El "paco" se extiende al norte del Gran Tucumán

El "paco" se extiende al norte del Gran Tucumán

Las adicciones han hecho estragos en el barrio que se ubica en las márgenes del río Salí, donde la Digedrop ha realizado más de 70 allanamientos durante los últimos tres años. Allí, los niños salen a robar para solventar el vicio y las niñas venden sus servicios sexuales a la vera de la autopista. La única contención que reciben es la de la Iglesia.

EL VELORIO DE JOSÉ. Los vecinos se agrupan frente a la casa de la familia Palavecino, donde despiden al joven adicto. LA GACETA / FOTOS DE OSCAR FERRONATO EL VELORIO DE JOSÉ. Los vecinos se agrupan frente a la casa de la familia Palavecino, donde despiden al joven adicto. LA GACETA / FOTOS DE OSCAR FERRONATO
22 Octubre 2012
En La Costanera el "paco" manda. Lo dicen sus mismos habitantes, la Policía, los profesionales que trabajan con los jóvenes adictos, las madres de esas víctimas y las monjas de la capilla del barrio. Y el viernes fue él, el "paco", quien asesinó a José Daniel Palavecino, el adolescente de 16 años que recibió un balazo disparado desde un auto blanco con vidrios polarizados.
Las hipótesis son varias, pero ninguna es oficial. "A mí me habían avisado las madres que ese chico últimamente tenía problemas con la gente que vende la droga y que le habían prometido que lo iban a matar", contó a LA GACETA Edith, representante de las "Madres de la Esperanza". Este diario publicó en agosto que José había sido encadenado por su mamá para que no saliera a robar para comprar "paco". "Ella pedía mucha ayuda para que lo internen, pero no se podía. Lo que pasa es que hoy si el chico no va por su propia voluntad no lo internan".
Edith relató que, a través de la fundación, trataron de gestionar un tratamiento de rehabilitación para el joven, pero fue imposible. "La única alternativa era mandarlo a las fazendas (instituciones católicas de rehabilitación), pero para eso la Iglesia exige que el chico pase cinco lunes sin drogarse y recién lo llevan", explicó. Que un joven adicto tome la iniciativa de internarse es una misión imposible, señaló la mujer. "Hay chicos que no tienen la voluntad ni siquiera de vivir, ese es el problema". 
Los niños y el "paco"
En casi todos los hospitales funcionan servicios de prevención y asistencia de las adicciones. El que más pacientes recibe es el Avellaneda, donde trabajan 12 psicólogos. "Cada uno de ellos da cuatro turnos por día, pero después asiste sólo el 50% a la consulta", precisó el doctor Luis Carbonetti, jefe del servicio, y explicó que esa conducta es característica de la patología. "El paciente no reconoce el problema".
Los números son alarmantes. Según el profesional, las edades de los pacientes son cada vez menores. "Hay un aumento de consultas por niños de nueve, 10 y 11 años. Si bien no son muchos los casos, es una alerta", destacó. Carbonetti apuntó, además, que las posibilidades de rehabilitarse dependen de la subjetividad y la realidad de cada persona. "Que el niño consuma implica que hay un gran conflicto a nivel familiar, económico, político y social en su entorno. Hay niños que están en una situación de vulnerabilidad total". Para el doctor, en Tucumán el consumo sigue en aumento. "Es una problemática que se instaló y que va a seguir creciendo", lamentó. 
El efecto del "paco", que se conoce como "flash", dura muy poco y eso hace que la persona consuma varias dosis diarias y entre rápidamente en situación de dependencia, explicó Carbonetti. "Antes su consumo era exclusivo de los chicos de La Costanera, pero ahora llegan pacientes de Las Talitas, Los Nogales y Tafí Viejo".
El especialista mencionó que el consumo está instalado en todos los niveles sociales y reflexionó: "no es algo que esté desconectado con la cultura, y la cultura de hoy está relacionada con el consumo".
El robo y la prostitución
La edad promedio en la que comienzan a fumar "paco" en La Costanera es a los ocho años, afirmó Edith, y estimó que cada dosis cuesta alrededor de $ 10. A partir de esa edad, los varones salen a robar para poder comprarlo. En el caso de las niñas, se prostituyen en la autopista para solventar el vicio.
"Cuando participamos de charlas en otras provincias la gente no puede creer lo que pasa en Tucumán. Y es que acá los chicos están desamparados. El Estado está ausente y todo lo que podemos hacer es mediante la ayuda de la Iglesia", contó la mujer.
A Edith también le tocó sufrir en carne propia el martirio que padecen cientos de madres de jóvenes adictos, por eso entiende del tema y se queja porque el gobierno no se compromete. "El gobernador (José Alperovich) nos dijo que no va a hacer nuevos centros de rehabilitación porque para que se desintoxiquen ya está el Obarrio. Además, dijo que no van a sacar a los chicos de las familias. Después vas a los hospitales y te dicen que no hay gente capacitada", reclamó.
Desde 2009 hasta hoy, la Digedrop (Dirección General de Drogas Peligrosas de la Policía) realizó más de 70 allanamientos con casi 60 detenidos en La Costanera. Así lo detalló el comisario Fabián Salvatore, que también recordó que hace pocas semanas la Justicia condenó a dos mujeres que vendían droga en ese barrio. "La mayoría de los casos recibieron condenas".
Las sustancias que más secuestraron los uniformados de la Digedrop en esa zona fueron "paco" y "ravioles" de cocaína. "Hace algunos meses hicimos el último allanamiento y seguimos trabajando", señaló. Salvatore explicó que, para recibir la autorización de allanamiento de parte del juez, necesitan pasar por un período de recolección de pruebas e investigación que lleva entre dos y tres meses. 
El comisario se negó a hablar de los puntos predilectos de los dealers. "Hay que estar atentos a todos los lugares, no hay que hablar de zonas rojas ni estigmatizar a los barrios", sostuvo.

Dónde se puede buscar ayuda
En el hospital Avellaneda funciona el servicio de Asistencia y Prevención de las Adicciones, a cargo del doctor Luis Carbonetti. Se otorgan 48 turnos por día, que son distribuidos entre 12 psicólogos. Para solicitar un turno, hay que llamar al teléfono 4276050 o hacerlo personalmente en la recepción del hospital, en Catamarca al 2.000.

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