De la revolución de La Leo a todo el mundo

De la revolución de La Leo a todo el mundo

El tunga-tunga se impuso en los bailes cordobeses y desde allí traspasó todas las fronteras gracias a sus temas populares y divertidos

LA MONA JIMENEZ. Beso a beso se tomó todo el vino y el éxito. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL LA MONA JIMENEZ. Beso a beso se tomó todo el vino y el éxito. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
03 Octubre 2011
Es la música por excelencia de Córdoba: hace 68 años que nació en su seno. Y trascendió largamente sus fronteras. Suena, se baila y se difunde tanto en "La Docta" como en Buenos Aires y en Tucumán. Aún más; se convirtió en un producto de exportación. Así llegó a Bolivia, Paraguay, México y a varios países de Europa; también al corazón de Rusia y a Japón. Hoy se amesetó su crecimiento y, en ciertos ámbitos sociales, lo mixaron para disimularlo. Pero es el género de las canciones con los estribillos más cantados de bailes y de fiestas. Incluso compitió mano a mano con la época de oro de la movida tropical nacional. ¿Quién no sacudió el cuerpo al compás de los febriles éxitos del cuarteto?

El pegajoso ritmo del tunga-tunga marcó a fuego la historia de la música popular en ese duelo con el chingui-chingui de la cumbia, que se volvió villera, amerengada y hasta ensalzada para doblegarlo. Mientras, el cuarteto moderno se contagió del merengue. Pero esa es otra historia, que aún está escribiéndose.

Entre polvaredas

La vida del cuarteto, según los memoriosos de Cooórdoba caaapital comenzó en las polvaredas que levantaban las alpargatas gringas de los pueblos del interior de esa mediterránea provincia: "...vieja plaza Colón, en tus noches hermosas". Luego, se extendió hacia otras provincias con el "abre, abre tu paraguas, que comienza ya a llover". Después empezó a revolotear en los clubes barriales de "La Docta" con el "que te come, que te come, que te come el lobizón", hasta convertirse en un ritual nocturno de la alegría con el "sueeenan las sirenas, llegaron los bomberos".

Los sectores sociales cordobeses más humildes entonaban "cortate el pelo, cabezón" antes de barrer con diferencias y hacer que todos se prendieran al trencito de "y los pies bien juntos al suelo van haciendo chi-qui-chá", y asumirses como bandera cordobesa hacia todo el país con el inolvidable "quien se ha tomado todo el vino oh-oh".

La Leo

El parto de la historia cuartetera alumbró al mundo de la mano izquierda de una mujer. Como una araña saltarina, sobre las teclas del piano Leonor Marzano marcó el ritmo que después hizo bailar hasta los postes. Su padre, Augusto Marzano, decidió acabar con milongas y tangos y, para que no siguiera quedándose sola de noche, llamó a Leonor a integrar el conjunto en el que él tocaría el contrabajo, junto al acordeonista Miguel Gelfo y al violinista Luis Cabero. De regalo extra, el grupo se llamaría igual a como le decían a ella y así nació el "Cuarteto Característico Leo".

Los primeros escenarios en los que La Leo -así aún le dicen al grupo- empezó su andar, fueron tinglados con piso de tierra rodeados por bolsas de arpillera.

Interrogantes

El bautismo de fuego fue a mediados de 1943, cuando actuaron en LV3 -hoy Cadena 3-. Aún sin ningún disco -el primero llegó 10 años después- hicieron bailar a pueblos enteros del interior cordobés y de provincias cercanas. Cuando se empezó a hablar de la música de "cuarteto" vinieron las preguntas ¿se llama así porque son cuatro los que la ejecutan? ¿Hubo algún cambio en lo musical? Lo cierto es que cuando La Leo tocaba en las radios, muchos sólo iban a verla a Leonor marcar con la mano del "zurdo" el tunga-tunga que contrariaba dos convenciones, según los expertos. Ella le daba prioridad a una fuerte marcación rítmica -por sobre la melodía y la armonía que los demás pianistas y géneros musicales privilegiaban- y en vez de acentuar el segundo tiempo del ritmo, acentuaba el primero -subrayó el "tun" y suavizó el "ga"-. El cambio fue fundamental para abrir el camino del impacto bailable.

Singular ritual

Luego de rodar años por el interior cordobés La Leo se acercó a la capital mediterránea -por entonces en explosión urbana e industrial, y cruzada por variadas tonadas provincianas-.

Después de animar carnavales en los barrios y de ver cómo nacían otros grupos de su riñón musical, la formación de Marzano-Gelfo se consagró completamente a finales de los años 70. Por esa década las páginas de "La Voz de Interior" comenzaron a publicar los anuncios de los bailes de La Leo.

Masivo fenómeno

En la década siguiente, y con ayuda de la televisión, el fenómeno del cuarteto no sólo se hizo masivo sino que también trascendió las fronteras de Córdoba. Y por medio de las presentaciones diarias de docenas de conjuntos, en cientos de localidades se fueron gestando las vivencias de un tipo de folclore popular que sobrepasó los límites de lo musical. Ninguna otra música tiene su misma forma de bailar ni su mismo público. El ritual que la caracteriza es único. La multitud de parejas que baila en la pista por lo general gira en un solo círculo y en sentido contrario a las agujas del reloj. Además, no dejan de saltar hasta que el amanecer los sorprende en plena diversión.

A medida que los grupos se multiplicaron, le fueron agregando su variante característica pero respetaron el tunga-tunga. Antes el cantante era morochito y no se teñía el pelo para conquistar seguidores, después fueron multicolores, de trencitas, melenas o rulos y hoy ya son rapados o mohicanos. Además, las puestas escenográficas dejan en claro, con su modestia, que el verdadero espectáculo esta en la pista.

Ninguna música habla tanto de los cordobeses como el cuarteto, con su letras pobladas de negrazones, de humor, de trasnochados, de flacas alegres, de chupados y de desgracias del cariño. Pero en Tucumán es picardía pura o de émulos de cuarteteros cordobeses inolvidables

Después de transcurridas casi cinco décadas, el cuartetazo traspasó las fronteras del país y luego de seis décadas se posicionó entre los grandes ritmos hispanoamericanos.

Los mejores

El tunga-tunga que nació de la mano del Cuarteto Leo mantuvo su vigencia gracias a Trulalá (con Gary como cantante), Chunchulas, Chévere, Carlitos "Pueblo" Rolán, Sebastián, "El Negro" Videla, "El Turco" Oliva y Carlitos "La Mona" Jiménez, entre otros, y se inmortalizó en la figura del "Potro" Rodrigo.

Popular, bailable, divertido y colmado de historias de vida de gente común... ¿quién se imagina la fiesta sin cuarteto?

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