Saben que no podrán regresar a sus casas

Saben que no podrán regresar a sus casas

320.000 japoneses viven en emergencia.

11 Marzo 2012
FUKUSHIMA.- El frío invernal se filtra a través de las vigas de metal y las finas paredes de la casa contenedor de Teiichi Sekizawa, pero no va encender la calefacción. Es un costo demasiado alto para este desplazado por el accidente nuclear de hace un año, que todavía se encuentra en una alojamiento provisional y tiene pocas posibilidades de regresar a su casa. Y aún así, este de hombre de 55 años se considera afortunado. Trabajaba en la central nuclear de Daiichi de Fukushima pero su contrato venció justo el 10 de marzo; un día antes del terremoto y posterior tsunami que asoló el noreste de Japón, provocando el peor accidente nuclear en el mundo desde el desastre de Chernobyl (1986). "Tuve suerte", dice Sekizawa quien vive en un asentamiento de 180 casas de emergencia, construidas en un estacionamiento de Fukushima.

Él es uno de los 80.000 japoneses que vivían cerca de la planta nuclear y que fue evacuado ante el aumento de la radioactividad, provocado por el tsunami que dañó la central, provocando graves daños en tres de los seis reactores. El desastre dejó sin hogar, trabajo y subsistencia a cientos de miles de personas de la zona. Como Sekizawa, unas 320.000 personas se encuentran en viviendas de emergencia y se quejan de la falta de indemnizaciones. "Si hablas con las autoridades, verás lo caótica que resulta la reconstrucción", afirma Ken Horikawa, quien trabaja con los sobrevivientes en Ishinomaki, ciudad ubicada en la prefectura de Miyagi.

Horikawa denunció que las autoridades carecen de plan alguno y no están al tanto de las necesidades de los sobrevivientes, ni de las dificultades que pasan en sus alojamientos temporales. Si bien los esfuerzos iniciales se enfocaron en salvar vidas y proveer los servicios básicos, las necesidades ahora son intangibles: el apoyo moral a los damnificados. "Visitamos a los ancianos, los escuchamos y distribuimos arroz", dice Horikawa, quien se queja de que a la hora de brindar asistencia los funcionarios no tuvieron en cuenta las relaciones sociales de los damnificados.

Teiichi Sekizawa sabe que la vida no volverá a ser igual. Su antigua casa está ubicada a 10 kms de la planta de Fukushima Daiichi, donde la radioactividad sigue siendo alta. Al recordar su empleo allí, admite que a lo largo de 25 años le fue bien, viajó por el país y ganó mucho dinero, aunque ahora afirma que no volvería a trabajar en una planta nuclear. Su alojamiento puede parecer precario, pero para él es mucho mejor que el albergue en el que vivió durante meses tras el terremoto y el tsunami: un gimnasio. A un año de la tragedia muchos sobrevivientes dependen del trabajo de voluntarios como Horikawa. (DPA)

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