La ley y la trampa
Por donde se mire alrededor, se nos ofrecen señales de que la sociedad, el mundo, se han feminizado. Fenómeno que, como toda transformación, ocasiona efectos colaterales que resultan beneficiosos para algunos sectores y -por lo menos- inquietante para otros. Si a mediados del siglo XX la "revolución de la mujer" movió el tablero del mundo del trabajo, en lo que llevamos del actual, las "cosas de mujeres" han entrado a tallar en el mundo de lo público. La semana pasada, el Papa, en la entrevista que le dio a un medio jesuita, y que impactó en todo el mundo, reconoció que la Iglesia se debe el debate acerca de la participación femenina en el seno de la institución milenaria. Y ya no en el Vaticano, sino en Tucumán, el detonante del conficto en el que está sumergida la UNT ha sido la violencia de género, tras las denuncias por presunta violación a estudiantes en la zona del parque 9 de Julio. Las ramificaciones ya se conocen: esos episodios han derivado en reclamos por un boleto estudiantil, por transporte público seguro y por comedores universitarios.

En la agenda de la política representativa, la piedra en el zapato es el cupo femenino (Ley 24.012). A un mes de las elecciones en que Tucumán renovará cuatro bancas de la Cámara Baja, el debate por la cuota femenina se cuela por la ventana, en especial en la del radicalismo. Si Cano resulta electo diputado en octubre (algo muy probable, teniendo en cuenta el resultado de las PASO) y asume, a su mandato en la Cámara Alta lo completará la legisladora Silvia Elías de Pérez. Y si Cano decide seguir en el Senado, la segunda candidata a la diputada es, también, Elías de Pérez. Ello conllevaría corrimientos en el parlamento tucumano. Si bien el tercero en la sucesión para completar el mandato provincial de la legisladora es Fernando Valdez, la multisectorial de defensa del Cupo Femenino, que lleva batallando más de 20 años por la aplicación de esa norma en la Provincia, entiende que a la banca que deje Elías de Pérez debería ocuparla otra mujer. Y la cuestión femenina no es el único asunto. Si Valdez decidiera no asumir (es director de YMAD), los que le siguen en la lista votada hace dos años son el hoy alperovichista José Hugo Saab, Esteban Avila y la dirigente de la JR Loreña Núñez. Las mujeres de la Multisectorial insisten en que el cumplimiento de la ley de cupo debe estar garantizado en la representación en el recinto. Y se amparan en la legitimidad de los tratados internacionales (Cedaw, Belén do Pará...) por sobre la miríada de normas provinciales y nacionales de cuño electoral, que más de una vez han colisionado entre sí.

Las mujeres de la Multisectorial afirman que si a la banca de Elías de Pérez la ocupa un varón, Tucumán sería la provincia que menos mujeres tenga en su Cámara (sobre 49 legisladores, hay 10 féminas, y deberían ser 15, si se acatara la ley 24.012).

De todos modos, si el planteo del cupo se ha establecido en casi todo el mundo como una acción de discriminación positiva, a la hora de un balance sobre su implementación, la opinión pública pone la lupa sobre las castas familiares que se han ido conformando al paso del cumplimiento de la norma (maridos, esposas, hermanas y demás, se van alternando con el varón "legitimado" en la política). Conscientes de esa crítica, las mujeres militantes por el cupo opinan que una manera de garantizar la militancia femenina desde abajo es la incorporación de la Secretaría de la Mujer en la Carta Orgánica de los partidos. Pero, la lucha por la conciencia de género se promete ardua. Porque aunque el debate parece más saldado en algunas fuerzas que en otras, las trenzas parentales o de "aparatos" que conforman la escena política tucumana actual, muestran los efectos indeseados de una norma cuya legitimidad ha sido desvirtuada por las "familias del poder".

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