Una madre, un brindis y los robos
Una joven madre llevó a su hija al colegio. Bajó del auto con la pequeña alumna, que jugaba con su mochila en la mano. La mujer también llevaba en brazos a una beba, que iba con el chupete en la boca. Entró al colegio, saludó con un beso a su hija, se despidió de la maestra y salió del edificio. Pero afuera estaba a punto de ocurrirle lo peor. La mujer caminó en dirección al auto, que había quedado estacionado a unos 30 metros de la puerta del colegio. Eran las 14.30. Nadie podría pensar que a esa hora de la siesta podría ser víctima de un robo.

Ella sentó a la beba adentro del auto. Cerró la puerta y giró por delante del vehículo para llegar al asiento del conductor. En un segundo apareció un delincuente, que le dio un tirón para arrancarle la cartera. La mujer cayó de narices en el pavimento. No se resistía al robo, pero el delincuente comenzó a golpearla. Le pateó el estómago y forcejeó hasta que logró cortar la tira de cuero y huir del lugar.

Sólo quiénes pasaron por un hecho de inseguridad, a veces más grave que el caso de la joven madre, saben el trauma que implica una situación de esa naturaleza. El miedo envuelve a la víctima. El shock paraliza. Esta joven madre prefirió no exponerse a nuevos riesgos y prefirió reservar su identidad. Pero hay otros padres que ya se enteraron del ataque en la puerta del colegio, en Esteban Echeverría al 200, a la altura de avenida Mate de Luna al 4500, y el miedo se propagó como un virus.

El policía en la esquina
Los padres quieren saber qué pasó con el agente de policía que debía estar en la puerta del colegio en el horario de entrada y salida de clases. El jueves, cuando ocurrió este arrebato no había ningún policía en toda la manzana. Para colmo dos días después, una fiesta de casamiento, en Yerba Buena, tenía policías y custodios en los alrededores del lugar.

Los mismos padres de alumnos del colegio donde lastimaron a la joven madre leyeron esa noticia sobre los custodios, "hombres de negros" que vigilaron la fiesta. También leyeron los amigos del taxista Mario Barrientos, asesinado en un camino vecinal de Los Ralos. Los vecinos de Tafí Viejo que, hartos de la inseguridad, marcharon hace un tiempo por "La Ciudad del Limón". Y la leyeron los vecinos de Yerba Buena, donde el sábado salieron a la avenida Aconquija para repartir folletos y generar conciencia sobre la ola de robos y arrebatos y decir "basta". Y la leyeron muchos otros tucumanos, hombres y mujeres, que caminan día a día con miedo, porque saben que la inseguridad no es una simple sensación.

Por la ventana
La ola de robos llegó a tocar también las instituciones públicas. En Las Talitas, un ladrón tuvo la osadía de romper una ventana de la intendencia. Eran las 4 de la madrugada de ayer, cuando entró decidido a sustraer lo que más pudiera cargar en sus manos. De contextura física delgada logró entrar a la oficina pública. Para ocultar su rostro vestía una campera con capucha. Una vez adentro se robó un monitor LCD y un parlante para computadoras.

En medio de la oscuridad, un empleado municipal observó movimientos extraños dentro de la intendencia y llamó a la Comisaría de Villa Mariano Moreno. Un robo en la intendencia era un hecho grave, que iba a repercutir en la prensa. Por suerte, para las autoridades, la Policía logró aprehender al ladrón, un joven de 18 años, y recuperó los objetos que llevaba ocultos. Fue un robo truncado y, por eso, con final feliz. Pero no todos tienen la misma suerte.

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