La unión del talento con la humanidad

La unión del talento con la humanidad

 FOTO DE LISL STEINER FOTO DE LISL STEINER
07 Junio 2012
"Fue el Julio Verne de nuestro tiempo", afirma el fotógrafo Aldo Sessa. Y en esa simple definición no solo está la esencia de la obra de Ray Bradbury, sino también su legado. Sessa mantuvo una estrecha amistad con el autor de "Crónicas marcianas", iniciada a fines de los 70 con la edición de "Fantasmas para siempre", el libro de Sessa cuyo prólogo fue escrito por Bradbury. En la imagen, Bradbury y Sessa posan en la puerta de la librería Rizzoli.

"Conocí a Ray por iniciativa de un amigo americano, que en 1976 le hizo llegar 'Cosmogonías', el libro que hice con Jorge Luis Borges. Bradbury, que admiraba enormemente a Borges, tuvo una respuesta inmediata. Con su generosidad habitual, me mandó unos tres kilos de textos. De allí surgió 'Fantasmas para siempre', que se publicó en 1979 en los Estados Unidos y al año siguiente en la Argentina", relata Sessa.

La amistad fue creciendo con el tiempo, al punto de que compartieron viajes, muestras y charlas de todo tipo. "Era un a persona verdaderamente cautivante. No solo por su intelecto, sino fundamentalmente por su humanidad. Rara vez encuentra uno esa feliz asociación del talento con la humanidad. Y Bradbury la tenía. A él le interesaba todo: los niños, la Tierra, la gente, la ciencia... todo", señaló.

Respecto de su obra, comentó que pocos conocen la totalidad de los escritos de Bradbury. "Tiene una monumental cantidad de poemas; muchos no están traducidos. Una noche, en Nueva York, hablamos largamente sobre la obra de Monet, su paleta y su combinación de colores. Y, al día siguiente, me sorprendí leyendo un poema suyo sobre Monet. Era así de espontáneo y creativo", enfatizó. Algunos de esos textos se publicaron en el suplemento Literario de LA GACETA, con ilustraciones del mismo Sessa. "Tenía presente cada una de las colaboraciones que se publicaban en Tucumán -reveló-. Mandaba permanentemente cuentos y poemas. LA GACETA publicó textos de Bradbury mucho antes que La Nación o que cualquier otro matutino porteño".

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