Apuestan al semillero

Apuestan al semillero

El hipismo tucumano cuenta con jinetes y amazonas que están dando sus primeros pasos y ya muestran sus condiciones.

EN EL CENTRO ECUESTRE AL GALOPE. Rosalba Caldez, Luján Fernández, Lourdes López Sales, Kaiane Pastrana, Álvaro Valenzuela, Amira Awad y Valentina Paz son felices cuando se suben a los caballos. EN EL CENTRO ECUESTRE AL GALOPE. Rosalba Caldez, Luján Fernández, Lourdes López Sales, Kaiane Pastrana, Álvaro Valenzuela, Amira Awad y Valentina Paz son felices cuando se suben a los caballos.
08 Noviembre 2013
Los semilleros son claves en cualquier deporte. Y eso lo tienen bien en claro en el hipismo, donde apuestan fuerte por las amazonas y los jinetes que están dando sus primeros pasos sobre los caballos. La Foresta, el Centro Ecuestre Al Galope y la Escuela de Equitación del Jockey Club saben que en los chicos está el futuro de la equitación.

"Todos los que practican este deporte tienen un gran amor por los caballos. Es un placer ver a los más chicos como la pasan genial al lado de estos seres vivos. No sólo vienen a montar, sino a estar en permanente contacto con los animales", reconoce Josefina Manzur, una de las encargadas de La Foresta, donde las hermanas Martina (7 años) y Josefina Piola (9), Nicole Cúneo Vergés (9), Ercilia Padilla (10) y Alejo Podinga (10) son algunos de los alumnos. "Monto desde hace cuatro años y mi sueño es llegar a ser amazona de Primera", dijo Cúneo Vergés, la más experimentada del grupo.

Las hermanas Piola heredaron la pasión de su mamá y de su papá. "Soy fanática de este deporte. Es mi gran pasión. Me gusta limpiarlos y darle de comer a los caballos", contó Martina. "Somos una familia dedicada a este deporte. Y comencé a montar hace casi dos años. Me gusta este deporte porque amo a los caballos y me encanta compartir con mi familia esta actividad", expresó Josefina. "Practico equitación desde que tengo dos años. Me encanta la conexión con los caballos", contó Ercilia, luego de practicar en la pista barrosa. "Comparto esta pasión con mi mamá Adriana Nader. Además de aprender a montar, gracias al hipismo tengo muchísimos amigos", señaló Alejo.

"Soy feliz cuando estoy arriba de un caballo", dice Lourdes López Sales (12 años), que junto a Luján Fernández (6), Kaiane Pastrana (11), Amira Awad (11), Valentina Paz (10), Rosalba Caldez (13) y Álvaro Valenzuela (12) son la nueva generación del Centro Ecuestre Al Galope, donde cuentan con la supervisión de Agustín Pujol y Verónica Infante. "Nuestra prioridad es que los chicos disfruten y aprendan a montar. En este deporte es fundamental el apoyo de los padres, que deben entender que los resultados no son lo más importante", explica Pujol, que también lanzó una crítica. "Faltan dirigentes que se preocupen más por la equitación. Si lo hacen, el semillero crecerá mucho más", dijo.

Los rostros de los niños denotan felicidad cada vez que están arriba de los ejemplares de más de 500 kilos. "Lo más lindo del hipismo es que te permite estar siempre en contacto con los caballos", asegura Kaiana. Para Amira, Valentina, Rosalba y Álvaro, lo más lindo es "ingresar a la pista, saltar y tener el reconocimiento de los profesores por haber realizado un buen papel".

En el Jockey, son varios los profesores que se encargan de los jinetes y las amazonas que recién arrancan. Los hermanos Lourdes (11) y Juan Bautista Solórzano (4) entrenan frente a la mirada de su mamá, Lourdes Cossio. "Amo los desafíos. Actualmente salto pruebas de 1 metro y de 1,10 y mi objetivo es seguir creciendo. Quiero ser profesional del hipismo y competir en todo el mundo", se ilusiona Lourdes. "Comencé cuando tenia 9 años y lo hice porque amo los caballos. Son mis animales favoritos y me parecía divertido la idea de montarlos y saltar obstáculos. Y realmente es mucho más emocionante de lo que me imaginaba", reveló Camila Núñez (12), que cuenta con la preparación de Josefina Niel Puig.

"Empecé a montar hacer un año y medio. Mi mayor satisfacción es lograr conocerlo al caballo y saber cómo tratarlo", indicó Ayelén Fernández de Ulibarri, que tiene como profesora a Virginia Soro. Candelaria Nieto arrancó en la equitación para aprender a montar mejor, ya que le gustaban las cabalgatas. "Al poco tiempo me enganché mucho con el salto y aquí sigo. La relación que se forma con el caballo y la adrenalina de saltar es impresionante", asegura la alumna de Rodolfo Ruiz.

El hipismo tucumano cuenta con un muy buen semillero, que no tardará en comenzar a dar sus frutos.

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