A pesar del cepo, caen las reservas: ¿remedio peor que la enfermedad?

A pesar del cepo, caen las reservas: ¿remedio peor que la enfermedad?

La economía global se recupera de la crisis, y la Argentina persiste en su plan de retener la salida de dólares, mediante el cepo cambiario. Sin embargo, sus reservas internacionales siguen en franca caída.

21 Julio 2013

El apetito del Gobierno por recuperar dólares no se modera. El cepo cambiario, este conjunto de medidas restrictivas para retener las divisas norteamericanas en el circuito financiero local, cumplirá dos años pero las reservas en dólares del Banco Central de la República Argentina (BCRA) siguen en caída. Sobre este punto, el problema que afronta la administración de la presidenta Cristina Fernández es que escasean los dólares al tiempo que se deteriora el poder adquisitivo del peso. A esto se suma que el Gobierno paga deudas con reservas del BCRA, que destina alrededor de 12.000 millones de dólares para importar gas y combustible, y que impulsa el Certificado de Depósito de Inversión (Cedin) para reemplazar al dólar en el mercado secundario de cambio. Este escenario demuestra que las divisas que se liquidan por las exportaciones y el propio cepo no alcanzan, hasta ahora, para cubrir la demanda de moneda norteamericana.

Como consecuencia de todo esto, crecen las dificultades para evitar las especulaciones vinculadas a la devaluación del peso nacional. De hecho, el ritmo de devaluación del peso respecto del dólar en el mercado oficial llega al 20%. A este ritmo un dólar costará más de 6 pesos hacia fin de año. De perdurar esta dinámica, las importaciones de insumos para la producción se encarecerán aún más, lo que podría generar más inflación o, en el peor de los casos, desabastecimiento de productos para el consumo. En la medida que la disminución del nivel de reservas siga a la baja, persistirán los controles oficiales y las restricciones para acceder al dólar. Este camino conduce a intensificar el proceso devaluatorio del peso.

El contexto económico global muestra signos de recuperación de la crisis. Sin embargo, la Argentina persiste en su preocupación de contener la caída de reservas en moneda extranjera, mediante controles que buscan desalentar la demanda en el mercado de cambio, e insiste en controlar los precios. Hasta ahora, ambos objetivos parecen lejanos.

expectativas devaluatorias
La pérdida de reservas en moneda norteamericana del Banco Central y los pagos de deuda que el Gobierno nacional afrontará con sus propios dólares alientan el proceso devaluatorio del peso local.



Las divisas

Por Eduardo Robinson - economista

En la economía argentina, el problema de fondo es la inflación. Aun al tomar las estadísticas públicas, el incremento de los precios alcanzaría al 10%. Claro que los números privados duplican ese guarismo. Pero, suponiendo que fuese real el 10%, es un número elevado para los parámetros internacionales. La inflación mundial en 2012 fue del 4% y en América Latina, del 6%. Tales valores evidencian la existencia de desequilibrios macroeconómicos en nuestro país.

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 El problema está, pero el Gobierno no lo enfrenta. La salida de capitales alcanzó los U$S 22.000 millones en 2011 e impulsó el establecimiento del cepo cambiario. Se establecieron crecientes restricciones para acceder al dólar. Pero a casi dos años de la implementación de estas medidas prohibitivas, lejos de ceder el apetito por el dólar, éste se incrementó. Porque lo que trasunta la medida, que dispuso el Gobierno nacional, es que faltan dólares al tiempo que se deteriora el poder adquisitivo del peso. Con pocas alternativas de ahorro que superen la tasa de inflación, sin señales claras del Poder Ejecutivo para solucionar el problema, con caída de reservas internacionales del Banco Central (BCRA) y en pleno proceso electoral, la avidez por la divisa norteamericana no se modera.

Reservas del Central

Si a estos factores se adicionan el hecho de pagar deuda se utilizan las reservas del Banco Central, que se destinan alrededor de U$S 12.000 millones para importar gas y combustibles, controlar las casas de cambio y las sociedades de Bolsa, que impulsa la entrada de divisas ilegales, y se procura imponer el Certificado de Depósito de Inversión (Cedin) como sustituto del dólar -se hacen contratos a medida para que empresas inviertan en explotación de yacimientos de petróleo y gas no convencionales-, las señales son muy claras: las divisas que ingresan por exportaciones son insuficientes para abastecer la creciente demanda de monedas extranjeras.

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Si se prohíbe comprar dólares es porque faltan. En este contexto, ¿cómo despejar expectativas devaluacionistas? De hecho, el ritmo de devaluación del peso con respecto al dólar en el mercado oficial llegó al 20%. A este ritmo un dólar costará más de $ 6 a fin de año. Por lo tanto, si se advierten desequilibrios en el plano interno, ante la creciente probabilidad  de  una reversión del contexto internacional, la incertidumbre se agranda.

La Fed

Semanas atrás, desde la Reserva Federal de Estados Unidos, se esbozó la probable moderación de la política de expansión monetaria que desde la crisis de 2008/2009 se viene desarrollando en Estados Unidos para evitar caer en el estancamiento económico.

En caso de reducirse la cantidad de dólares, subiría la tasa de interés en ese país, lo que atraería capitales internacionales que hoy se encuentran en las economías emergentes buscando mejores rendimientos. Saldrían capitales, por ejemplo, de Brasil, de México, entre otros países, induciendo devaluaciones de las monedas locales en la medida que dolarizarían los portafolios internacionales.

Commodities

Mayores tasas de interés y revalorización del dólar reducirían los precios de las materias primas y commodities. Tal situación impactaría negativamente en las economías que se vieron beneficiadas con este contexto internacional, como Argentina.  

En ese escenario, ¿hay que preocuparse por la caída de las reservas internacionales? ¿Cómo afectan a Doña Rosa los vaivenes cambiarios? En primer lugar, el termómetro de la desconfianza es el precio del dólar y el nivel de reservas internacionales. Por eso, en la medida que la tendencia siga siendo de disminución del nivel de  reservas, seguirán los controles y los torniquetes para acceder al dólar. Esto lleva inexorablemente a intensificar el proceso devaluatorio del peso.

El peso vale menos

Es decir, en términos de dólar, el peso cada vez vale menos. Se encarecen las importaciones de insumos lo que lleva a dos caminos: siguen subiendo los precios o hay desabastecimiento de productos. Podría decirse que eso impulsaría la sustitución de importaciones. El problema es que sin horizonte de largo plazo y con inestabilidad de reglas de juego no hay inversiones para que en el futuro se reemplacen las importaciones.

Debilidad

El otro aspecto es que al debilitarse la posición de reservas se desprotege a la economía ante una posible crisis internacional o ataques especulativos. Al crecer la exposición, porque la masa monetaria en pesos tiene menos respaldo en divisas, suben las expectativas devaluatorias, lo que lleva a generar procesos de profecías autocumplidas.

Como es bajo el nivel de reservas, la poca credibilidad en la moneda doméstica alienta la demanda de divisas, pero como estas son escasas, para abastecer la demanda tiene que subir el precio en pesos, es decir, hay que devaluar.  Antes del estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, de 2008/9, se registraron tasas de crecimiento superiores a 7% entre 2003 y 2007. Si bien pueden disminuir al 4% o 5%, como estimó el FMI, siguen siendo tasas elevadas.

La evidencia es que la economía internacional, va superando la crisis. Pese a ello, la Argentina continúa procurando evitar que sigan cayendo las reservas en dólares, profundiza los controles para desalentar la demanda de divisas y anuncia cada vez con más frecuencia controles de precios que terminan siendo sólo eso: anuncios.



Emergentes

Sujetos a la demanda de materias primas

Hay que tener en cuenta que el combo internacional de tasas bajas, altos precios de materias primas y crecimiento elevado de las economías en desarrollo, que enfrentan los países emergentes en general y la Argentina en particular, responde a un ciclo que  puede durar más o menos, dependiendo de múltiples factores, en particular de la demanda de materias primas. La ventaja con que cuentan los países emergentes, en especial aquellos productores de materias primas de América Latina, es que China e India crecen a un ritmo sostenido y mantienen su  demanda de producción a la región.


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