El mundo retro, un país extraño en el que la nostalgia se ha vuelto mercancía

El mundo retro, un país extraño en el que la nostalgia se ha vuelto mercancía

Milongas que unen a veinteañeros con glorias del tango viejo; una industria que le saca el jugo al pasado, en la música, en la moda, en el diseño doméstico e industrial, en la invasión de fiestas retro y en el culto al vinilo. Los retromaníacos disfrutan de ese viaje, y la mirada distanciada señala que detrás de esta tendencia está la sensación de que el futuro no es la promesa que supo ser.

GIRA MAGICA Y MISTERIOSA. Adrián, Pablo , Chicho y Alfredo, en el santuario del Club del Vinilo. Todos los jueves, el ritual del redondo se repite. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ GIRA MAGICA Y MISTERIOSA. Adrián, Pablo , Chicho y Alfredo, en el "santuario" del Club del Vinilo. Todos los jueves, el ritual del redondo se repite. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
En la pista de los lentos del boliche que ha organizado la "retrofiesta" se alternan las voces de Barry White, Frank Sinatra, Elton John y Carpenters; y las luces del Jockey, en tanto, se tiñen de milonga y han desempolvado la mística del viejo animador Alberto Dahan, devolviéndole el reinado al sonido rasposo de la púa cuando acaricia el vinilo. En las vidrieras top y en las tiendas de diseño tucumanas, la moda vuelve sobre sus pasos pero con toques propios; y en las casas de electrodomésticos la heladerita colorada con patas estilo sixties arranca suspiros entre los jóvenes. Sobre la avenida Mate de Luna al 3.000, la casa de Chicho es una gira mágica y misteriosa a los 60, a los 70, a los 80, con algún LP de Los Beatles girando en el Winco mientras el televisor devuelve las imágenes que transmite un VHS con las destrezas de "Bond, James Bond" en la piel de Sean Connery, el escocés con el mejor blend. El espíritu retro lo ha invadido todo, cimentando la ilusión de que el ayer puede volver. Pura ilusión. Como le dice a LA GACETA Ana Torrejón, directora de la edición argentina de la legendaria revista Harper 's Bazaar, no existe lo retro en el sentido lineal. "Nadie vuelve del mismo modo al pasado y es la misma persona. Son lecturas nostálgicas, artísticas de ayer, en sintonía de un hoy en permanente mutación", reflexiona.

Por la misma senda, María Fernanda Bringas, responsable del programa "cooltura retro", afirma: "La moda del 2013 consiste en recuperar el pasado y reinventarlo con elementos actuales". Y opina que la elección de lo retro en la moda y en el diseño es funcional. "Te permite crear un estilo ecléctico y por sobre todo único, ya que no hay una regla para combinar", apunta.

Chau, utopías

Para el artista visual Alejandro Gómez Tolosa, la apuesta retro habla del fracaso de las utopías futuristas. "Creo que mi generación (nací en el 66) creció entre esas añoranzas, donde (y más tarde la realidad se encargaría de remarcarlo) "todo tiempo pasado fue mejor"…o al menos en ese imaginario. "Cada vez mas fuerte ese sentimiento, como aquello de que "lo que se construía antes era mejor, con materiales de más calidad, con diseños impecables, ya no se inventa nada…y encima duraba para toda la vida". Esa "confianza" en un futuro promisorio se perdió…En este 2013, donde todo se replica, se abarata a expensas de la calidad, la esperanza es ya solo un recuerdo, la vuelta al pasado parece ser lo único que nos garantiza aquella bonanza de un mundo que se fue para no volver…creo que, en un acto de preservación, hemos teñido toda nuestra desazón generacional y desesperanzadora, con un barniz salvador, con una utopía retro", dice Alejandro, artista visual y Master en Nuevas Tecnologías.

Los redondos

Todos los jueves, media docena de integrantes del "Club del vinilo" (que en su sitio de Facebook suman más de 200) recrean su reunión ritual alrededor del Winco. En ese club se escucha "toda la música". Y lo que más seduce de esta atmósfera retro es, coinciden Chicho y Pablo Lesnik, la ceremonia de elegir un LP, de limpiarlo despaciosamente, de admirar el arte de la portada, de leer las letras que vienen "en el librito"; de cambiar al lado B.... "Es todo eso, y más. Y ese más es la sensación de estar escuchando un disco que, tal vez, ha estado guardado 20, 30 años; y que de pronto es rescatado de ese olvido. Es el hecho de poder darle vida de nuevo al disco", afirma Chicho.

Cuando los cultores del vinilo discuten la diferencia entre el CD y el LP, parecen estar comparando varietales. "El vinilo tiene la contra de la fricción; el CD tiene muchas ventajas, pero menos potencia; se olvidan por lo general de la presencia de los sonidos de los platillos de la batería, que no están presentes como en el vinilo", asegura por su parte Lito Tarulli, dj histórico de cuatro décadas de noche tucumana. Clara (32) explica así su fanatismo por el dos por cuatro: "después de tanto "touch and go", el tango te impone el reencuentro cuerpo a cuerpo, mirada a mirada; te obliga a una comunicación íntima con ese otro con el que estás bailando, así sea un desconocido para vos".

El pasado, afirma el escritor inglés David Lowenthal, es un país extraño, al que la nostalgia lo ha convertido en el país con el mejor mercado turístico de todos los conocidos". Así, el escritor inglés la da la razón a Gómez Tolosa, cuando nos advierte que el futuro ya no es la promesa que supo ser. Y que la cultura retro es la ilusión de estar parados sobre un lugar seguro. Sin sobresaltos.

Creo que este reino de la felicidad retro no deja de ser una modalidad de lo nuevo tan impregnada de suficiencia histórica como cualquier otro momento del pasado reciente o lejano. Entre otras suficiencias, la certeza de que no hay nada inimaginable acechando en el futuro, no es la menor. Nuestras expectativas parecen oscilar sin matices entre la repetición absoluta y la catástrofe extrema. La sospechosa ausencia de lo realmente nuevo no es tanto producto de un atasco cultural, sino más bien de una interdicción: en términos de imaginación histórica, vivimos en una suerte de geocentrismo. Al faltar la dimensión sociopolítica de lo transformador, la revolución tecnológica sustituye el ideal de emancipación por las promesas de confort. Y el primer lugar al que debemos prestar atención para intentar comprender esta situación es a ese triángulo cultural siempre caleidoscópico formado por economía, tecnología e ideología: capitalismo postfordista, tecnologías digitales generalizadas, "anarcoconsumismo".

La incapacidad de sentirnos parte del presente
(Punto de vista - Aldo Ternavasio, licenciado en Artes, profesor de Cine de la escuela de la UNT)

Creo que aquello que vemos como una suerte de moda por lo retro es la superficie más visible de un fenómeno muy amplio y complejo. Hay innumerables motivos para apoyar la conjetura de que la dimensión de lo utópico como motor del convencimiento en la capacidad de las sociedades para transformar la realidad, fue perdiendo eficacia simbólica a lo largo de todo el siglo XX.

La alegría por el potencial lúdico de lo "retro" sería entonces el reverso consolatorio frente a una incapacidad de fondo de sentirnos parte de un presente, de una época. Es el presente el que se volvió inalcanzable y debe soportar una enorme carga de irrealidad. El sopor de la nostalgia. Y el reverso de la nostalgia, me parece, es que la mercantilización de ésta encuentra como condición de posibilidad cierta negación generalizada con respecto a las responsabilidades que nos genera el pasado y sus herencias. Como sabemos, no sólo se heredan los "activos", también, nos guste o no, los "pasivos". Con esta percepción reinante del pasado como una reserva interminable de formas culturales anacrónicas inagotablemente reciclables, se evapora la memoria, la historia y su capacidad de ayudarnos a comprender la realidad que vivimos. Pero también, como forma de resistencia a estas nuevas hegemonías, emergen, como suele ocurrir, prácticas de toda índole, artísticas, políticas, culturales que complejizan el aparente bienestar retro y desafían su carácter retrógrado al reciclar también la tradición de los oprimidos. Los tiempos recientes parecen demostrarnos que la Historia quizás, todavía siga siendo algo más grande que nuestras vidas.

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