¿El eclipse de la infancia?

¿El eclipse de la infancia?

¿Qué sentido tiene este festejo? La ONU lo instituyó para conmemorar la Declaración de los Derechos del Niño. El objetivo era consagrar el día a la fraternidad entre los chicos del mundo y promocionar su bienestar y sus derechos. ¿Estamos protegiendo los derechos de ellos? ¿Qué responsabilidad nos cabe como adultos, cuando ya hemos vivido el primer 10% del siglo XXI?

UN NIÑO DEBE SER PROTEGIDO DE TODA EXPLOTACIÓN. Foto publicada en Vogue, una de las revistas emblemáticas del mundo de la moda.  FOTOS DE RETRIEVER-RETRIEVER.BLOGSPOT.COM - CERO.COM.CO "UN NIÑO DEBE SER PROTEGIDO DE TODA EXPLOTACIÓN". Foto publicada en "Vogue", una de las revistas emblemáticas del mundo de la moda. FOTOS DE RETRIEVER-RETRIEVER.BLOGSPOT.COM - CERO.COM.CO
¿Qué decimos cuando decimos niño? ¿Nombramos al dueño de la cara sucia y sonriente que asoma en un arenero? ¿Al lustrín que limpia nuestros zapatos? ¿A la "piojita" que se mete en los tacones de su madre? ¿A la embarazada de 12 años? ¿A los que juegan a la pelota en el potrero? ¿A los que, en el mismo potrero, meten sus narices en la bolsita de pagamento?

Aunque en algunos casos miremos para "otro lado", todos, los del arenero, los del potrero (con pelota y con bolsita); la que juega "a ser grande" y la que se hace grande "de prepo" están comprendidos en la palabra niño. Palabra que necesita, como ocurre con los chicos mismos, la referencia al adulto. Porque somos los adultos los que, por acción o por omisión, determinamos los modos en los que se construye la infancia. Entonces, como un bumerán, la cuestión revierte: ¿qué estamos haciendo con nuestros niños?

La infancia

Chicos los hubo siempre; de lo contrario, la especie se habría extinguido. Pero la infancia es mucho más que una etapa en la vida de niños y niñas. Es una construcción social que establece qué es un niño, qué lugar ocupa en la sociedad... Es una representación cultural, y esa representación, al decir del psicoanalista de niños Juan Carlos Volnovich, "no sólo ha ido variando a lo largo de la historia sino que ha tenido una responsabilidad definitiva a la hora de explicar las maneras de vivir y de morir de niños y niñas". Y, a veces, da la sensación de que, como el sol en un eclipse, en este principio de milenio la infancia es devorada por una generación de adultos que no puede hacerse cargo de su responsabilidad.

Es relativamente simple de entender: para que un niño pueda asumirse tal tiene que operar el adulto. El niño se define como tal en relación con el adulto, que debe funcionar como modelo de identificación; como instancia que legisla lo que se puede y lo que no. Y lo que vemos hoy es que los niños no juegan "a ser grandes": crecen a fomento; peor: desaparecen como tales fomentados por sus propios padres, por acción o por omisión.

En la Edad Media la infancia era un período de transición (si se sobrevivía, era rápidamente superado); para las sociedades industriales era mano de obra barata. El siglo XX, el de las ciencias, se caracteriza por ser también el siglo de los niños, que se transformaron en objeto de estudio y quedaron en la mira de instituciones que se preocuparon por protegerlos. Llegó así, en 1959, la Declaración de los Derechos del Niño, algo así como "el 25 de Mayo" de la infancia.

Pero este hecho tiene su contracara: la omnipresente acción del mercado, que define algunos de los roles nefastos que los chicos están llamados a representar: ser una máquina de consumo; peor aún, ser una mercancía; mucho peor aún: una mercancía puesta a seducir. Hoy, como hace 500 años, las nenas andan por las calles vestidas como adultas (¡y las que las visten son sus madres!); pero esta vez, con las calzas que les permiten aprender el baile del caño... Paradoja, cuando una de las palabras que se repite con mayor frecuencia en la Declaración de los Derechos del Niño es protección.

El lado bueno

Algunos apocalípticos llegan a afirmar que estamos a las puertas del fin de la infancia. Pero no todo es negro, para nada. Los chicos del siglo XXI, al menos estadísticamente, están mejor que los de hace 200 años: los índices de mortalidad y de analfabetismo son inmensamente más bajos; gran parte del trabajo infantil ha sido desterrado. Y hay más: por ejemplo, los chicos han aprendido que tienen derechos, lo cual, bien llevado, impedirá en el futuro que sean avasallados; y si dan la sensación de ser pequeños déspotas, la apelación a los adultos vuelve a ser inevitable.

Son nativos informáticos, y su fascinante capacidad para manejarse con la tecnología es algo que, si los adultos (una vez más) ayudamos respetuosamente a construir, los hace creativos, capaces de interactuar en redes, inteligentes de un modo que "los grandes" aún no terminamos de asimilar. Y aún no lo hemos visto todo...

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