06 Octubre 2011
En los años 80, en un experimento, Schechtman encontró algo que contradecía las leyes de cristalografía: cristales que eran regulares pero cuya estructura no se repetía, como los mosaicos árabes. Su hallazgo fue muy cuestionado, hasta que finalmente hubo que cambiar la definición de lo que es un cristal (en el 92), no ya como una estructura que se repite infinitamente sino que tiene un diagrama de difracción discreto. Esos cuasicristales después se encontraron en la naturaleza, y más tarde pudieron sintetizarse. El descubrimiento ha permitido crear materiales con nuevas características, por ejemplo, aceros más durables para agujas de cirugías oculares, o muy resistentes, para hojas de afeitar; eventualmente se van a poder usar en LEDS y en aislamiento térmico en máquinas. El Nobel otorgado a Shechtman es un buen ejemplo de cómo la perseverancia y la humildad de un científico finalmente dan sus frutos. En su momento fue rechazado en su propio grupo de investigación y es ahora reconocido mundialmente. Su aporte científico cambia paradigmas en la química. Asimismo, es un ejemplo importante de cómo un experimento bien hecho puede dar vuelta toda una teoría, y confirma nuevamente que la química es una ciencia experimental.







