Un ensayo con licor y tierra que pisó McCartney

Tal vez no sea aconsejable de noche, pero a la casa de Víctor Chocobar puede llegarse con los ojos cerrados. Son los oídos los que guían: allí donde las baldosas quieran salirse de la vereda por el retumbar de una canción de los Beatles -en esta oportunidad es "Money"- deben detenerse los pies. El volumen de la música aumenta con cada puerta que se abre (los anfitriones atienden tarareando los temas) y hay que franquear una estrecha escalera de escalones celestes y amarillos para llegar al origen de la melodía, al escenario en el que La terraza de Apple esfuerza sus instrumentos.

Es miércoles a la noche y la banda tucumana que tributa a los cuatro de Liverpool está en uno de sus últimos ensayos antes del recital que dará mañana en el Virla, para celebrar los 50 años de "Love me do", el primer disco simple de los Beatles. Chocobar se pasea sonriente por el estudio, presenta a sus compañeros, sorbe un trago de licor de huevo y se detiene en la figura del guitarrista Guillermo Ocón. "Nosotros somos los dos gerontes del grupo -sonríe-. Los otros son muy chicos, tienen entre 18 y 24 años, aunque todos han escuchado esta música desde niños. La convivencia de diferentes generaciones es lo que nos distingue".

En efecto, Ocón es el que administra la disciplina del ensayo. En su papel de director musical, le marca los tonos a Lisandro, hijo de Víctor y primera voz, y va sugiriendo al resto de los integrantes cómo regular los instrumentos. Todo desde la comodidad de una silla: es el único que toca sentado. "Guillermo y yo decidimos el repertorio -continúa Chocobar-. En este show vamos a tocar las canciones de la primera etapa de los Beatles, de la época en que actuaban en la ciudad alemana de Hamburgo y cuando todavía no había estallado el fanatismo masivo".

Gaseosa y pan de anís
La sala de ensayo, ubicada en un alto del frente de la casa de Chocobar, es en sí misma un homenaje a la banda británica. En los pocos espacios que deja libre la goma espuma Sonex -que aísla acústicamente al cuarto- afloran los pósters, láminas, tapas de discos de la banda amada y gigantografías de presentaciones más o menos recientes de Paul McCartney. También pululan los discos -algunos de vinilo- y los libros, y hasta (Dios y la Patria se lo demanden) algunas banderas del Reino Unido. Todo, todo alude a los Beatles. El único objeto disonante es un afiche de Luis Alberto Spinetta, la otra musa de los allí presentes.

"Al principio ensayábamos en el living, con colchas en las paredes para que no se escuchara desde afuera. Hace dos años decidí convertir esta habitación en una sala de ensayo; durante mucho tiempo la había mantenido deshabitada con el proyecto de construir un estudio de radio. Lo fuimos construyendo de a poco: lo más preciado que hemos adquirido es un bajo del mismo modelo que el de McCartney", destaca Chocobar.

Él también guarda de su viaje a Liverpool un puñado de tierra y pasto de la casa de McCartney y hojitas secas que recogió del parque Strawberry Field.

En una de las paredes hay también una cartulina clara en la que se lee la lista de temas del recital. Chocobar presume con algunos de ellos, está seguro de que sorprenderán al público no solo cuando los toquen sino también cuando expliquen el contexto en el que surgieron. "Vamos a hacer uno inédito, 'Bad to me', que los Beatles nunca editaron, sino que grabaron en un acetato y mandaron a su club de fans como saludo de fin de año. Y también 'How do you do', canción que grabaron a instancias del productor George Martin, quien pensaba que ese sería su primer éxito. Ellos, sin embargo, lo hicieron a desgano", expresa. Mientras, detrás de él rondan una canastita con pan de anís y algunos vasos de gaseosa. El ensayo finaliza, pero los músicos no se van: a los temas ordenados en la cartulina se le suma un bis espontáneo, más por placer que por entrenamiento, que sirve para apaciguar la adrenalina antes del encuentro con el público.

ACTÚAN MAÑANA

• A las 21 y a las 23 en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251). Entrada general: $ 60.