El público mató la espera con pedidos especiales

El público mató la espera con pedidos especiales

Los hinchas llegaron temprano al estadio: gritaron por Pastore y Maradona y se codearon con los ídolos locales

RECIBIMIENTO INOLVIDABLE. Los cordobeses recibieron a la Selección como si estuvieran jugando una final. . RECIBIMIENTO INOLVIDABLE. Los cordobeses recibieron a la Selección como si estuvieran jugando una final. .
12 Julio 2011
CÓRDOBA, (Leo Noli, de nuestro enviado especial).- Nada es lo que parece. La rueda gira, la vida cambia; todo cambia. Argentina recibe a la Argentina de 11 comandada por un Lionel Messi enorme de polenta, peligroso a toda hora. El "Mario Alberto Kempes" espera la fiesta, la disfruta, la amasa desde temprano. Falta mucho para apostar la última ficha, una eternidad, tres horas.

El tiempo vuela con cada canción de aliento, de estímulo. Batista la pasa mal en la previa, la gente lo reta, le pide a Pastore. Cantan por Diego. Muchas dagas para un hombre que estaba casi en coma, listo para volar hacia el infierno si la Selección no pegaba el salto.

Llegan los famosos, las cámaras los acechan; piden la nota, la primicia que después de diluye con cuanto micrófono se cruza en el medio. Es el día del "Matador"; Mario volvió a su casa, al lugar que abrió en el 76 con un gol. Sus reverencias emocionan tanto o más que cada grito sagrado de casi gol. El corazón le tira al ex goleador. La gente lo ama, se lo hace saber. Él tiene que decir lo suyo, que la Copa no le gusta, que viene en picada, aunque todo puede cambiar.

Son muchos los interrogantes a esta hora. Falta un tanto menos, pero falta. Nalbandian, "Pichi" Campana van por la alfombra roja imaginaria. Transitan lentamente la procesión de un hincha perdido en un amor de dos puntas. Sufren demasiado, porque saben lo que es transpirar la camiseta, entregar los huesos por un punto, un doble, un set, un cuarto, el partido, el triunfo.

La hora está a punto caramelo. El hijo del pueblo aparece en escena. "Carlitos" Saluda, el "fana" muere; Messi hace jueguitos y las tribunas se derrumban, casi como las piernas de ese par de costarricenses amateurs que no entienden nada. Fueron juez y parte justo frente a un grande, a un gigante del fútbol. Prohibido pedir autógrafos, advirtió el malo de La Volpe a los suyos. La tentación endiabla, pierde...

Y llega la hora, los 90 minutos de la verdad. El Himno quiebra, motiva, rellena el vacío con odio y furia de gol. Argentina va, presiona; se equivoca y lo padece unos segundos. Pero no baja la guardia. Sabe que es mejor. Su historia lo ratifica y obliga a ir por el todo.

Las quejas pinchan el malhumor. "Kun" no encuentra ángulo, Romero se estira y el cuero se despide del travesaño por milímetros. Es injusto tanto sufrimiento. Argentina es superior, demasiado. No merece este calvario, porque ataca, aunque la pelota no quiere entrar. Sobran minutos, calma también, cantan desde los cuatro costados.

Maldito ángulo enemigo. "Maldito 'Checho'", critican pidiendo a Pastore... El palo niega la ventaja, Moreira también. La esperanza no pierde cotización, menos intención. Argentina tiene margen, espíritu, a pesar de que la cuesta sea una montaña a escalar en 90 grados. Messi todo lo puede y lo demuestra a pura gambeta, a puro pase, apura asistencia. Sólo falta la estocada. El golpe de nocaut. El partido continúa, las emociones también. Y finalmente, el golpe llega. Con lo justo, para variar, pero llega. Y con él, la tranquilidad que despejó el camino para más goles. Llegó el triunfo, el festejo, la clasificación. La Copa América empezó para Argentina. Bienvenidos a la fiesta.

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