“Siempre estoy tratando de encontrar mi mejor canción”

“Siempre estoy tratando de encontrar mi mejor canción”

Como compositor, arreglador e intérprete, Lucho Hoyos consigue sorprender al público. Su afán es hacer algo distinto a lo ya conocido

TALENTOSO Y CREATIVO. Lucho Hoyos tiene una prolífica trayectoria en la música de raíz folclórica. TALENTOSO Y CREATIVO. Lucho Hoyos tiene una prolífica trayectoria en la música de raíz folclórica.
18 Abril 2013
Todo comenzó el día en que cumplió seis años y su abuela le regaló una guitarra, después de haber visto cómo el niño imitaba a los cantores de la radio. Comenzó a estudiar con una maestra de música, que enseñaba de una manera muy estructurada. Muchos años después, cuando él se dedicó a enseñar, evitaba hacerlo como aquella docente y trataba de que los alumnos se apasionaran por el instrumento. Fue lo que a él le había sucedido cuando conoció a Carlos Podazza, de quien aprendió a "creer que el sueño de hacer música era posible". "Lo veía a Carlos cómo laburaba y armaba cosas que parecían una utopía, pero él las llevaba a cabo. Por ejemplo, cantatas. Unas cosas alucinantes", recordó el músico.

Desde los 25 años, Hoyos comenzó a desarrollarse musicalmente tomando contacto con los grandes maestros, como los hermanos Núñez, el "Chivo" Valladares, el "Pato" Gentilini, Juan Falú, y además se le abre un universo al escuchar al Chango Farías Gómez, Raúl Carnota, Silvio Rodríguez, Yupanqui, la música clásica, el rock sinfónico, Piazzolla... "De toda es mezcla sale en mis inicios algo que tiene raíz en la música folclórica, a la que le sumaba características jazzeras, o rockeras, o melódicas, porque de la buena música me gusta todo. Y en 1988 voy a competir en Cosquín en los rubros canción inédita y solista vocal. Gané en los dos: con la zamba Lavandera Chaguanca (de Néstor Soria, Coyuyo Carrizo y Lucho Hoyos) y en canto con una versión de "Luna tucumana". Mi desafío era hacerla diferente a las tantas versiones que ya existían".

A ese recurso de crear una versión distinta y personal, de temas conocidos, lo volvió a frecuentar después a lo largo de su carrera. Rearmonizó muchas obras del cancionero tradicional, como La López Pereyra, Lloraré, Zamba de los mineros, Zamba de mi esperanza, y el público disfruta al descubrir algo nuevo en esas canciones que ya están incorporadas en su memoria. Paralelamente, desarrolla su faceta de compositor. Una de sus primeras obras es Yocavil, un aire de zamba en homenaje al valle donde se encuentra Santa María (Catamarca), con letra de Marcela Neme. 

El motor de la creación musical

"Siempre estoy tratando de buscar mi mejor canción. Es el motor que tenemos todos los compositores. Así, un día hice lo que para mí es lo más cercano a un himno. Creo que es la canción que más quiero y la que mejor me define. En su progresión musical y en su ritmo tiene 'rarezas'. Es como un 'loop' (sección pequeña de un sonido que se repite), y sobre eso hay un canto que juega casi como una forma de rap. Lo curioso es que con estos elementos que no son folclóricos, se termina definiendo un aire de chacarera. La compuse pensando en lo que nos pasa como pueblo", explicó sobre el tema titulado Juntarnos.

Con respecto a su búsqueda de sonoridades, el músico ha probado diferentes formaciones, desde una guitarra sola con batería, hasta un grupo de ocho guitarras a la vez. "Siempre compruebo que hay miles de matices para incorporar a esa paleta de colores sonoros con la que uno juega. Ahora hay una camada de jóvenes que está haciendo algunos 'engendros' interesantes y espero que lleguen a buen puerto. Creo que si parten de una conexión importante con la raíz, van a llegar -auguró-. Yo tengo discos con diferentes formaciones. Una que me gusta especialmente es la del 'power trío', con dos guitarras y un bombo. Con ella demuestro que al incorporar muchos arreglos se puede lograr esa cosa 'polenta', esa fuerza de la música que me viene seguramente del rock".

Hoyos comentó que hay zambas muy hermosas, que han prendido fuerte en el corazón del público de varias generaciones. Por ejemplo, la Zamba de los mineros, del Cuchi Leguizamón. "Lo que él hacía eran joyas de la música. Y su gran particularidad es que tenía una formación muy influenciada por el jazz, pero supo conectar con el público masivo. Eso me sorprende -destacó-. Esta zamba fue hecha por mucha gente, pero en casi todas esas versiones juegan casi siempre los mismos elementos. Yo trato de abordar esta clase de obras de una manera que no sea común". LA GACETA

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