del Dante. Jamás pensó el constituyente que se dieran casos como el de López, replicado también con Gustavo Romagnoli y Juan Carlos Nacul. El veto puede ser para un caso o dos, pero no eterno. ¿Puede el Estado siendo tal no explicitar motivo de sus actos? Cuando López acudió a la Justicia denunciando la arbitrariedad, la Corte semiautomática ratificó la decisión del patrón.

El César se escuda detrás de esa norma cuestionada, pero todo Tucumán sabe cuáles son los motivos reales del veto a López. Se desempeñaba como actuario, cuando funcionaba la Fiscalía Anti Corrupción a cargo de Esteban Jerez. Entonces, fue investigada la esposa del gobernador. Presidía la Fundación Pibe y recibía gruesos subsidios del Estado. El manejo irregular de esos recursos derivó en una acción judicial que llevó adelante Jerez, no López. La hoy senadora pasó el trance judicial, sin que el juez interviniente, Francisco Pisa, llegara a tomarle siguiera declaración testimonial. Ese es todo el pecado de López. Igualmente, Romagnoli quedó entrampado en el laberinto del absurdo. Es sobrino del abogado Cergio Morfil, defensor de los hermanos Ale. El gobernador no lo designa porque se molestaría Susana Trimarco, co-gobernadora virtual, de quien Alperovich acata sus órdenes, como el mismo lo admitió.

A 12 años de la desaparición de Marita Verón, en días más, tras las audiencias de rigor, se conocerán las condenas a los imputados por su secuestro. Fueron absueltos por la Cámara Penal (Piedrabuena, Herrera Molina y Romero Lascano), porque la pesquisa no aportó pruebas contundentes que superaran el principio de inocencia. La Corte dio vuelta el fallo absolutorio, cumpliendo la profecía de Antonio Estofán, y ordenó que un nuevo tribunal dictara las penas. Los jueces Emilio Páez de la Torre, Dante Ibáñez y Juana Juárez están al borde del infarto -se comenta a voces en Tribunales- por las presiones del poder político y de la propia Corte. ¿El fallo tendrá el humo del buen derecho? ¿Será unánime? Cualquiera fuera el pronunciamiento, el entuerto se dirimirá, finalmente, en la Corte Suprema de la Nación.

La impugnación del concurso para cubrir el despacho vacante de Elva “Muñeca” Jiménez, derivó en una recusación del CAM -sin expresión de causa- contra Antonio Estofán. Resulta insólito jurídicamente que el CAM, siendo un órgano del Estado, no esté obligado a señalar de modo expreso las causas por la cuales recusa a un juez designado por la provincia. El planteo generó asombro en Tribunales y se aguarda la definición con enorme expectativa.

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