Bajo el pretexto de seguridad restamos espacios de privacidad

Bajo el pretexto de seguridad restamos espacios de privacidad

Lucía Cid Ferreira | Doctora por la Universidad Pablo de Olavide (España) - Centro de Investigaciones Sociológicas - Facultad de Derecho y Ciencias Sociales - UNT

04 Julio 2013
Para expresar una opinión fundamentada sobre este tema concreto (la instalación de cámaras de seguridad en espacios de la UNT) haría falta algunos datos claves como: cuál es la frecuencia de delitos en la universidad, qué tipos de delitos, en qué circunstancias se producen los hechos, cómo funcionan los sistemas de seguridad en los espacios de la UNT sin las cámaras, cuánto bajaron realmente los hechos en los lugares en que se instalaron cámaras de seguridad, en fin. ¿Se hizo un estudio amplio del fenómeno para conocerlo científicamente y evaluar las necesidades y las distintas alternativas? No quisiera opinar en abstracto y con prejuicios. Se trata de un problema concreto que requiere de medidas concretas. Pero sí considero algo preocupante que las cámaras se conviertan en una panacea, cuando existen estudios y experiencias que cuestionan su efectividad en relación con su alto costo.

La extensión progresiva de las cámaras de seguridad (que se observa tanto en los espacios públicos como privados) revela el fracaso de los gobiernos, del Estado y de la sociedad civil en la construcción de una sociedad más segura y menos violenta para las personas. Pero el ascenso del delito no es algo natural ni inevitable. Señala el desinterés de actuar sobre los factores que motivan esos comportamientos, factores que dependen de las condiciones sociales, económicas, políticas, culturales e institucionales. Factores como la desigualdad, la falta de oportunidades reales y dignas, el consumismo y la corrupción. Desde la criminología, Zaffaroni ha planteado que, frente a las conductas, el campo de la seguridad es el único que busca soluciones mágicas (como el endurecimiento de las leyes) en lugar de basarse en sólidos conocimientos científicos sobre las conductas, sobre cómo motivar los conductas menos violentas y desmotivar las más violentas.

Por otra parte, aun con el riesgo de caer en lo abstracto, a todos nos cabe cuestionar qué significa ahora y hacia el futuro el avance de la vigilancia electrónica. Bajo el pretexto de la seguridad, restamos espacios de libertad y de privacidad. Creo que no nos está permitido ser ingenuos: así como gobiernos que comienzan como democráticos pueden metamorfosearse en autoritarios, así también la vigilancia para la seguridad puede, sin mucha dificultad, metamorfosearse en vigilancia para el control social.

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