Homilía

El amor a la Patria, el desarrollo y la solidaridad. Con estos tres  conceptos puede resumirse el mensaje que el arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Villalba, transmitió durante su homilía en la Catedral ayer por la mañana.
"La Patria se la recibe de Dios como un gran patrimonio que viene del pasado y que, ya desde su niñez, es para el hombre un elemento primordial que nutrirá su vida, influyendo en su educación y experiencia humana. Por eso, la Patria, así como los padres, es digna de un verdadero amor, gratitud, respeto y veneración", señaló.
El mensaje estuvo inspirado en la encíclica de Juan Pablo II "Sollicitudo rei sociali", en la que el Santo Padre expresaba la preocupación de la Iglesia por la Patria. Villalba recordó que durante la visita de Juan Pablo II a Tucumán en 1983 él dijo al pueblo: ¡Amad a vuestra Patria!
Ayer, Villalba exhortó a los funcionarios a comprometerse con el desarrollo, entendiéndose con esa palabra a todo lo que respete y promueva en toda su dimensión a la persona humana.
"El desarrollo es el paso de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, en las cuales el 'ser' prevalece sobre el 'poseer' -apuntó-.
Un desarrollo que no abarque la dimensión cultural, trascendente y religiosa del hombre y de la sociedad no ayudará al verdadero crecimiento de la persona".
En este camino hacia el desarrollo, la solidaridad es el valor moral que permitirá el cambio. "Es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderos responsables de todos. Esta determinación se funda en la firme convicción de que lo que frena el verdadero desarrollo es el afán desmedido de ganancia y la sed insaciable de poder", proclamó.
Finalmente, llamó a quienes poseen más bienes a sentirse responsables de los más débiles. "Los grupos intermedios no han de insistir egoístamente en sus intereses particulares, sino que deben respetar los intereses de los demás", recalcó.