Perfectamente imperfecto

Perfectamente imperfecto

Lourdes del Forno. Psicóloga.

13 Mayo 2012
En tiempos posmodernos las diferencias de género parecen borrarse cada vez más y el amor ya no pasa (afortunadamente) por necesitar al otro, debido a que cada vez más hombres y mujeres son independientes. De esta manera el amor de hoy no supone necesitar de alguien, sino desear al otro (y que nos desee) para así compartir nuestra vida.

A partir de esta realidad el cuerpo queda subsumido a ser el anzuelo perfecto (al menos el más evidente) para despertar ese deseo ajeno, por lo que queda muchas veces relegado sólo a la categoría de "envoltorio", sin importar el contenido. Esa sería la cara atroz de un culto al cuerpo desmedido, en el que las cirugías estéticas se convierten en el fin último y no en el medio para lograr un bienestar.

Por esto es frecuente que depositemos nuestras esperanzas de ser felices en estas prácticas casi mágicas. Pero al salir del quirófano solemos encontrarnos con la gran sorpresa de que allí tampoco radicaba la receta de la felicidad plena y eterna.

La forma en que vemos nuestro cuerpo es un reflejo de cómo nos vemos a nosotros mismos; el cuerpo acaba cargando con el valor que le otorgamos. Aquí cabe la pregunta: ¿cómo me veo a mí mismo? ¿Desde qué ojos lo hago? ¿Desde los míos o los del otro que, supongo, buscan la perfección? Quien persigue la perfección externa casi obsesivamente puede estar ocultando defectos internos (conflictos) que son mas difíciles de asumir que un rollo de más o una nariz no tan agraciada.

Propongo repensar la manera en que como sujetos de la posmodernidad nos hemos convertido en cuerpos portadores de seres y no seres portadores de un cuerpo. Esta última es la condición esencial para una saludable relación con otro ser humano, que más que un envoltorio busca realmente su contenido, como quien busca un regalo preciado. Simplemente un ser humano con fallas y faltas. Sólo allí podré encontrarme con alguien que me complemente por tener mi misma condición de humanidad: alguien perfectamente imperfecto.

Comentarios