No hay energía más cara que la que no se tiene

No hay energía más cara que la que no se tiene

12 Julio 2011
Por Federico Muñoz
Director de Federico Muñoz y Asociados

El abastecimiento de energía atraviesa múltiples tensiones y el próximo gobierno, quienquiera que sea, deberá promover ajustes significativos en este frente. La matriz energética argentina descansa desmesuradamente en hidrocarburos (51% gas natural y 39% petróleo). Las restantes fuentes primarias (hidroeléctrica o nuclear) se combinan para aportar apenas 10%. Esta enorme dependencia de los hidrocarburos, sólo comparable a la de los países árabes, es un rasgo netamente distintivo de nuestro país (en Brasil no llega al 55% y en EEUU es del 64%).

Con este dato estructural en mente, cobra relevancia un rasgo saliente de la política energética kirchnerista: la desvinculación del precio interno de la energía en general y de los hidrocarburos en particular de los estándares internacionales. Esta estrategia tuvo claras implicancias políticas, pues constituyó un fenomenal subsidio para los consumidores. En contrapartida, supuso a la vez un desincentivo irremontable para los productores. Con el correr de los años, el lógico desenlace de esta decisión fue el marcado declive de la producción y las reservas hidrocarburíferas.

La merma de la producción local obligó a recurrir al abastecimiento externo. Así, el holgado superávit comercial del rubro Combustibles (U$S 6.000 millones en 2006) se acaba de reducir a cero y pronto será un fuerte déficit. Pasar a ser importadores netos de energía no sólo pone presión sobre las cuentas externas, sino sobre el fisco, que es quien se hace cargo de la enorme brecha de costos entre el recurso local y el importado. Llegamos así al siguiente cuadro:

Más del 15% del gas consumido en el país en 2011 será importado (el que llega en barco cuesta casi seis veces más que lo que cobra el productor local).

La escasez de gas obliga a las centrales eléctricas a quemar combustibles sustitutos y más caros; como las tarifas están congeladas, el costo de producir la electricidad en estos meses sextuplica lo que pagan las distribuidoras;

La factura fiscal de subsidios energéticos por estos y otros conceptos trepa a ritmo acelerado y en 2011 superará los U$S 10.000 millones (2,3% del PBI).

Las reservas locales de gas equivalen hoy a apenas ocho años del consumo doméstico (representaban 17 años en 2003).

El kirchnerismo ha perpetrado un acto de flagrante injusticia intertemporal, ya que permitió que una generación dilapidara a precio vil el stock de un recurso no renovable, para obtener réditos electorales. Lo curioso del caso es que la propia presidenta, Cristina Fernández, deberá enfrentar durante su muy probable segundo mandato el costo político del sinceramiento de los precios energéticos o, peor aún, el costo aún mayor del desabastecimiento. Porque como explican los especialistas del sector "no hay energía más cara que la que no se tiene?"

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