La falta de vocación no amilana el trabajo de las religiosas en Tucumán, y apuestan a reubicarse

La falta de vocación no amilana el trabajo de las religiosas en Tucumán, y apuestan a reubicarse

05 Agosto 2012
En Tucumán hay 19 congregaciones religiosas femeninas y 11 masculinas. Están agrupadas en la Confar (Confederación Argentina de Religiosos, varones y mujeres). Pero eran muchas más. En los últimos años dejaron la provincia las Hermanas del Buen Pastor; las Lourdistas (estuvieron menos de 10 años) y las Clarisas, que trabajaron poco tiempo en la provincia. Ahora dejan el Cottolengo las Hermanas Misioneras de la Caridad, de Don Orione.

Pero quedan grupos de religiosas insertadas en distintas actividades de servicio a la comunidad, además de las que se dedican a la educación y a la formación de niños y adolescentes.

Protagonistas

Las del Huerto llegaron en 1876 para fundar una escuela, el Primer Hospital de Mendigos y el Hospital Mixto de Niños (hoy Padilla); las Pobres Bonaerenses de San José, que tienen un hogar en Las Heras al 300; y Las Pobres de Santa Catalina, que trabajan en Los Ralos y con la gente de la Costanera.

También se reconocen como misioneras Las Siervas de San José, insertas en el barrio 11 de Marzo; las hermanas de la Inmaculada Concepción, en Las Talitas; y las hermanas de la Orden "Marta y María", que actúan en los geriátricos. También las Hermanas Esclavas, que vinieron desde Córdoba en 1889 y asumieron la conducción de la Escuela y el Hogar de Niños, entre otras.

La primera congregación fundada en Tucumán pertenece a la de las Hermanas Dominicas, que surgió ante la necesidad de brindar asistencia a la gente víctima de la epidemia de cólera, en 1886. Fue fundada por la Sociedad de Beneficencia de Tucumán, entonces presidida por Dorotea Terán de Paz. Su hija, Elmina Paz, al quedar viuda

promovió el nacimiento de una congregación religiosa, la que dirigió con los hábitos. Esta orden netamente tucumana fundó el primer asilo para huérfanos, y luego el Colegio Santa Rosa.

Otras confesiones además de la Católica, como la Adventista y la de los Evangelistas, también fueron asumiendo el compromiso de ayudar a los más necesitados. Es una dimensión humana que opta por salirse de uno mismo para darse por completo al otro, por amor a Dios y a la humanidad.

La cuestión de género

Lo interesante de la confederación que reúne a las religiosas tiene que ver con su modernización. Graciela Sánchez, de las Hermanas Paulinas, ocupa el cargo de secretaria. Ella explicó que en cada trienio, si el presidente es un varón sacerdote -actualmente es el lourdista Arturo Terán- el próximo período automáticamente lo asume una religiosa.

"Se notan los cambios desde adentro de las organizaciones eclesiales, y la cuestión de género atraviesa sus instituciones", apuntó. Consignó que la Confar actúa bajo el lema "Hagamos alianza con la vida que reclama". "Esto significa humanizar nuestros actos", destacó Sánchez.

La religiosa indicó que la mayoría de las comunidades están integradas por pequeños grupos de tres a cinco religiosas. Respecto de las vocaciones religiosas reconoció que hay una crisis. "Esto nos interroga permanentemente, nos cuestiona, pero también, nos incentiva a mirar un poco más cómo vivimos nuestra opción por Cristo, y cómo muchas veces tenemos que ir contra la corriente", advirtió.

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