Los amos de la impunidad

Los amos de la impunidad

El fútbol dejó de ser sólo un hermoso deporte, tanto para jugar como para ver. Hoy, además, es un tremendo negocio que mueve millones de dólares a nivel mundial. Los barras son mano de obra desocupada que quieren mantenerse en el poder a toda costa. Y por eso matan. Y por eso mueren. Y tienen la impunidad de los intocables. La Policía y la Justicia siempre miran para otro lado. Manejan todo dentro de un club. Ponen y sacan jugadores, técnicos y hasta presidentes. Venden entradas en negro, extorsionan, comercializan drogas, organizan los viajes, cobran por seguridad, se visten con la indumentaria oficial y son apretadores al mejor postor. Y nadie, pero nadie hace nada. Y si no, que lo diga Javier Cantero, presidente de Independiente, a quien sus pares y hasta la AFA dejaron solo cuando les declaró la guerra a los violentos. En Tucumán, la torta es más pequeña. Pero igual de apetecible. Y como el negocio está en dominar todo lo que sucede dentro del club, tratar de minar ese poder se paga con la vida. Detrás de todo equipo de fútbol, inexorablemente, hay un político. Ellos también se sirven de los barras. Conforman su propia guardia pretoriana. En gran medida, el poder político creó este monstruo. Y hoy, como a Frankenstein, ya nadie sabe cómo pararlo.

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