El rito de cada mediodía: un campeonato en miniatura

El rito de cada mediodía: un campeonato en miniatura

Una empresa instaló metegoles en el sótano para los empleados.

MÁXIMA CONCENTRACIÓN. Los jugadores rotan permanentemente. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA MÁXIMA CONCENTRACIÓN. Los jugadores rotan permanentemente. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
18 Julio 2013
Bajando la escalera, rumbo al sótano, se escucha el inconfundible repiqueteo de la pelotita. Ese mágico gong que genera cada gol, cuando la número cinco de bolsillo estalla contra el metal del fondo del arco. La escenografía del garage se rompe con la decena de entusiastas expertos agachados en torno al miniestadio. Son los empleados de Refinor, quienes cada mediodía cumplen el rito de arremangarse y disputar campeonatos de metegol.

"Lo implementamos en 2006, con el objetivo de mejorar el clima de trabajo, y es un éxito. Acá hay gente de todos los sectores de la empresa, esto favorece la integración y le brinda al personal un espacio de recreación", explica José María Barchini. Él pertenece al área de Recursos Humanos de la firma y no le saca la vista de encima a la pelota. En cualquier momento le tocará entrar a la cancha.

"La clave es la paciencia, no desesperarse, buscar el hueco", desliza Matías Cabot, destacado como uno de los mejores defensores del nutrido plantel. ¿Qué hace falta para frenar a las delanteras más temibles? "Algo de suerte, moverse bien... Y tener en cuenta que la técnica es más importante que la potencia".

Los torneos en el sótano de la sede administrativa de Refinor, frente a la plazoleta Mitre, son diarios. Los partidos se juegan a dos goles y hay montones de reglas. "La sucia" es una jugada en la que el gol vale doble. Consiste en rematar de primera cuando la pelota es rechazada por el arquero o por la defensa rival.

También se cuentan doble los goles de arquero (a Miguel Dulor lo señalan como un especialista), los que se marcan en contra o aquellos logrados tras un pase atrás de la delantera al medio campo. Una exquisitez.

"Las reglas emparejan el nivel", sostiene Barchini. Los jugadores le piden que no olvide la variante "muere gordito". ¿De qué se trata? Cuando una dupla lleva ganados ocho o nueve partidos y pierde con una que llega seca de victorias, esos números se invierten en el acto. "El comité" es la reunión general que dictamina el desenlace de las jugadas dudosas; y hay pocos momentos tan temidos como "el ascensor". Es el castigo a quien mete el segundo gol directamente desde la mitad de la cancha, sin desarrollar el juego de pases. ¿Por qué el ascensor? Porque en el acto debe volver a la oficina a trabajar.

"Probamos con la PlayStation, con el ping pong, pero no hubo caso... El metegol es una pasión", resume Barchini. Por eso, durante la hora libre del mediodía, es tiempo de poner manos a la obra. Por supuesto: no vale molinete. ¿O se dice remolino?

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