La inocencia perdida
Cuando lo vieron por primera vez, a tan pocos metros de distancia, en sus caras se pudo percibir bronca, furia, impotencia. "Lo difícil era eso, verlo el primer día. Tenía al frente mío al hombre que le arruinó la vida a mi hija", me dijo el padre de una de las niñas víctimas. Pero en los seis días que duró el juicio, pasaron otros momentos igual de duros.

Algunos de ellos tuvieron que declarar como testigos. Todos tuvieron que volver a escuchar por lo que habían pasado sus hijas. Son los padres de las niñas víctimas del abusador serial. Hubo pericias que lo comprometían, se discutió sobre retratos hablados, sobre las características físicas del agresor, sobre los lugares que frecuentaba. Pero ellos, los padres, apuntaron casi todo el tiempo la mirada a Oscar Emilio Fernández, el hombre que según dictaminaron los jueces, les quitó la inocencia a seis pequeñas.

Esa inocencia se vio en los relatos de la Cámara Gesell. Risueñas, como si de una simple charla se tratara, las niñas contaron cómo las captaron. Casi ninguna admitió que fueron abusadas. "No me acuerdo más", decían cada vez que la psicóloga intentaba profundizar en las violaciones. A los genitales los identificaban como "el lugar por donde hago la pí", o "eso que tienen los hombres ahí abajo". Sus padres, con hidalguía y lágrimas en los ojos, escucharon los duros relatos. A menos de tres metros estuvo sentado Fernández.

Pasarán muchos años hasta que el violador serial vuelva a ver la calle. Los jueces lo condenaron a 29 de prisión. Pero hay seis niñas para las que nada volverá a ser lo mismo. Y no hay ninguna condena que les devuelva la inocencia perdida.

Comentarios